Gonzalo Rojas S.
Han terminado las votaciones para elegir la nueva mesa de la Convención Constitucional.
No sólo fue un triste espectáculo, sino que también fue una iluminadora situación sobre lo que sucederá continuamente entre los ‘aliados’ de circunstancia, el Frente Amplio y el Partido Comunista.
Que se hayan enfrentado una vez más al interior de esa instancia, revela hasta qué punto los veremos en continua contradicción durante su gobierno ‘común’.
La razón es muy sencilla: ambos conglomerados aspiran a la Hegemonía, definida como el conjunto de procedimientos, redes y mecanismos de poder que permiten el control de la sociedad. En virtud de sus matrices ideológicas -Gramsci y Laclau para el Frente Amplio, Lenin y Gramsci para el Partido Comunista- es imposible que uno de los dos grupos renuncie a la búsqueda del control del poder total, y en esa tarea se encontrará -a veces frontalmente, otras ‘demediolau’– con su competidor directo.
El Frente Amplio gozará de la titularidad del Ejecutivo y de aquellos ministerios que Gabriel Boric quiera adjudicarle; controla municipios muy importantes (Viña del Mar, Maipú, Ñuñoa y, en cierta medida, Valparaíso); tiene bancadas numerosas en la Cámara y en la Convención; posee buena presencia en el mundo universitario. Los frenteamplistas buscarán, además, desplegarse mejor en los colegios profesionales, entre los intelectuales, comunicadores y artistas, en la red de ONGs que canalizan a todas las autodenominadas minorías y, finalmente, potenciar su inserción en los territorios locales.
A su lado, el Partido Comunista necesita validarse como una institución supuestamente democrática, con vistas a la próxima elección presidencial, donde Claudia Pascual o Karol Cariola serán sus cartas preferidas. Para eso, debe competir necesariamente con el frente amplio en la búsqueda de la Hegemonía. O lo hace en los próximos cuatro años o verá como otro frenteamplista ‘le come la color’.
Por eso, pedirá ministerios de mucha eficacia en el trabajo con la base social, pero de poca exposición pública; utilizará en la calle a sus numerosas organizaciones de fachada que, sin representarlo abiertamente, validan después las demandas comunistas en la asamblea local. Como el aparato del Estado estará en parte al servicio del PC, gobierno y calle se conjugarán armónicamente.
Y esa acción se apoyará, además, en los activos con los que cuenta la colectividad marxista: una excelente representación parlamentaria y una activísima bancada en la Convención; notable presencia en los colegios profesionales y la CUT, y un activismo constante en universidades y liceos; entre otros, dos municipios importantísimos -Santiago y Recoleta- más un amplio despliegue entre artistas, comunicadores e intelectuales, y miles de células activas en la base social.
Las fuerzas están bastante equiparadas: la lucha por la Hegemonía va a ser -ya está siendo- dura y cruel.
Quizás algún viejo izquierdista, de aquellos de la Unidad Popular, pueda contarles cómo esa disputa colaboró decisivamente al fracaso rotundo del gobierno Allende.
Fuente: https://viva-chile.cl/2022/01/la-lucha-por-la-hegemonia/
.