MARTES, 18 DE MAYO DE 2021
Hermógenes Pérez de Arce
En los años 40 y 50 un gerente norteamericano muy apreciado por los chilenos y que se llamaba Bob Haldeman sostenía que éste era un país donde cada cuarenta años estábamos a punto de alcanzar el desarrollo y entonces nos pegábamos un tiro en el pie.
Podrá debatirse el número de años, pero no el tiro en el pie. Ese sino de Chile es similar al mito griego de Sísifo, quien subía trabajosamente a la punta de un cerro una gran piedra, sólo para que la misma rodara de nuevo hacia abajo y él tuviera que volver a subirla, por los siglos de los siglos.
No voy a entrar en la discusión de si después del veredicto electoral de ayer éste va a ser en lo sucesivo un país comunista o no, pero sí sé que la mayoría de quienes ganaron el domingo son partidarios de reemplazar la Constitución que garantiza la libertad individual, la propiedad privada y el modelo de economía libre por otro en que predominen la voluntad y la propiedad del Estado, que es lo que propician los comunistas. También sé que de la libertad económica, como decía Margaret Thatcher, dependen todas las demás y por eso no hay libertad política en los países comunistas.
Por añadidura, la mayoría de los elegidos el domingo dice que deben pasar al Estado el agua, la educación, la salud y la minería privada y que se debe indultar a los presos por las recientes asonadas violentas, todo lo cual es lo mismo que propician los comunistas.
Y, finalmente, nos ha llegado una entusiasta felicitación de Nicolás Maduro por el resultado de los comicios y la inminente desaparición del "modelo neoliberal", como él llama al régimen de propiedad privada, libertad de precios y de iniciativas. Junto con eso acabo de recibir un gráfico del crecimiento en Sudamérica entre 1980 y 2020, donde aparece Chile en el primer lugar con 161,1 % y Venezuela en el último, habiendo caído 75,8 %. Y ayer Chile votó masivamente para ser como Venezuela. Si se respeta democráticamente la voluntad mayoritaria, lo seremos.
¿Cuál es el problema, entonces? La mayoría de los chilenos, evidentemente. Y eso no sé si tiene remedio. Pero también es cierto que otras veces la mayoría ha cambiado de opinión y nos hemos salvado de un destino similarmente ominoso al de hoy. ¿Volverá a cambiar y nos volveremos a salvar?
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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