6 DE DICIEMBRE DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Chile hoy es una democracia donde la libertad está tan garantizada y se ejerce a tal extremo que una mayoría está a punto de cometer un atentado, tal vez final y definitivo, contra la libertad y la democracia, al dejar el gobierno en manos del comunismo. Pues dejémoslo en claro: si gana Boric este país será comunista, no sólo de facto, como casi lo es hoy, sino también de iure. Boric no es González Videla.

La economista Cecilia Cifuentes dio una campanada de alarma semanas atrás cuando desmenuzó una encuesta y se encontró con que los jóvenes de clase alta (ABC1) votaban mayoritariamente por Boric. Es decir, la juventud del sector que mejor ha aprovechado la libertad y la garantía a la propiedad para llevar al país a la cabeza del continente, vota por destruir ambos pivotes del progreso.

¿Qué te pasa, Chile? Recuérdese un solo episodio: hace meses los "niñitos bien" del colegio Verbo Divino hicieron su propio "estallido social", vandalizando el establecimiento y su entorno. La sociedad discretamente cubrió el episodio con un manto de olvido y después "nadie dijo nada, nadie dijo nada", pero el caso lo dijo todo. Quedó como un destello de imbecilidad juvenil sin mayor importancia. "Es que se fumaron unos porros demás y ya está, vamos a otra cosa", dijo todo el mundo. Pero había más que eso.

Después sucedió algo inesperado sólo para los que no saben historia de Chile: el 21 de noviembre la derecha ganó la elección presidencial y parlamentaria: José Antonio Kast encabezó la primera vuelta y la derecha recuperó bancas en el Senado y la Cámara, habiendo sido minoría en ambos. En el primero hay empate y la segunda está en duda de quién prevalece. Los que sabemos historia de Chile esperábamos esto, porque después de cada estallido revolucionario comunista siempre ha sucedido lo mismo: Arturo Alessandri fue elegido tras la República Socialista de 1932, Carlos Ibáñez lo fue tras el estallido comunista de 1949, Jorge Alessandri tras el de 1957 y el mayor de todos los retornos de la derecha al poder, con Augusto Pinochet en 1973, tuvo lugar tras el, a su turno, mayor estallido comunista registrado en el país, que fue derrotado mediando el amplio respaldo de una mayoría democrática incontrastable (81 a 47 en la Cámara.)

Hoy estamos próximos a una segunda vuelta cuyo resultado es incierto. El sábado la encuesta Black & White, publicada en "El Mercurio", reveló cosas inesperadas: (1) En el resultado global hay "empate técnico", pues gana Boric por 51 a 49 por ciento, pero la diferencia está dentro del error muestral; (2) No hay un "candidato de los ricos" y otro "de los pobres", pues Boric y Kast empatan justamente en los dos segmentos extremos, el de los ricos (ABC1) y el de los más pobres (DE) Es decir, tanto la élite como el pueblo están paritariamente divididos. (3) ¿Cómo puede estar dividida la primera, si es el sector mejor educado e informado y el que mejor sabe que Boric es el candidato de los comunistas y que cuando éstos "agarran el poder no lo sueltan más", según refiere Eduardo Frei que le advirtió un estadista europeo en 1973 (citado en su carta a Mariano Rumor)? (4) Es que sucede que entre las mujeres y entre los menores de 34 años gana Boric por 53 a 47 por ciento y 63 a 37 por ciento, respectivamente. 

¡Las mujeres! que fueron las primeras en alzarse contra el marxismo en 1971 ("Marcha de las Cacerolas Vacías"), que le dieron una mayoría que no le alcanzó a Alessandri en 1970 y otra que sí le alcanzó en 1958. Bueno, ahora se inclinan mayoritariamente por el candidato de los comunistas. (5) Y en el caso de los votantes jóvenes, incluidos los de la élite, la diferencia a favor de Boric es peor aún. 

La poderosa falange de columnistas de izquierda de "El Mercurio" (Carlos Peña, Cristián Warnken, Agustín Squella, José Joaquín Brünner, Sergio Muñoz Romero, José Rodríguez Elizondo) expresa franco temor. El último declara que "la democracia está en la cornisa". Por supuesto, lo está. Ellos ya han visto cómo ha sido pisoteada la democracia en la Convención, cuya existencia el pueblo, con el aplauso de todos ellos y el apoyo mayoritario del "gobierno de centroderecha" y hasta del presidente de los industriales, aprobó por 78 versus 22 por ciento hace sólo poco más de un año. Aquella falange de columnistas parece a punto de pedir a sus lectores que voten por Kast, pero simplemente no puede hacerlo, así es que se limita a describir la tragedia que puede sobrevenir.

Los países que olvidan su historia (o cuyas élites dejan en manos de los comunistas la tarea de escribirla, como acá) están condenados a repetirla. Consecuencia: estamos a punto de recaer en "los mil días"... o en algo más prolongado.

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