Juan Antonio Montes Varas
Credo; pasado, presente y futuro de Chile
El Proyecto de indulto para todos aquellos que han resultado condenados por los atentados contra bienes públicos y privados a partir del 18 de octubre del 2019 permite ver con claridad algo que se intentaba ocultar.
En primer lugar la poca diferencia entre “pacíficos” y “violentos” en esos actos. Al producirse esos delitos, la izquierda impugnaba a las fuerzas del orden porque las acusaban de estar impidiendo la libre manifestación de los “pacíficos”.
Hoy, los campos quedaron claros. Los “violentos” fueron debidamente reconocidos, llevados a tribunales y varios de ellos justamente condenados en virtud de sus delitos comunes.
¿Qué hacen ahora a quienes defendían a los “pacíficos”? Piden indulto para los “violentos”.
Así, al menos ahora, quedó evidente que la izquierda que ayer rasgaba vestiduras en favor de las manifestaciones "pacíficas”, de hecho estaban apoyando a quienes promovían la destrucción violenta del orden establecido.
El único modo de justificar esos pedidos de indulto es el de alegar que el régimen democrático vigente no es justo ni legítimo y, por ello, quienes intentaron demolerlo, constituyen verdaderos héroes en cuanto “presos políticos”.
Similar justificación encontró la ley de indulto aprobada por Aylwin en 1991, en favor de quienes habían cometido delitos terroristas. En ella se establecía como plazo el período anterior a marzo de 1990, es decir al gobierno Militar, pues de acuerdo a esa ley, en ese entonces no regía aún la democracia plena.
Sin embargo, solicitar indulto en el 2020 para estos neo terroristas, pone en tela de juicio el ánimo democrático de quienes lo solicitan, pues, en principio hoy existe democracia y los políticos que exigen el indulto son sus representantes.
Tal actitud, sugiere algunas preguntas: ¿Creen realmente los referidos parlamentarios que estemos viviendo en un régimen democrático? En caso de que respondan afirmativamente, ¿cómo entonces justifican un indulto a quienes atentaron contra ese orden? En el caso de que respondan por la negativa: ¿cómo justificar sus cargos de representantes de un sistema democrático en el cual no creen?
Por lo demás, los actos de violencia sistemática no se han detenido. Al contrario, semana a semana se repiten como un mantra de destrucción en el centro de la Capital, con la clara intención de llegar a La Moneda.
En la “lógica” de quienes exigen indultos para los “héroes” de ayer, los destructores de hoy, no dejan de ser también igualmente “heroicos”. Siendo así, ¿qué sentido tienen para ellos, las elecciones, el Congreso, la nueva Constitución, el Poder Judicial y todos los poderes del Estado? ¿No pasan de trincheras de la oligarquía que ellos buscan derribar?
La actitud de la Presidente del Senado, Senadora Muñoz y de los otros firmantes de la absurda iniciativa de solicitar indulto a los condenados, nos hace recordar la representación del dios Jano, personaje con dos caras y doble mentalidad, que las utilizaba de acuerdo a las circunstancias.
Ellos hacen parte o presiden una institución de la República con la cara “democrática” de Jano, y sonríen solicitando el indulto para los incendiarios, con la cara “violentista”.
No es legítimo ni coherente ser “representantes” de un sistema democrático y al mismo tiempo ser permisivos o cómplices de quienes propugnan su destrucción vía violenta, lanzando alaridos de protesta a la menor represión de los representantes del orden legal.
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