27 DE JULIO DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


La sombra de Pinochet está omnipresente en la vida chilena. Léase el art. 130 de la reforma constitucional, nacida del acta de rendición de Piñera y de la democracia chilena ante la izquierda violenta del 15 de noviembre de 2019, y esa sombra se verá. Dice así:

“En el plebiscito señalado la ciudadanía dispondrá de dos cédulas electorales. La primera contendrá la siguiente pregunta: ‘¿Quiere usted una Nueva Constitución?’”.

La respuesta alternativa natural, obvia y de sentido común era “Sí” o “No”. Pero no podía ser, porque “Sí o No” había sido la del plebiscito de Pinochet en 1988. Chile y el mundo se habían dividido entre “Sí” y “No” entonces. Resultado: 56 vs. 44%, influido por los millones de dólares para financiar la campaña del “No” del “Endowment for Democracy” de Estados Unidos y otro tanto de Europa Occidental, que querían “castigar” a quien salvó a Chile del comunismo. Otro rasgo de lo que Oswald Spengler había llamado “la decadencia de Occidente”.

Entonces, para ocultar la sombra de Pinochet, pusieron artificiosamente la alternativa “Apruebo” - “Rechazo”. La parte más inculta y desinformada del país prevaleció y triunfó el “Apruebo”, con 78 % vs. 22 % del “Rechazo”. La mayoría cree que una nueva constitución será un árbol de pascua del cual colgarán regalos para todos.

Por consiguiente se desató la locura y la diputada Pamela Jiles logró llevar a cabo el retiro del 30 % del ahorro previsional, dinero con el cual los chilenos salieron en masa a comprar autos, plasmas y artículos electrónicos, gastándose la plata que era para su vejez. 

Y después de eso la presidente del Senado, Yasna Provoste, pidió darles a quince millones de chilenos dinero mes a mes hasta septiembre, como ingreso familiar de emergencia. Un sueldo sin trabajar. Lo obtuvo. Su nombre se disparó en las encuestas presidenciales y ella acaba de anunciar su candidatura. Parece invencible, imparable: además, es mujer, diaguita, corresponde al fenotipo de la mayoría y regala plata. ¿Quién podrá contra ella?

Pero no falta el antipático que pregunta "¿de dónde sale toda esta plata?" La economista Carolina Grünwald, en “El Mercurio” de 22.07.21, ha tenido la bondad de explicarnos: a diciembre de 2019 los fondos soberanos y reservas de Chile eran de US$ 23.045 millones de dólares, pero ahora “estaríamos cerrando el año con US$ 10.000 millones”. ¡Nos hemos comido más de la mitad de las reservas en dos años! Más encima, habremos pasado de una deuda externa pública del 27,9 % del PIB en 2019 a otra del 34,1 % del PIB en 2021 “con tendencia al alza en el mediano plazo”. La gente que algo entiende saca su plata para afuera: antes había diez mil millones de dólares anuales de ingreso neto de capitales. El año pasado el saldo se tornó negativo en 2.500 millones de dólares, que es lo que se fue del país (Sebastián Claro, columnista de "El Mercurio", 02.05.21).  

Como se da mucha plata sin trabajar, ya la agricultura y la construcción tienen dificultad para encontrar mano de obra, pues ésta, por ahora, no tiene necesidad de ocuparse. Una agencia de empleadas domésticas anuncia su quiebra: ya no hay nanas que se ofrezcan. ¿Cómo va a crecer un país en que tanta gente deja de producir? A este ritmo, en dos años más ya no van a quedar reservas de fondos soberanos ni de la previsión y la deuda externa va a ser tan alta que ningún banco ni entidad financiera nos va a querer prestar, por aumento del riesgo país, salvo a tasas que no vamos a poder cubrir. 

Chile, tras este nuevo "disparo en el pie", va a quedar como está Argentina hoy, pero ya Argentina entonces va a ser como Venezuela hoy... y Venezuela como Cuba hoy. Y, a lo mejor, Cuba ya para entonces va a haber sido liberada, como lo fue Chile en 1973... si la sombra de Pinochet se marcha para allá.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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