25 DE MAYO DE 2024
Hermógenes Pérez de Arce
Antes de que se vaya el "mes de las glorias navales" hay que dejar constancia también de las victorias. Y de la impronta que legó a Chile el 21 de mayo. Ayer vi de nuevo el video del exoficial de marina argentino en que refería por qué su armada, encabezada por el portaaviones 25 de Mayo, el 23 de diciembre de 1978 dio media vuelta en el canal Beagle, cesó su rumbo de invasión a Chile y puso proa al norte, en retirada, con su séquito de cruceros y fragatas, desistiendo de su intento. Desde ese momento se supo que no hubo guerra, como informó "La Segunda", diario que yo dirigía, esa misma tarde, gracias a un llamado recibido desde el Ministerio de Defensa..
Eso se lo debimos a la impronta de gloria y heroísmo que legó Prat: vencer o morir. Porque los buques argentinos se encontraron con 27 botes de goma, tripulados por marinos chilenos suicidas, que portaban, cada uno, un torpedo con 700 kgs. de dinamita, capaz de hundir un buque argentino. Por eso no hubo invasión ni guerra. Lo debimos a la impronta heroica establecida por Prat.
Pero, además de la gloria, el combate naval de Iquique nos legó una victoria, insuficientemente recordada. Pues ha habido una relativamente escasa mención de la faz exitosa del combate, que lo constituyó en un triunfo naval chileno. No ha sido suficiente lo que se ha destacado a Carlos Condell, comandante de la goleta de madera Covadonga y su tremenda victoria. Porque su combate desigual contra la fragata blindada peruana, la Independencia, dotada de espolón, como el Huáscar, tuvo como resultado ese día una pérdida mucho mayor para el Perú que para Chile. Perdimos la Esmeralda, pero el Perú perdió un buque de mucho mayor categoría y potencia naval, tan importante como el mismo Huáscar. Ambos eran los únicos blindados de la flota peruana. Y el Huáscar fue capturado poco después.
En definitiva se registró ese día 21 de mayo, entonces, un gran triunfo chileno, atribuible al comandante de la Covadonga, Carlos Condell, a su pericia náutica y la de su tripulación. Y por eso en el balance final el combate constituyó un éxito para Chile, una victoria naval. Porque infligió al enemigo un daño mucho mayor que el recibido por la parte chilena, constituido por el hundimiento de una nave de madera al borde del desuso, como la Esmeralda, apodada entonces "la Mancarrona" por su lento andar y cuyas calderas reventaron durante el combate de Iquique.
Con sus habilidades marineras Condell había conducido a la Independencia a encallar y quedar a la merced del fuego de la Covadonga, sin poder responderlo. Tanto que arrió su bandera y se rindió. Su tripulación fue salvada después por el Huáscar, que acudió a recogerla. Entretanto, el indefenso transporte chileno Lamar logró huir hacia el sur y quedó indemne, lo mismo que la Covadonga, que hizo lo propio..
En cada 21 de mayo cobra mayor relieve, merecidamente, el glorioso heroísmo de Prat. Pero fue Condell el que le brindó el triunfo a Chile y eso hay que destacarlo también y no olvidarlo..
Gloria y victoria. Prat y Condell, compañeros de curso. Fue lo que brindaron ambos sucesivamente a su patria y a la posteridad.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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