Escribo estas líneas el día del aniversario del natalicio del general Bernardo O´higgins (20 de agosto). Mi curioso lector se preguntara ¿Y qué hay de especial en ello?... ¡más allá de la coincidencia calendaria, nada hace suponer que exista relación entre ambos hechos!
Lógica reflexión para la época que vivimos. Hoy, la vorágine del día a día nos tiene sumidos en un presente episódico lleno de urgencias, donde “todo es para ayer…”, o simplemente “no te preocupes, mañana lo veremos…”. Vivimos un presente agobiante, angustioso, donde no hay tiempo para lo importante, menos para la reflexión, no existe pasado que valga y mucho menos un futuro que preocupe.
Dados los tiempos que corren, ¿Qué importa lo que paso ayer? ¿Quién relaciona el hoy con hechos del pasado? Además, si el futuro no lo podemos profetizar ¿para qué preocuparse?... ¡Más nos vale vivir intensamente el presente!
Esto que nos puede parecer obvio y nimio, es preocupante, es… la forma en que la izquierda nos han ido arrastrando -lenta e inexorablemente- a un presente que niega toda relación con la historia verdadera, con aquella época donde fuimos capaces -en plena guerra fría- de anticiparnos a los tiempos y derribar “los muros de la ignominia”, 16 años antes del resto del mundo…
A punta de museos, memoriales y de monsergas ideológicas -que no se cansan de repetir-, la izquierda y sus secuaces nos han cambiado la historia… y han convencido a un sinnúmero de incautos de que fueron ellos los que reconstruyeron nuestra democracia y los que generaron el desarrollo que hasta hace poco nos posicionaba como un referente a nivel mundial.
¡Del futuro ni hablar! Es sabido que, si las dirigencias políticas quieren ejercer un buen liderazgo, deben ir delante de la sociedad… deben tomarle la delantera a los tiempos. En nuestra realidad es exactamente al contrario, van a la zaga, carentes de toda capacidad anticipatoria nos han transformado en una sociedad reactiva, donde el futuro ofrece sólo… más de lo mismo o el mal menor…
Negar el pasado (cambiando la historia), y no hacerse responsables del futuro (conformándose con vivir el día a día)… son los mayores pecados de nuestros dirigentes políticos… ¡Si no honran el pasado, jamás podrán construir un mejor futuro!
No se trata de quedarse en el ayer ni negar que vivimos un presente activo, dinámico, desafiante... Lo que estas líneas subrayan es que… todo tiempo presente, contiene su pasado y su futuro.
San Agustín en su obra “Confesiones” (siglo V d.C) nos señala que el tiempo es tres veces presente… El presente del pasado, el presente del presente y el presente del futuro. En otras palabras… lo presente de las cosas pasadas -su memoria y su historia-; lo presente de las cosas presentes -el hoy, el aquí y el ahora-; y lo presente de las cosas futuras -la expectativa del mañana-
Lo conjeturado en estas líneas, el inicial recuerdo de O´higgins y la proximidad al mes de la patria, se terminan transformando –por obra y magia de la pluma- en una invitación a salir del letargo, recuperar la verdad histórica, enaltecer nuestro pasado, honrar a nuestros soldados y construir un futuro sobre la sólida base de un auténtico… “Memorial de la Verdad”.