9 de septiembre de 2024
Hermógenes Pérez de Arce
La derecha rara vez consigue triunfos comunicacionales, porque los medios los domina la izquierda. Pero ahora último aquélla ha conseguido dos bastante notables.
El primero fue gracias al caso Maduro, cuya derrota electoral y reticencia a dejar el poder hicieron surgir comparaciones con Pinochet, respetuoso ante un veredicto electoral desfavorable.
Ya Heraldo Muñoz había intentado sacar ventajas, abusando de la mala memoria de los chilenos, haciendo el paralelo Maduro-Pinochet y afirmando que el régimen de este último había sido de "horror", como diciendo "Maduro no es tan malo".
Por supuesto, "se pisó la huasca", porque en 1988, para la elección entre el Sí y el No, si hubo algún "horror" fue la intervención extranjera (de los EE. UU. y Europa Occidental, sumándose a la del mundo socialista) como nunca se había visto en los anales de las elecciones chilenas.
En una operación de cohecho impúdico, el embajador norteamericano Harry Barnes le dio al No una ayuda millonaria en dólares que alteró los términos de la campaña. A su turno, Europa subsidiaba diarios y revistas opositoras. El gobierno de Pinochet se transformaba en mero espectador del insólito intervencionismo, porque la verdad es que no hizo nada. En particular fue insólito porque la millonaria campaña del No se fundó en una premisa falsa: que la reelección de Pinochet iba a significar "la continuación del gobierno militar", lo cual no era verdad, porque entraba a regir el articulado permanente de la Constitución, perfectamente democrático y el mismo que presidió el gobierno de Aylwin y demás sucesores.
Al final la opinión pública se cercioró de que no había por dónde comparar las conductas de Pinochet y Maduro. Fue un triunfo comunicacional rotundo para la derecha y la figura de Pinochet.
Más aún, esa intervención extranjera se sumó a la del área soviética. Pero fue "el canto del cisne" de ésta, que estaba viviendo sus últimos días: en 1989 cayó el Muro y virtualmente se extinguieron los socialismos reales.
Por supuesto, la inexplicable intervención norteamericana contra la Junta había comenzado mucho antes, como lo certificó la Enmienda Kennedy (a todo esto, Ted Kennedy vino personalmente a intervenir en favor del No en 1988). Su "Enmienda Kennedy" perjudicó a Chile enormemente, pues nos impidió comprar armamento norteamericano a precios normales, cuando todas nuestras fronteras estaban siendo amenazadas. Si no hubiera sido por el apoyo de Brasil e Israel, habríamos quedado inermes frente a las agresiones en nuestra contra que planeaban el peruano Velasco Alvarado y después el argentino Galtieri. Ello nos obligó a vivir un 1978 al borde de la guerra.
En fin, se hizo patéticamente notorio el "patriotismo" de Michelle Bachelet, que cuando gobernó ¡condecoró! a Ted Kennedy por atentar contra Chile.
El otro triunfo comunicacional de la derecha vino de la mano del homenaje al exrector de la Universidad de Chile y otro hombre cabalmente de derecha, el filósofo Juan de Dios Vial Larraín. En un acto que la dignifica, la rectora de la "U", Rosa Devés, planeó un homenaje a su memoria. Pero entonces surgieron las voces de la izquierda comparando el caso de Vial con los de los filósofos Jaspers y Heidegger, que sirvieron bajo el régimen de Hitler y nunca fueron perdonados por esto.
La ridiculez de la comparación cayó por su propio peso. Pues implicaba poner en la balanza al régimen nazi, que suprimió todas las libertades, asesinó a seis millones de judíos y arruinó a su patria, con el de Pinochet, que restableció la democracia y entregó al término de su mandato al país de mayor crecimiento de América Latina, sin conflicto en la Araucanía, con la delincuencia y el terrorismo controlados y en cuyas calles y campos reinaba la tranquilidad.
Por contraste con la Alemania en ruinas que legó Hitler, el Chile que legó Pinochet inició los unánimemente considerados "mejores treinta años " de su historia, 1985-2015.
Han sido dos logros recientes y señeros de la derecha en el campo comunicacional, tan adverso a causa del entreguismo y la contemporización de los personeros que ella eligió y que se prosternaron ante la violencia y las consignas de la izquierda.
La subsecuente llegada de ésta al poder tiene hoy al país viviendo bajo el temor, el estancamiento, la corrupción y el malestar. Y añorando volver al tiempo en que tuvo paz, progreso y estabilidad.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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