Gonzalo Rojas S.
La elección primaria del domingo 18 de julio ha dejado a la auténtica derecha chilena en buenas condiciones para enfrentar los desafíos de noviembre y diciembre próximos.
Por una parte, porque sigue habiendo un candidato muy fuerte en la izquierda rupturista, lo que constituye un gran peligro para Chile. Y siempre que la derecha comprende la gravedad de una situación como la que hoy se enfrenta, sus fuerzas se potencian y multiplican.
Por supuesto, estamos hablando de una derecha auténtica, esa derecha que hemos definido en otras oportunidades -y por eso ahora no abundamos en el punto- y que se diferencia significativamente de los cuatro candidatos que competían en las primarias de Chile Vamos.
Por otra parte, porque sobre esta derecha -la integrada por muchísimos independientes y que se sabe conducida por José Antonio Kast y por el Partido Republicano- están haciéndose sentir ya las presiones para que apoye en primera vuelta el candidato Sichel. Y estas presiones son tan arbitrarias como las que Longueira y Lavín ejercieron sobre el electorado en 2017, afirmando que con los votos que se desviaran de Kast a Piñera, éste ganaría en primera vuelta (¡que no se nos olvide nunca esa farsa comunicacional!).
Esta vez, la derecha auténtica tiene muy buenos datos para desechar esa pretensión de los derrotistas de siempre.
En primer lugar, más de la mitad de los electores de Chile Vamos no votaron por Sichel, lo que los habilita para poder elegir legítimamente entre Kast y el independiente proveniente de la DC y Ciudadanos, es decir un hombre de centro izquierda. La UDI, RN y Evópoli no lograron alinear ni a sus parlamentarios ni a sus simpatizantes con sus propios candidatos, por lo que mal pueden exigirles ahora que voten por alguien que ni siquiera pertenece a uno de los partidos de la coalición.
En segundo lugar, porque tanto los votos de Sichel (659 mil) como los votos sumados de Lavín, Briones y Desbordes (678 mil), con todos los apoyos económicos y partidarios que estuvieron en juego, superan apenas a los que Kast obtuvo el 2017, sin maquinaria partidista y con fondos limitadísimos (533 mil). O sea, que no vengan los supuestamente grandes a tratar de comerse al supuestamente chico.
A continuación -y aunque es imposible cuantificarlos- todos sabemos que hubo muchos miles de votos de Chile Vamos que fueron a parar a Boric, para derrotar a Jadue. Esos sufragios no estuvieron disponibles para ninguna de las cuatro opciones oficialistas, por lo que no hay derecho alguno a exigirles una adhesión a Sichel. Y no cabe duda que esos electores, decididamente anticomunistas, se sentirán mucho mejor representados por Kast que por el ex ministro.
Finalmente, porque nunca hemos de olvidar que los cuatro postulantes de Chile Vamos eran hombres del Apruebo, personas que hicieron posible con sus campañas que hoy el país esté entregado a una mayoría insurreccional que desde la Primera Línea se ha trasladado ahora a la Convención. Sichel, Lavín, Briones y Desbordes tienen responsabilidad directa en la caótica situación de la Convención. Por eso, la derecha verdadera tiene la oportunidad de captar un voto nuevo, el voto del “Yo me arrepiento” -que obviamente proviene del Apruebo- y sumarlo a ese sólido 22% del Rechazo.
El voto “Yo me arrepiento” está disponible, y no será para Sichel.
Fuente: https://viva-chile.cl/2021/07/la-derecha-una-opcion-real/
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