Gonzalo Ibáñez Santamaría
Al momento de iniciarse una campaña para elegir quienes tendrán la misión de redactar una nueva constitución para Chile, son muchas las preguntas que brotan acerca del contenido de ésta. Entre otras, las referentes a muchas ideologías y doctrinas que quieren ser predominantes en esta hora. Hoy, me quiero ocupar del marxismo o comunismo.
El año 1937, en su encíclica Divini Redemptoris, el Papa Pío XI calificó al comunismo como intrínsecamente perverso. Con posterioridad, esta categórica afirmación ha desaparecido de los manuales eclesiásticos, hasta el punto de que, sin duda, para muchos que leen hoy estas líneas, ella les aparecerá como novedosa, pero muy cierta. Nunca la humanidad había sufrido un desastre más colosal que el que trajo aparejado el sistema comunista vigente durante más de setenta años en casi la mitad del mundo. El nazismo había sido horrible, sin duda, pero aun sus horrores fueron largamente sobrepasados por los del comunismo. Sobre Chile, pionero en el mundo en liberarse de esta plaga, ella vuelve ahora a planear. Por eso, conviene volver a la vieja sabiduría de este Papa para conocer qué tenemos al frente y cuál es el enorme peligro ahí encerrado.
En el comunismo, nos enseña Pío XI, “Un pseudo ideal de justicia, de igualdad y de fraternidad en el trabajo satura toda su doctrina y toda su actividad con un cierto misticismo falso, que a las masas halagadas por falaces promesas comunica un ímpetu y un entusiasmo contagiosos”. Cuando ha conquistado así a un número importante de personas, especialmente jóvenes, los dirige como carne de cañón a la conquista del poder, para así dar curso a sus propósitos de dominación total: “los comunistas afirman que el conflicto que impulsa al mundo hacia su síntesis final puede ser acelerado por el hombre. Por esto procuran exacerbar las diferencias existentes entre las diversas clases sociales y se esfuerzan para que la lucha de clases, con sus odios y destrucciones, adquiera el aspecto de una cruzada para el progreso de la humanidad. Por consiguiente, todas las fuerzas que resistan a esas conscientes violencias sistemáticas deben ser, sin distinción alguna, aniquiladas como enemigas del género humano”.
Es, por lo demás, lo que estamos viviendo en Chile. La conclusión a la que llega el Papa no deja lugar a dudas: “Procurad, venerables hermanos, con sumo cuidado que los fieles no se dejen engañar. El comunismo es intrínsecamente perverso, y no se puede admitir que colaboren con el comunismo, en terreno alguno, los que quieren salvar de la ruina la civilización cristiana. Y si algunos, inducidos al error, cooperasen al establecimiento del comunismo en sus propios países, serán los primeros en pagar el castigo de su error; y cuanto más antigua y luminosa es la civilización creada por el cristianismo en las naciones en que el comunismo logre penetrar, tanto mayor será la devastación que en ellas ejercerá el odio del ateísmo comunista”.
Como para que no lo olvidemos.
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm
.