Osvaldo Rivera Riffo
Director Fundación Voz Nacional



 Estaba nuevamente hojeando párrafos del famoso libro de Ernest Hemingway, Por quién doblan las Campanas, cuyo argumento se centra en la Guerra Civil Española, buscando en dicha obra elementos que me ayudaran a comprender el comportamiento del hombre en la sociedad. De pronto escuché que Chile era informado del resultado de la comisión nombrada transversalmente y que, presidida por un democratacristiano, había llegado a su informe final para la reforma a Carabineros de Chile.

Una vez más, el gobierno buscó a través de acuerdos y componendas políticas con la izquierda llegar a un propósito disfrazado de necesidad.

Un propósito muy ajeno a la verdadera reforma que Chile necesita y que es, sin lugar a dudas, un reordenamiento de la estructura del estado, disminuyendo cargos inútiles y sacando a los operadores políticos que la Dictadura de los Partidos Políticos tiene enquistados en todos los estamentos de la administración pública.

Una vez más Piñera renunció a principios y valores que ofreció defender durante su campaña.

En esta reforma, aparte de crear un nuevo ministerio pone el énfasis en el cuidado y esmero que deben mantener las fuerzas de orden y seguridad para garantizar los DDHH.

Parece increíble, pero cierto, que luego de la destrucción del país, de más de cientos de miles de personas cesantes, de comercios y servicios públicos vandalizados exista un grupo de burócratas designados por Piñera para elaborar una propuesta de modernización de Carabineros y que el acento esté en la protección de los derechos humanos de un grupo minoritario de la población que ha demostrado con creces estar al margen de la ley, de la autoridad y del respeto.

Pues bien, no hay de parte del gobierno ninguna acción para definir el límite de estos mal llamados derechos humanos. ¿Las personas que quedaron con sus negocios destruidos, fuente de su subsistencia, acaso no tienen derechos humanos? Los miles de cesantes producto del saqueo a supermercados, farmacias, restoranes etc. tampoco tienen ese derecho, como tampoco lo tienen las personas que durante cuatro meses soportaron el asedio de terroristas en los barrios vecinos a plaza Baquedano, o los ataques terroristas sistemáticos en la Araucanía quemando cosechas, casas, galpones, maquinaria e incluso seres humanos.

Para que hablar del respeto a nuestra historia, a las instituciones republicanas y a todo el que tenga una opinión disidente. Todos ellos están excluidos del informe y de las medidas del gobierno, demostrando en los hechos el interés por dar fiel cumplimiento a los dictados e instrucciones de los organismos internacionales del cual este gobierno ha sido servil en grado sumo.

Me pregunto ¿qué pensarán los miles de carabineros golpeados, insultados, vejados en su dignidad por cumplir con la ley y con la Constitución?. Ellos son los llamados a controlar el orden público, en hacer respetar el estado de derecho, sin embargo, esta comisión los priva de ejercer la función para la que fueron creados.

Hoy tendremos niñeras en las calles que enseñen buenos modales y comportamiento adecuado. Tendremos no una policía sino un grupo de personas dispuestas a recibir todo tipo de oprobios por vestir un uniforme.

Entonces recordé la pregunta ¿Por quién Doblan las Campanas?

Y la respuesta. Lloran por Chile y lloran por mí y, también por ti, amigo lector.

El problema de fondo de este país y del cual los cálculos de Piñera no están ni cerca, es Cultural. Chile no superará sus problemas de convivencia mientras exista en la población una falta absoluta de obligaciones y deberes que deben cumplir para vivir en paz y armonía social. Como será posible si, a manera de ejemplo, la población maneja un lenguaje que no supera las 800 palabras y el diccionario de la Real Academia de la Lengua reconoce más de 95000. Para comprender una ley, para comprender lo que se lee y poder asimilarlo, se necesita al menos manejar 25000 palabras.

"Chile fértil provincia y señalada en la región Antártica famosa de remotas naciones respetadas por fuerte, principal y poderosa; la gente que produce es tan granada, tan soberbia gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida"

Como la describiera Alonso de Ercilla y Zúñiga solo queda en el poema épico ya que de acuerdo al lenguaje que manejamos hoy estamos en la condición de bárbaros, los mismos de los cuales da cuenta la historia.

Las características que necesitamos recuperar, solo las puede dar una fuerte inyección de autoridad y una profunda inversión en educación, para que así la población en general pueda comprender que el saber, dado por la educación y cultura, les da las herramientas para entender cuáles son sus límites y a lo que está expuesto si los cruza.

Sin embargo todo indica que vamos en la dirección contraria. Se empodera a la población de falsos derechos y se limita groseramente a quien tiene que exigirlos.

La pandemia que azota al mundo será independiente de su gravedad un momento corto o largo de reflexión, reencontrar la familia, dedicar un tiempo por alguna de las redes sociales o usando el celular para llamar a un viejo amigo y preguntar por su vida. Los creyentes elevar una plegaria para recoger de ella la fortaleza necesaria para resistir este momento. Esto también le toca a las autoridades quienes no están inmunes por muy poderosas que se sientan y ojalá mediten que el servicio público es una noble función a la cual se va a servir y que existe no para buscar beneficios de ninguna especie ni mucho menos reconocimientos inmerecidos o prebendas personales o de grupo.

Ojalá piensen que el servicio público debe ser carente de ambición personal de protagonismo y de utilitarismo.

En estos días hemos visto autoridades locales arrogándose potestades que no tienen, las cuales por un minuto de fama y utilitarismo han tomado medidas inoportunas y reprobables como ofrecer remedios no autorizados o cerrando lugares sin medir consecuencias de su real alcance.

No es posible que el Presidente tenga que corregir el comportamiento de las autoridades locales públicamente por sus desatinos.

Si quieren causar el menor daño posible a la población lo mejor es que la mayoría de ellos vaya a su casa a una cuarentena psicológica para que no sigan engañando a la ciudadanía.

Una vez que pase la pandemia y se recobre un buen espíritu cívico habrá que hacer frente al otro virus que hoy quedó aletargado en el país. El virus del odio cubierto de resentimiento para lo cual la vacuna no será solo las buenas maneras ni el encierro voluntario o exigido, sino un potente antibiótico de firmeza autoridad y cumplimiento de la ley contra todo aquel que insista en propiciar la violencia, el desorden y el caos y sin contemplaciones condenarlos como lo que son, una lacra social perversa y aislarlos para siempre. Gritarán los Micco, los Hertz, los Gutiérrez, pero dará lo mismo, son seres inútiles para la sociedad y así hay que entenderlo. Este virus necesita parasitar para sobrevivir y, por tanto, hay que combatirlo hasta su extinción.

"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la masa. Si el mar se lleva un terrón, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa señorial de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."
en John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions, Meditación XVII

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