Gonzalo Ibáñez Santamaría
El día 4 de septiembre del año pasado, 2022, la ciudadanía se pronunció de manera categórica de cara al proyecto de nueva constitución que se le presentó para su aprobación o rechazo. El rechazo, fue aplastante, ratificando así el sobrenombre con el cual fue conocido ese proyecto: Mamarracho. No podía calificarse de otra manera un proyecto que, entre otros objetivos, pretendía refundar Chile y dividirlo en naciones artificiales que, a poco andar se iban a convertir en antagónicas, las unas contra las otras. En suma, un Mamarracho.
El pasado día 7 de mayo la ciudadanía volvió a las urnas para elegir un Consejo destinado a elaborar un nuevo proyecto de Constitución. Confirmando la votación del 4 de septiembre, esta vez eligió mayoritariamente a quienes representan las corrientes de ideas más tradicionales de nuestra patria de modo de asegurar que ese nuevo proyecto fuera la expresión de la realidad y de la historia de Chile dejando de lado, de manera abrumadora, la posibilidad de volver a los experimentos del anterior intento.
Pero, los miembros de ese Consejo van a trabajar sobre la base de un texto redactado por una comisión de expertos. Esta comisión fue elegida por los partidos políticos en proporción a su presencia en el Congreso, por lo tanto, con una afinidad a los experimentos todavía muy peligrosa. Y eso ya está quedando a la vista por lo que se conoce del anteproyecto que están terminando de elaborar.
Hay muchos puntos discutibles: la familia, la protección de la vida, la libre iniciativa de las personas, el predominio de las cúpulas de los partidos sobre sus parlamentarios. Pero, tal vez, el mayor sea la definición que dan de Chile como “Estado social y democrático de derechos” en virtud del cual se impone al Estado la carga de financiar innumerables derechos sin que se diga nada acerca de cómo ese Estado va a producir los recursos necesarios. De hecho, su formulación provino de los sectores más emparentados con el socialismo y el marxismo y por eso entonces aparece como un enunciado demagógico que, al final, puede tener las peores consecuencias, incluso sobre la libertad de las personas.
Y todo esto en medio de una multitud de capítulos, párrafos, números que parece nunca van a acabar. El texto es así un verdadero mamotreto de muy difícil lectura y comprensión y, sin duda, va a hacer muy difícil la tarea del Consejo Constitucional si éste quiere terminar su labor con un texto más simple, más fácil de comprender y, sobre todo, desprovisto de la carga que le imponen estos resabios del socialismo que están presente en este anteproyecto.
No es extrañar, por lo mismo, lo que nos enseñan sucesivas encuestas: cómo la alternativa de Rechazar en el próximo plebiscito de salida va creciendo hasta casi alcanzar la mitad de los electores. Así como, en su momento, se rechazó el Mamarracho, ahora puede ser que se rechace el Mamotreto.
Fuente: https://web.facebook.com/gonzaloibanezsm
.