31 DE JULIO DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Estoy reviviendo tiempos de hace trece años. En 2008 yo era columnista de “El Mercurio” y escribía contra la idea de apoyar a Piñera en 2009. No sólo ese diario, sino sus lectores, estaban en desacuerdo conmigo. Reproduzco de mi columna del 24.12.08: “Magdalena Concha escribió (cartas al director, jueves 18): “¿Cuántas columnas más destinará Hermógenes Pérez de Arce a boicotear la oportunidad histórica que tenemos los chilenos que votamos por la Alianza de celebrar la llegada de nuestras ideas a La Moneda”? Yo le replicaba que “nuestras ideas” no eran las de Piñera, sino las de quienes votamos “Sí” el 80 y el 88 y que Piñera era del “No” a todo eso. Otro lector, Gerardo Zegers, en carta del 19 de diciembre de 2008, afirmaba que los argumentos míos “están requetecontra dichos y conocidos”, a lo cual yo replicaba que los Diez Mandamientos también y no por eso había que votar por alguien que los contraviniera. Y añadía: “Un amigo de mis hijos me manda decir que está de acuerdo conmigo y que anulará el voto “pero que no le cuente a nadie, porque lo matan en su casa”. En fin, el 31.12.08 escribí mi última columna, no quise saber más del piñerismo y me fui del diario, mientras la “gente de derecha”, impenitente enamorada del mal menor, preguntaba: “¿Qué le pasa a Hermógenes?”.

Bueno, vinieron Piñera 1, Bachelet y Piñera 2, este último de nuevo en brazos de los partidos de derecha, que en el interín habían borrado diligentemente de sus declaraciones de principios todo reconocimiento al gobierno militar. En lugar de traer a Piñera a la derecha, se fueron a la izquierda en la estela de aquél y nos trajeron a donde estamos hoy, ad portas de la demolición final del modelo de sociedad libre a manos del “Apruebo”. Éste fue encabezado por Piñera y la mayoría de sus ministros (entre ellos Sichel), el alcalde Alessandri, el hasta hace poco presidente de la SFF, además, naturalmente, de los demoledores permanentes de la grandeza de Chile, la DC y la izquierda. Es que la derecha en masa se pasó al enemigo.

Y lo que hoy acontece es culpa de su debilidad. Reeligió a Piñera en 2017, tras, literalmente, centenares de blogs míos conminándola a no hacerlo. Ya en 2008 yo me había jugado en la UDI porque llevaran como candidato a José Antonio Kast. Recuerdo que el único parlamentario que me apoyó en esa idea, expuesta por mí ante la juventud UDI de Viña del Mar, fue el senador Jorge Arancibia. Ni siquiera el propio Kast, que era diputado entonces, se la jugó en esa oportunidad. Después sí lo hizo, en 2017, pero entonces la UDI, encabezada por dos líderes del entreguismo, Joaquín Lavín y Pablo Longueira, conspiraron contra José Antonio con un video de amplia circulación, en que afirmaban que no se debía “perder el voto”, pues Piñera 2 estaba a punto de ganar con el 50 % en primera vuelta. Sacó 36 %. Y Cadem predecía que Kast tenía apenas entre 0 y 2 %, pero obtuvo 8 %, doblando a la Candidata DC, Carolina Goic. Cualquier semejanza con el presente no es mera coincidencia.

Si nuestra derecha actual hubiera estado en el gobierno en 1879, le habría aconsejado a Prat y Condell negociar con los peruanos y entregarles los buques nacionales. Gesto equivalente a la rendición de la Constitución en 2019 y al “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución”, no la de 1980, la de la libertad y la democracia y los mejores treinta años de la historia de Chile. Ésa fue entregada como víctima propiciatoria al enemigo.

Así y todo, por ella nos jugamos el 22 % de los chilenos, los que ahora debemos salvar al país. Sólo con una buena derecha, como la de 1879, lo lograremos. Y ello probablemente sólo sucederá después del gran desastre que provocará la mayoría del “Apruebo” actual, antes de que se vuelque en su contra suficiente gente, como lo hiciera en 1973, en busca de salvación ante el desastre generado por la izquierda y todos los que se han pasado a ella.

Entretanto, la derecha entreguista vuelve a traicionar sus propias ideas y le pide a Kast que se retire y apoye a su sepulturero, Piñera 3, que hoy se llama Sichel. ¿O saldrá de alguna parte un Arturo Prat?

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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