20 DE AGOSTO DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Chile está caído, qué duda cabe. El mejor período de su historia ya terminó y no pudo finalizar peor. Producto del triunfo del "Apruebo" el rumbo de la nación al despeñadero lo encabezan ahora fuerzas primitivas, violentas y retardatarias. Otro triunfo del mismo "Apruebo" en el plebiscito de salida, que es la última oportunidad de la república de Chile, y la fatalidad será final.

En este decurso el país hoy gasta sus reservas a un ritmo desconocido y se endeuda aceleradamente, lo que nos parece increíble a quienes no hemos olvidado que fuimos acreedores netos del resto del mundo hace unos pocos años.

Una minoría consciente observa atónita este devenir y cómo se van perdiendo nuestras libertades, en medio de un clima de violencia general sólo mitigado por la pandemia. Hasta la libertad de salir a la calle está restringida. Hay regiones en que ni siquiera se tiene la garantía de poder vivir en la propia casa sin que a uno se la quemen.

Todo partió con la rendición y entrega, ante la amenaza sediciosa, de la Constitución que estableció nuestras libertades y las garantiza, aunque, simplemente de facto, ya no del todo.

En uso de las mismas, y cuando todavía se podía, brotó durante 30 años en todo el país un emprendimiento multitudinario de un millón de empresas, que nos llevó al primer lugar en desarrollo humano de América Latina y fue polo de atracción para inmigrantes. Llegamos a ser el país de mayor permeabilidad social de la OECD, en el cual más personas de hogares humildes tenían la posibilidad de acceder a la élite económica.

Por contraste con la paz interna en que los políticos civiles recibieron el mando en 1990, ahora el delito reina en el territorio de la república, la cual los sediciosos hasta se niegan a reconocer como tal. La derrota de la libertad por la violencia de facto la simboliza el hecho de que, cerca de la testera de la Convención Constitucional que concentra todas las miradas, se sienta una vicepresidente en cuyo domicilio se reunieron hace pocos años quienes se preparaban para quemar dentro de su casa a un anciano matrimonio de agricultores. En un continuum posterior que no termina, los pirómanos ayer han dado muerte en la misma zona a otras personas cuya casa también fue quemada. Esto no para y en el sur mandan hoy los pirómanos impunes. Y parece que en la Convención también, a juzgar por el perdón que impulsa para ellos, aprobado por más de dos tercios de los votos.

La inminente ruina nacional a que nos encaminamos hoy, tras tantos renunciamientos, partió con el triunfo del "Apruebo" en el "plebiscito de entrada", el cual tuvo lugar con el inexplicable soporte de parte sustantiva de la élite nacional: del presidente de la Sociedad de Fomento Fabril, del diario "La Tercera" apoyándolo editorialmente; de la poderosa falange de columnistas de izquierda de "El Mercurio" y del propio gobierno "de centroderecha" entre comillas, pues quien lo preside se ha izquierdizado tanto que hoy reclama la principal autoría en la demolición del soporte de nuestro sistema de libertades, la Constitución actual.

Por si lo anterior fuera poco, el ex candidato presidencial por antonomasia de la derecha, Joaquín Lavín, decididamente también se pasó al bando del referido "Apruebo", en la secuela de otros previos renunciamientos suyos y, en fin, vimos a la ex candidata presidencial del mismo sector y hoy alcaldesa, Evelyn Matthei (que debió ser otro baluarte de la defensa de nuestras libertades) negándose hasta hoy a revelar si votó "Apruebo" o "Rechazo" a la derogación del principal fundamento de aquéllas.

En conclusión, la élite política nacional fue decisiva al no defender los principios, valores e instituciones de la derecha. Hoy mismo se debate en una inexplicable división, al instar algunos por apoyar la candidatura presidencial de un adalid del mismo y fatal "Apruebo", personaje que no es de derecha, en lugar de brindar su respaldo al único que sí lo es y luchara en su oportunidad por el "Rechazo" que habría salvado, de triunfar, el sistema de libertades y democracia más admirado del hemisferio.

Es casi patético el esfuerzo que hoy despliegan algunos por convencer a otros, siendo todos de derecha, de la necesidad de votar por el único candidato de derecha y no por otro que no lo es. ¿O va la élite a tropezar de nuevo con la misma piedra (posibilitando el triunfo del "Apruebo" y el despeñadero en que nos hallamos hoy) cuando en el plebiscito de salida se vuelva a presentar el "Rechazo" --si es que la Convención dominada por la izquierda genera algún proyecto-- como la única salvación de la sociedad libre que está a punto de perecer?

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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