Osvaldo Rivera Riffo
Director Fundación Voz Nacional
"Cuando los que mandan pierden la vergüenza los que obedecen pierden el respeto "
Georg Lichtenberg
Seguramente los chilenos que en su mayoría usan redes sociales -hay 2,5 teléfonos por persona de los cuales más de 1,5 usan Twitter- se habrán enterado de los acontecimientos ocurridos en la Plaza de la Comuna de San Bernardo en que un terrorista llamado Sergio Martin Olivares Urtubia intentó asaltar y robar la sucursal del Banco Estado, llegando incluso a la cercanía de la bóveda. Este individuo fue amnistiado en 1978 bajo los principios de reconciliación y paz social que inspiraron la iniciativa del Gobierno Militar y de su entonces Ministra de Justicia Mónica Madariaga. Fueron amnistiados todos los presos políticos y terroristas, donde hay varios actuales políticos que beneficiados por esa amnistía gozan, sin cargo de conciencia, de su pasado de odio y resentimiento que hizo colapsar al país. No han cambiado y siguen hoy en la versión revolucionaria siglo XXI.
Este asesino terrorista, perteneciente al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), siguió su historial criminal, pero fue amparado por el Informe Valech donde aparece en la condición de perseguido, torturado y todo el tramado de mentiras que se urdieron en la Vicaria de la Solidaridad, como consecuencia de lo cual los gobiernos de la Concertación y sus leyes perversas de reparación le otorgaron una pensión vitalicia y seguros de toda naturaleza, traspasables a varias generaciones de su entorno. Todo por cierto, pagado con el dinero de todos los trabajadores chilenos. No me extrañaría que incluso aparezca en ese monumento al odio llamado museo de la memoria.
Pues bien, este terrorista a sangre fría asesinó de un tiro en la cabeza al guardia de seguridad, quien cumpliendo con su deber le impidió que consumara su atraco bancario. Ya saben, se dio a la fuga y fueron los propios vecinos del sector quienes lo acorralaron y detuvieron hasta que en minutos llegó Carabineros, quienes lo salvaron seguramente de un linchamiento. Ante la impotencia de no haber cumplido su propósito, intentó quitarse la vida disparándose pero erró el tiro quedando herido.
¿Qué informaron los medios?: Que se había intentado asaltar una sucursal bancaria resultando muerto el guardia de seguridad. Nunca mencionaron el prontuario del asaltante, menos que era terrorista y miembro del MIR. Es decir un encubrimiento por omisión al criminal, y una forma de complicidad con su delito… El guardia muerto sólo era un dato de la causa.
Por otra parte, sin embargo, los medios dieron amplia cobertura a la salida de Santiago de unos empresarios en helicóptero en un acto de imprudencia por cierto censurable. Pero los medios de comunicación y hasta algunas autoridades, desde locales a nacionales, no escatimaron esfuerzos para censurarlos duramente y dejarlos al descubierto, con nombre y apellido, liquidando su imagen por redes sociales. Sin duda esos empresarios denostados dan trabajo a miles de chilenos y pagan rigurosamente sus impuestos. Más aún, pagan suculentos auspicios a la televisión con los cuales se pagan los millonarios sueldos de los rostros y periodistas que han actuado siempre como el perro que muerde la mano a quien le da de comer.
Pues bien, el guardia NN era en primer lugar un trabajador decente que formaba parte de una familia que con su trabajo sostenía a los suyos. Un hombre de esfuerzo, como los miles que distinguen a Chile y como miles de los que hoy gracias a las acciones terroristas de los compañeros de ruta de su infeliz victimario, perdieron sus fuentes laborales, vandalizadas, incendiadas o conducidas forzadamente a la quiebra.
¡El guardia no tiene nombre! Así uno más pasa a engrosar la lista de los mártires del terrorismo. Su familia ha perdido a un ser querido y no habrá ley de reparación, ya que esas prebendas sólo son para los indeseables de acción y pensamiento de izquierda.
Los medios de comunicación en tanto, dominados por la izquierda y presurosos por obtener sus miserables ventajas políticas, no trepidaron en consignar el hecho como una acción violenta de Carabineros contra el terrorista. De la valiente acción de los vecinos: ¡nada!, menos de la rapidez en el accionar de las fuerzas de orden.
¡El guardia no tiene nombre!, ni una sola mención, ni siquiera para decir cómo se llamaba. ¡Malditos, mil veces malditos!!!
Seguramente el gobierno una vez más anunciará la presentación de una serie de querellas, que por cierto no tendrán futuro, a quienes resulten ser los autores intelectuales o cómplices de esta acción terrorista y el preso tendrá sin lugar a dudas todo el respaldo del INDH para garantizarle su integridad física y moral.
Hipócritas y cómplices así, tienen al pueblo de Chile sumido en la desesperación por la inseguridad ciudadana, ni siquiera amortiguada por la pandemia que para más remate nos azota.
Por eso chilenos ya es hora de despertar, de despertar de verdad. Lo que viene será duro y habrá necesidad de organizarnos mejor y más eficientemente para impedir que esa felonía llamada plebiscito se realice. Es un atentado a la dignidad del pueblo que se gasten 35 mil millones de pesos en esta asonada destructora de nuestra institucionalidad propugnada por la izquierda y con la complicidad de Piñera, mientras miles de chilenos claman por trabajo, seguridad y orden.
Luchemos todos por Chile, en este caso sí que nuestros nombres no importan, pero igual, los sabrán nuestros hijos también.
"Todos lo que han creído las mentiras de un charlatán se ven obligados a sostenerlas, para no confesar que han sido unos imbéciles. Creer una verdad es un acto natural que no nos compromete; creer una mentira es una simpleza que cuesta trabajo reconocer. Por eso, las mentiras se defienden con más tenacidad que las verdades"
Andrenio