martes, 9 de abril de 2019

 

Cuando en Chile el impuesto a las empresas era de diez y no de 27 por ciento como hoy; y estaba integrado (o sea, se descontaba del impuesto personal); cuando aumentaba, y no disminuía, como hoy, la inversión extranjera; cuando el país crecía al 10,3 % (1989), no existía conflicto en La Araucanía, los terroristas eran combatidos y derrotados y los delincuentes iban a la cárcel y no andaban libres con decenas de órdenes de detención pendientes; cuando sucedía todo eso, y porque sucedía todo eso, un empresario chileno-alemán concibió el Costanera Center, proyecto espectacular con la torre de oficinas más alta de Sudamérica, hoy símbolo de Santiago y del  Chile que no volverá.

Nunca va a haber otro Costanera Center. Hoy, treinta años después, la burocracia de izquierda imperante desde 1990 todavía no lo deja funcionar con plena ocupación; el impuesto a las empresas es 27 por ciento y no está integrado, cae la inversión extranjera en el primer trimestre al nivel de hace quince años, el crecimiento anda por el 3 por ciento; los terroristas de izquierda, tras haber recibido 6.200 millones de dólares en indemnizaciones (subsecretaria de Justicia) por no habérseles permitido tomar el poder, reciben además ilegalmente 400 millones de dólares al año (subsecretaria de Justicia) gracias a la prevaricación de los jueces de izquierda, que mandan a la cárcel a los militares victoriosos contra el terrorismo armado; y otros US$ 400 millones de dolares anuales se los llevan para la casa cien mil falsos exonerados políticos de izquierda (lo dijo el presidente socialista de los exonerados), mientras el ministro de Hacienda mira para otro lado (junto a todo el mundo) y se pregunta de dónde sacar los US$ 800 millones para poder financiar la reintegración tributaria, porque quitarle dinero malhabido a la izquierda ¡jamás!

Y las oficinas del Costanera Center ¡todavía no pueden ser ocupadas, porque la bucrocracia estatal no lo permite!

Lamentablemente, en 1988 el "Sí" obtuvo el 43,5 % de los votos, sin poder igualar la millonaria campaña del "No" financiada con dinero norteamericano del "Endowment for Democracy" y por Europa Occidental, que hasta subsidiaba al diario opositor "La Época", según le confesó entonces el embajador de Holanda a Sergio de Castro, que me lo contó a mí para que hiciera un "top secret" en "La Segunda", lo cual cumplí, con gran enojo del director de "La Época" 

Bueno, en encuesta de "La Tercera" del 1° de octubre de 2018 (Criteria Research-Instituto Igualdad) hoy día sólo el 18 % de los chilenos votaría "Sí". Hemos caído de 43,5 a 18%.

Y el país es de izquierda y la izquierda domina el Congreso y el Poder Judicial, desde donde prevarica (no aplica las leyes) para meter presos a cada vez más militares y regala dinero a cada vez más personeros del terrorismo. La subsecretaria de Justicia, Lorena Recabarren, dice que ella impulsa casi 1.300 nuevos juicios contra uniformados (de ahí, calcula ella, saldrán indemnizaciones de US$400 millones anuales para esos extremistas). La mitad de lo que demanda la reintegración tributaria. ¡Que los jueces empiecen a aplicar las leyes y ahí va a estar esa mitad financiada! ¿O van en la parada, como los de Rancagua?

La izquierda también domina los medios de comunicación, lava cerebros y ahora acaba de publicar un best-seller sobre la tortura (que no incluye la anterior a 1973, de la cual la Cámara acusó al gobierno de Allende; ni la anterior a 1970, de la cual la izquierda acusó al Frei Montalva, pues todo eso "se borró de la memoria colectiva").

Opinión pública de izquierda, mayoría parlamentaria de izquierda, mayoría de jueces de izquierda, cineastas, autores, libretistas de izquierda se han apoderado de la opinión del país. Y habrían llegado en 2017 también a La Moneda si no hubiera sido porque los chilenos veían cómo la UP se reeditaba en la Venezuela de Maduro y una parte se asustó y cambió de bando. De otro modo Chile no se habría salvado de tener hoy a los tres poderes públicos en manos de la izquierda, pues no se habría elegido a Piñera, que es sólo medio izquierdista, como que encabezó junto a Raúl Castro la capilla ardiente de Chávez. Pero es menos socialista que Maduro.

Para mal de males acá el izquierdismo se pasó de la raya con el insulto soez a la Inmaculada Concepción, que desbordó todo cauce. Fue mucho peor que la alusión a las nalgas de MB de Miguel Bosé, rechazada unánimemente, pero resulta que hasta el canal católico protesta por la sanción impuesta por el Consejo de Televisión a la herética grosería contra la Virgen. El canal dice que es "humor". Pero ni siquiera es humor la falsificación histórica en que los periodistas del 13 incurren cada vez que se refieren al gobierno militar, y por hacer eso no los castiga nadie.

Es que Chile es otro. El top-one de América Latina ya pasó, nuestras ciudades y poblaciones seguras ya pasaron; la Araucanía pacífica, próspera y gobiernista también pasó; Joaquín Lavín, el autor de la Revolución Silenciosa, se arrepintió; Andrés Chadwick secundó a su actual primo y jefe en denostar a los militares, a quienes ahora llama "violadores de derechos humanos", misma expresión de Hernán Larraín, el tercero del trío que se fotografió en los 80 sonriéndole a Pinochet, foto que una y otra vez reproduce sólo "Chile Informa"; el mismo Larraín que nunca volvería a escribir la extensa carta pública laudatoria al Capitán General que le dirigió en 1995 por "su gigantesca contribución al progreso de Chile". 

Sí, nunca más volverá a edificarse un Costanera Center ni ninguna de esas golondrinas volverán de tu balcón sus nidos a colgar.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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