21 DE JULIO DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Este país es tan fantástico que anteayer en Wall Street acaparó los letreros luminosos de Morgan Stanley, orientados a los cuatro puntos cardinales, que decían a grandes caracteres: “Sube fuerte la Bolsa en Chile al ser eliminado en primarias presidenciales el candidato comunista”.

Es que Chile hoy hace titulares mundiales. Pues todavía es “the United States of South America”, adonde muchos pobres de Sud y Centro América acuden a aprovechar las oportunidades que les abre el modelo de economía libre, surgido de la Constitución de la Libertad de Pinochet. Pero también hoy el 78 % de los votantes chilenos quiere reemplazarla, porque está escrito que cada ciertos años deben “pegarse un balazo en el pie” (según Robert Haldeman, ex gerente de la Compañía Chilena de Electricidad, que –como él mismo decía y no resisto volver a citarlo-- no era “Compañía”, sino sociedad limitada; ni “Chilena”,  pues sus dueños eran norteamericanos; ni daba “Electricidad”, porque los radicales y socialistas del gobierno le habían congelado las tarifas y por eso no invertía y debía cortar la luz ante el aumento de la demanda en las horas peak). (En Chile no se puede escribir “horas pico”, como en el resto del mundo hispano. Si alguien requiere más explicación al respecto, que visite un baño público y lea lo escrito en sus paredes.)

Es que el candidato comunista Jadue, que encabezaba las encuestas --equivocadas, por lo demás-- perdió ampliamente ante un ¿joven? (35) egresado de derecho que ha reprobado dos veces el examen de grado, pero habla de corrido y promete dar mucha plata a los pobres. Aventajó a su rival comunista porque nunca manifestó, como éste, ganas de "salir a matar judíos" ni que iba a hacer quebrar a las pymes, obligándolas a pagar 500 mil pesos de sueldo mínimo, ni que iba a perseguir a la prensa opositora, como su contrincante. De modo que terminó venciéndolo ampliamente. Y entonces la Bolsa volvió a subir. Pero ni Wall Street ni la Bolsa parecen haberse enterado de que Boric es “un tiro al aire”, pues ofrece repartir mucha plata inexistente. Lo cual, por otro lado, siempre le ha encantado a gran parte del electorado chileno. (Otro día hablaremos de Provoste, que ofrece lo mismo, y está en stand by).

El otro triunfador del domingo, Sichel, es un ex DC que en el pasado se fue más a la izquierda, a “Ciudadanos” de Andrés Velasco, hasta que su tocayo Sebastián Piñera lo atrajo ofreciéndole un alto cargo en su gobierno, el cual aceptó. Tiene una biografía que hace palidecer a las de Madame Bovary y Jean Valjean y que numerosos aspirantes a “Gustave Flaubert o Víctor Hugo chilenos” están al acecho para novelar. 

Tiene un fenotipo del agrado de las clases alta y media-alta chilena (buena estatura y ojos claros) y no tiene la más mínima idea de la historia reciente, como que repite lugares comunes propios de los millenials, que son antenas repetidoras de las consignas del KGB soviético, hoy en el basurero de la historia pero cuyas mentiras permanecen vigentes acá. Eso explica su respuesta al periodista Roka Valbuena, tras éste preguntarle “¿quién es el hombre más malo del mundo?”: “Augusto Pinochet Ugarte”.

Ése ha pasado a ser un “examen de suficiencia” para alcanzar el apoyo de la centroderecha, que en su tiempo clamaba por Pinochet y lo aplaudía. Sebastián Piñera sorteó el mismo examen con honores en 2009, como expartidario del “No” a Pïnochet; y en 2017 por eso mismo y además por haber sido el más sañudo perseguidor judicial de los exmilitares que vencieron al terrorismo marxista, la mayoría de los cuales son, por eso, genuinos “presos políticos” de la centroderecha (condenados por razones políticas y no por lo que dicen las leyes).

Ahora esa misma centroderecha voluble está entusiasmada con Sichel y, como yo apoyo al único candidato presidencial declaradamente de derecha, José Antonio Kast, que votó “Rechazo” a derogar la Constitución y todavía opina lo mismo que Eduardo Frei Montalva, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Patricio Aylwin, la DC casi completa (salvo trece) y yo opinábamos en 1973, es decir, que los militares salvaron a Chile de un autogolpe marxista, las “élites habladoras” a que se refería Paul Johnson vuelven a preguntar, contrariadas, “pero ¿qué le pasa a Hermógenes?”. 

Ya en 2009 y 2017 "Hermógenes" insistía en que preferir a Sebastián Piñera por sobre José Antonio Kast iba a resultar nefasto para el país. Y parece que tenía razón. ¿Volverá a tenerla otra vez?

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

.