20 DE MAYO DE 2024 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Arturo Prat grabó una impronta en el carácter chileno, a la cual mucho le debemos. Creo que no sabemos bien cuánto. 

Apenas llegó al resto del país la noticia del combate naval de Iquique y de la inmolación del héroe, se llenaron los cuarteles de voluntarios dispuestos a morir por la patria. Prat esa mañana había advertido a sus hombres: "el combate es desigual... pero nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo, y no será ésta la ocasión de hacerlo". 

La noción del heroísmo ya estaba en el carácter chileno, desde que una de las estrofas no cantadas habitualmente del himno nacional advertía: "Si pretende el cañón extranjero / Nuestros pueblos osado invadir / Desnudemos al punto el acero / Y sepamos vencer o morir." "Vencer o morir". Lo tenemos en la estirpe. Según otra estrofa: "Con su sangre el altivo araucano/ Nos legó por herencia el valor/ Y no tiemble la espada en la mano/ Defendiendo de Chile el honor."

"Vencer o morir" se convirtió en nuestra "arma secreta". Hace probablemente cuarenta años un alto oficial de la Armada, estando en el molo de abrigo del puerto, tras haber almorzado en uno de los buques, me reveló que teníamos un "arma secreta" y me ofreció mostrármela. Lleno de curiosidad, lo acompañé hasta el final del molo, donde me mostró las naves acoderadas, diciéndome: "Ahí está". Bajo cada puente de mando, en grandes letras doradas, sobre un lustroso fondo de madera barnizada, se podía leer: "Vencer o morir".

El sábado 22 de diciembre de 1978 una junta militar argentina había resuelto invadir Chile, aprovechando una superioridad militar, naval y aérea, y apropiarse de nuestras islas australes. En la mañana su portaaviones "25 de mayo" se internó por el Beagle seguido de cruceros, acorazados y destructores para desembarcar en nuestras islas Picton, Nueva y Lennox. Repentinamente el portaaviones se vio rodeado de 27 botes de goma con marinos chilenos suicidas, portando cada uno un gran torpedo. El portaaviones lo pensó mejor y resolvió virar en "u", poniendo proa al norte, lo mismo que su séquito.

Yo era director de "La Segunda" y ese día me llamó un marino y me informó de todo a mediodía, cuando el vespertino estaba a punto de imprimirse. No iba a haber guerra. Titulé con eso y "La Segunda" dio un golpe noticioso mundial. Ese ejemplar del 22 de diciembre de 1978 y su titular son históricos.

Quedan hoy unos pocos chilenos capaces de asumir el legado de Prat. Leo en la página 183 del libro de uno de ellos, el carabinero Claudio Crespo --best-seller ya por seis semanas-- lo que, escribe, vio en el espejo tras ducharse, el 18 de noviembre de 2019, después de un mes de enfrentar en desventaja numérica a los maleantes del "estallido", mercenarios drogados y ebrios: "En lo primero que me fijé fue en mis ostentosas ojeras. Estaba pálido como papel, había bajado unos 20 kilos desde el 18 de octubre, lo que causó cambios drásticos en mi rostro. Tenía más canas y un poco más de arrugas en la piel. Me veía más viejo. Estaba flaco, mi ropa me quedaba grande, parecía un enfermo. En mi cuerpo tenía varias heridas y dolencias, muchos moretones y algunas articulaciones con molestias, como mi rodilla y mi mano derecha."   

Su institución lo dio de baja y el Estado está procurando condenarlo a doce años de presidio. 

Pero si alguien ha asumido el legado de Prat hoy, seguro que es carabinero.  

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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