3 DE DICIEMBRE DE 2022
Hermógenes Pérez de Arce
"El Mercurio" comete hoy ocho errores en su editorial titulado "Patricio Aylwin y la Transición". Si lo sometiera a "El Polígrafo", no pasaría. Primer error: decir "la Transición" en el título, pues Aylwin gobernó después de la transición, que terminó el 11 de marzo de 1990 cuando dejaron de regir los artículos transitorios de la Constitución y rigieron los permanentes, hasta hoy. Luego repitió el error en el texto, cuando dice: "encabezó la transición democrática" que no existió. Y erró al decir que "su misión de unir al país la cumplió ampliamente", pues no unió sino dividió, al sentar a los militares en el banquillo de los acusados, pidiendo perdón a comunistas y socialistas a quienes aquéllos impidieron tomar el poder por la armas. Y Aylwin hasta lloró de pena por los guerrilleros UP, siendo que Frei declaró a ésta, la UP, como "la única culpable de todo" (carta a Mariano Rumor).
Luego el editorial de nuevo erró al decir que Aylwin "encabezó la reconciliación", cuando lo que hizo fue desatar el odio contra los salvadores de Chile, mediante la ilícita Comisión Rettig. Y también al añadir que "no hubo sector que se marginara de restituir la vida democrática", cuando el terrorismo de izquierda se excluyó y siguió impertérrito, desde luego asesinando en 1991 al senador Jaime Guzmán. Después el artículo repite el error de resaltar la reconciliación inexistente y añade otro, al atribuirle a Aylwin un "desarrollo inédito", cuando no era inédito, pues Pinochet le había entregado el país creciendo al 10 % anual, tras años en que lo inédito había sido equilibrar el presupuesto junto con bajar los impuestos. Un séptimo error es interpretar la frase aylwiniana "en la medida de lo posible", cuando lo que él había hecho había sido contravenir la ley en una medida jurídicamente vedada e imposible, oficiando a la Corte Suprema para que no aplicara la amnistía, una ley vigente y que reconocía como vigente, a militares en los términos en que procedía aplicarla. Finalmente un octavo error es afirmar que "su monumento constituye una manifestación del consenso generalizado respecto del valor de su obra", pues no hubo ni hay tal consenso. No concurren a él ni los comunistas malagradecidos, que no asistieron a la ceremonia, ni los militares perseguidos ni la derecha leal a éstos.
Luis Felipe Moncada se pregunta acertadamente en whatsapp a cuál de los siete Aylwines se le levantó el monumento. La respuesta es que, en realidad, fue a ocho: (1) Al que gatilló el golpe al avisar, a través del hijo DC veinteañero del general Arellano, a éste, cabeza del grupo de "los quince" que preparaban el golpe, que no habría más diálogo con Allende; (2) Al que en los 90 pidió perdón a la guerrilla, con lágrimas en los ojos, por habérsele impedido tomar el poder por las armas; (3) Al que en octubre de 1973, cuando se producía el 57 % de todas las muertes de 1973-1990, se negó a condenar a los militares; (4) Al que 20 años después los sentó en el banquillo de los acusados por derrotar a la guerrilla; (5) Al que dijo que los militares habían salvado a Chile "de la guerra civil y de una tiranía comunista"; (6) Al que 20 años después negó haberlo dicho, atribuyéndolo al "Libro Blanco ése"; (7) Al que prometió en 1989 no indultar a los autores de hechos de sangre; (8) Al que poco después los indultó.
¡Un monumento a don Patricio y a todos los que fueron y son como él! ¡Ustedes fueron y son tan chilenos!
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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