14 DE OCTUBRE DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


La entrevista a José Antonio Kast en Megavisión fue una vergüenza. Su momento culminante lo alcanzó cuando el Larry King criollo (suspensores, insolencia, preguntas rápidas e interrupciones constantes al entrevistado) cometió los mayores abusos contra la verdad, la historia y el candidato, que, y eso fue lo peor, se dejó pasar a llevar.

José Antonio Kast no es el "mal menor". pero tampoco el "bien mayor". Es el "bien menor". El mejor candidato: preparado, íntegro y sólido. Pero "absorbe castigo" innecesariamente y sólo replica que "hay que mirar para adelante", en circunstancias que en este país en demolición y en este mundo enfermo de corrección política "el que controla el pasado controla el presente; y el que controla el presente controla el futuro" (Orwell). Se dejó abusar por el Larry King de Providencia que, de partida, le lanzó a la cara un rosario de falsedades que permanecieron flotando impunes, como las de que Pinochet había hecho desaparecer gente, torturado, cometido crímenes y mentido. ¿Qué le habría dicho yo inmediatamente? Claro, para mí es fácil, porque no estaba ahí. Pero le habría dicho sólo dos palabras: "Dígame una". De lo que fuera: desapariciones, crímenes, torturas, mentiras: "diga una. Sólo una". Y Mosciatti no habría podido decir ninguna sin quedar aplastado por la verdad, que indudablemente desconoce por completo. Ni siquiera le he regalado mi libro "La Revolución Militar Chilena 1973-1990" ni otro posterior y más breve, "Miserias Morales de la Chilenidad Actual", donde todo lo que él dice queda desvirtuado. Ahí está documentada la verdad. Lo que pasa es que Kast, parece, tampoco la conoce, pese a que le regalé el primer libro. Le voy a mandar el segundo, previo asegurarme de que lo leerá y entenderá.

Pues acá los comunistas, desde el KGB, hoy en el basurero de la historia, han creado una mitología de mentiras y a fuerza de repetirlas han hecho que casi todos, con Mosciatti a la cabeza, las repitan. Pero son mentiras y la ignara referencia de este último a Krasnoff las elevaron al cubo. Por su ignorancia de los hechos reales él no sería capaz de mencionar un solo crimen, un desaparecimiento, una tortura de responsabilidad de Pinochet. Por algo el único proceso en su contra terminó en su desafuero como senador, pero por haber "encubierto" y no "cometido" unos fusilamientos. Pero tal encubrimiento, a su turno, era comprobadamente falso. Y por eso contra el mismo votaron los más honorables jueces de la Corte Suprema, como Osvaldo Faúndez y Ricardo Gálvez, por nombrar sólo dos de los seis de la minoría disidente. De todo ello quedó flotando para siempre una frase de Faúndez que nadie pudo refutar y ni siquiera objetar (cita no textual): "He revisado hoja por hoja las miles de páginas del proceso y no he encontrado una sola prueba de la responsabilidad del senador Pinochet". Ésa es la verdad judicial. Nadie osó ni ha osado nunca contradecir a Faúndez.

Este país está hoy en estado de desintegración y ella se ha originado en el imperio de la mentira y en la decadencia moral general en el ámbito político e informativo. Lo peor es que la mayoría de la gente cree falsedades. En medio del naufragio en curso, caracterizado por esos y tantos otros aspectos, la única  tabla de salvación precaria es que José Antonio Kast triunfe en la elección presidencial y detenga la caída general. Porque es el único capaz de salvar los restos náufragos que subsistan a flote después del desastre generado bajo el régimen de Sebastián Piñera, que compite estrechamente con Salvador Allende por el título de peor presidente de la historia de Chile".

Si una mayoría popular no elige a Kast, pronto después sobrevendrá el completo hundimiento y, como lo he anticipado antes, ahí de nuevo una mayoría popular surgirá desde las cenizas y clamará, como lo hizo en 1973, por un nuevo 11 de septiembre, en la esperanza (que hasta el momento tiene cero fundamento) de que exista un nuevo Merino con suficiente coraje, decisión y patriotismo y a él se le una otro Pinochet que tenga igual don de mando y tesón que el anterior, para acometer la reconstrucción indispensable.

Ninguna de cuyas figuras se divisa hoy por ninguna parte. El país sigue marchando al precipicio al son de una trutruca, en la que quien más sopla es un completo incapaz que ni siquiera se allana a someterse al test de drogas y encabeza el trayecto colectivo hacia la venezolización total. Contra ella hoy el propio Larry King autóctono, en sus videos, advierte alarmado, como si nada hubiera tenido él que ver en la desfiguración del pasado que ha hecho posible un apoyo mayoritario a la tormenta perfecta que se está avecinando.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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