1 DE NOVIEMBRE DE 2022 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Los países no mueren, pero sí se van al diablo. Algunos, los menos avisados, son capaces de irse dos veces en 50 años, como Chile. Si las mayorías hacen las mismas cosas, obtienen los mismos resultados. Un ejemplo: un ciudadano me cuenta que un "primera-línea-cabeza-rapada" lo increpó en el supermercado porque no se apuraba en sacar la mercadería después de pagar. Luego lo siguió al estacionamiento y le fotografió el auto. Él entonces fotografió el del tipo. Así están las cosas. Yo le recordé que antes los supermercados dejaban que niños pobres llenaran los carros de los clientes a cambio de una propina y todos felices: las familias de los niños eran menos pobres, eso las hacía menos desiguales y les permitía tener una vida mejor. Pero funcionarios socialistas dijeron que los supermercados debían hacerles contrato a los niños, con imposiciones, vacaciones y garantías laborales. Los supermercados replicaron que su responsabilidad terminaba cuando el cliente recibía sus cosas después de pagar y no se extendía al acuerdo entre niños y clientes. Pero los funcionarios les exigieron prohibir a los niños echar los paquetes a los carros. Y así se cumplió la aspiración marxista de dejar a todos peor, el win-win estilo Jackson. Los clientes ahora sacan sus cosas y se ahorran las propinas. Los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Todos vuelven a ser más desiguales. Pero los marxistas, los verdaderos culpables, culpan al modelo neoliberal y hacen una revolución.

Es lo que ha sucedido en Chile, primero de a poco y después de sopetón, y que ha llevado a que desde 2013 haya disminuido el PIB por persona de US$ 15.743 a US$ 15.603 en 2017 y hoy estemos en caída libre. El intervencionismo. Que además creó en la Araucanía un problema que no existía. Más Estado, más impuestos, mayor burocracia y restricciones laborales disminuyeron el crecimiento de 6,32 % entre 1985-91 a 2,7% entre 2012-2017 ("Economía y Sociedad" 15.03.19). Y a 2 % este año y -1 % o peor en 2023. Lo vemos venir.

La inmigración desenfrenada de Bachelet II disminuyó más los salarios de los pobres y empeoró la educación y la salud estatales por recargo de los establecimientos. La reforma tributaria de Bachelet II empeoró la situación fiscal y aumentó el endeudamiento público. Retiros inconstitucionales de fondos de las AFP hicieron caer la inversión y los bonos a la población aumentaron el déficit del presupuesto. La deuda chilena perdió grado en agencias internacionales, encareciendo los intereses que debe pagar el país. Acusaciones marxistas de violación de DD. HH. aterrorizaron a Piñera, anularon a la fuerza pública y dieron garantías a los sediciosos. El que no veía venir la insurrección marxista estaba ciego. A raíz de la violencia cerraron miles de negocios y se deterioraron ciudades enteras. Pero las culpas se las echó la izquierda al "modelo neoliberal". ¡La centroderecha y los empresarios las aceptaron! y pidieron perdón.

Los comunistas quieren todo dentro del Estado, porque, obvio, lo manejan ellos. ¿Cuál es su mayor obstáculo? La Constitución y su Estado subsidiario. Necesitan otro proceso constituyente y una nueva en que el Estado (ellos) domine. La izquierda y los kerenskys hicieron causa común. No fue sorpresa. Pero sí lo fue que recibieran el apoyo de UDI, RN y (menos sorpresa) Evópoli. Sí lo fue también y mayúscula cuando los apoyaron los diarios de derecha y ¡los grandes empresarios! Porque los medianos y pequeños tienen las cosas claras y le dijeron en su cara a Boric que prefieren el orden a la nueva Constitución. Y de paso le cantaron "Orden y Patria" en reconocimiento a Carabineros. "Repudiable" dijo un diario ¿opositor?

Lo que nadie vio venir fue el 62 % por mantener la actual Carta. De ese oxígeno sobrevivimos hoy. La mayoría silenciosa que pidió sacar a Allende nos quiere de nuevo salvar hoy de tropezar dos veces con la misma piedra, aunque la "élite habladora" (Paul Johnson) siga comulgando con ruedas de carreta.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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