22 DE FEBRERO DE 2021
Hermógenes Pérez de Arce
En este país de malagradecidos con Pinochet hay que decirles que el dólar nunca bajó de precio, como ha bajado en estos días, sino hasta después de que estuvo en marcha el modelo de Pinochet. Cuando yo era niño el dólar valía 31 pesos y bajo los gobiernos radicales de los años cuarenta y cincuenta se multiplicó por treinta y nunca paraba de subir, pues nunca alcanzaban los dólares que había.
Después, mientras fui joven y maduro, tampoco jamás vi que bajara el dólar. Yo creía que eso era imposible. Cuando salí del colegio ya valía diez veces más que cuando entré y cuando salí de la universidad y fue elegido Jorge Alessndri, se había vuelto a multiplicar por tres desde que entré y había llegado a mil pesos.
Alessandri hizo una reforma monetaria para cambiar el peso por el escudo, que valía mil pesos, es decir, un dólar. Se quiso abrir la economía, hacer que operaran los mercados y equilibrar el presupuesto para terminar con la inflación y así nunca más estar devaluando constantemente la moneda, pero en democracia el pueblo nunca ha entendido esas cosas y entre los kerenskys y la izquierda desprestigiaron la política de mercado libre y al que llamaban "gobierno de los gerentes". Como consecuencia, Alessandri perdió el tercio en el Congreso, en las elecciones de 1961, y tuvo que llamar a los radicales y darles ministerios para mantener ese tercio y poder gobernar. Así todo su modelo se fue al diablo, Chile volvió a ser Chile, el dólar volvió a subir sin parar, se volvió a desatar la inflación y el presupuesto volvió a tener déficit tremendos. Por eso he escrito que Jorge Alessandri tuvo partida de caballo inglés y llegada de burro.
Después, en 1964, el país se salvó del comunismo sólo gracias a que la derecha apoyó sin condiciones a Frei Montalva, que no era comunista sino socialista democrático (su campaña prometió eso y una "revolución sin sangre"). Pero el dólar volvió siempre a subir, como de costumbre. Finalmente, los kerenskys del gobierno hicieron lo que mejor saben hacer: entregarles el poder a los comunistas, en este caso votando en el Congreso Pleno por Allende, que era un agente del KGB con la chapa de "Líder" y por eso los rusos le pagaban bien (véase los detalles en el libro del ex agente del KGB, Vasilii Mitrokhin, "El Mundo Estaba Yendo en Nuestra Dirección: La Batalla del KGB por el Tercer Mundo", Basic Books 2006).
Ahí tuvo lugar la política económica de la UP que, descrita en buen chileno, fue "la cueca en pelotas": el dólar negro llegó a los tres mil quinientos escudos (Allende lo había recibido a 25). Entonces Frei, Aylwin y Jarpa formaron mayoría en la Cámara de Diputados y ésta, por 81 votos contra 47, les pidió a los militares poner término a la situación y éstos cumplieron (no sabían que después los kerenskys los iban a traicionar). En 1975 Pinochet. siguiendo la receta de Milton Friedman y los Chicago Boys, "le cortó la cola al perro" de un solo golpe, echando a un tercio de la burocracia y equilibrando el presupuesto. Además, consagró la libertad de los mercados y por segunda vez en el siglo XX (la primera fue bajo Jorge Alessandri) se redujo la inflación, el dólar paró de subir y después se produjo lo que fue bautizado como "milagro chileno".
Como los comunistas han escrito la historia del Chile contemporáneo, porque, como decía George Orwell, "el que controla el pasado controla el presente y el que controla el presente controla el futuro", han desprestigiado a Pinochet. Pero toda la plata que hoy día se está gastando en regalarles tantas cosas y entre ellas vacunas a los chilenos viene de que en 1975 aquél terminó con el déficit fiscal, abrió la economía, liberó los precios, devolvió fábricas y fundos tomados y respetó la propiedad privada, todo lo cual llevó a Chile el '89, último año de Pinochet, a ser el país de más alto crecimiento en América Latina y, poco después, a tener el PIB per cápita más alto del subcontinente. A partir de eso se juntó toda la plata en reservas que nos permitieron llegar a ser acreedores netos del resto del mundo, en lugar de estar siempre debiendo hasta la camisa, como siempre había sido habitual y nos habían dejado los gobiernos políticos.
Y ahí entonces se juntó toda esta plata que se está repartiendo ahora, entre otras cosas, para darles vacunas gratis a todos los chilenos, lo que le ha permitido a Piñera remontar desde el seis por ciento de aprobación que tenía hace unos meses al 23 por ciento de hoy, que es lo único que le importa, junto con salir en la tapa de los diarios y estar todos los días en la televisión.
Pero la vacuna gratis se la deben los chilenos que la están recibiendo a Pinochet, que es gracias a quien se juntó la plata. El hecho de que el dólar baje alguna vez también se debe a él. Pero en su gran mayoría los chilenos no tienen idea de eso y, con Piñera a la cabeza, están dedicados a desmantelar el modelo de Pinochet, a quien nadie se atreve a nombrar. Hasta algunos siguen intentando dictar una ley para meter preso a quien elogie a su gobierno.
En fin, ahora, cuando colectivamente una gran mayoría de compatriotas está destruyendo el modelo, "matando la gallina de los huevos de oro"; cuando la deuda pública crece sin parar y el déficit del presupuesto se acerca al 8 % y es el mayor desde la UP en 1973, todos están felices porque tienen vacunas gratis y eso hace subir a Piñera en las encuestas. Pero mientras se gastan reservas y ahorros al compás del baile de la Pamela Jiles, asegurando que "lo comido y lo bailado no se los va a quitar nadie", que sepan que cuando todo se acabe, no van a volver a tenerlo sino sólo con otro que sea capaz de hacer lo mismo que hizo Pinochet.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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