La proximidad al mes de septiembre, el término del Gobierno de la Presidente Bachelet y las elecciones de noviembre, nos están revelando una trayectoria de la política nacional muy poco halagüeña y más que nada amenazadora. Lo habíamos anunciado, pero creo que la realidad ha superado todo lo razonable… ¡con quien he conversado me confiesa estar “épaté”!
Sospechábamos que en estos días seríamos testigos de acciones destinadas a “manosear” la contingencia con el propósito de tergiversar, en forma definitiva, la historia de lo ocurrido en nuestro país en el último medio siglo. ¡Oh sorpresa… nos quedamos cortos!
Ante la contingencia política, económica, y social que vive el país, y ante la evidencia de que la posibilidad de volver a ser gobierno en noviembre es nula, se ha desatado un delirio político oficialista que ha despertado en la Presidente Bachelet la intención de dar un “tiro de gracia” a la reconciliación y a la concordia entre los chilenos.
Haciendo caso omiso de un rechazo superior al 70%, Bachelet no se contiene y las emprende contra la convivencia nacional y la paz social.
Esta actitud de la mandatario me recuerda al protagonista de “Matar un elefante” (Shooting an Elephant), ensayo escrito -1936- por George Orwell donde el protagonista, incitado por unos pocos, decide desafiar a un inocente paquidermo, al que mata debido a las expectativas que había generado en los lugareños, acto que justifica diciendo: “si no lo hago la gente se reiría de mí” (…) “no soy más que un absurdo títere manipulado, una y otra vez, por la voluntad de los que tengo detrás de mí…”. El personaje reconoce culposamente “…la gente me despreciaba (pero) esta ha sido la única vez que me he sentido suficientemente importante…“ (sic). (Cualquier similitud es…).
La referencia anterior nos confirma que estamos frente a autoridades que muestran síntomas de una vida mental averiada y para quienes odiar y ejercer su enorme capacidad de antagonismo -sea contra quien sea y por el motivo que sea- se ha convertido en su “leitmotiv”.
A todas luces, asistimos a un proceso de omisión y negación del pasado reciente lo que sin duda condiciona negativamente el futuro político hacia el cual debiéramos proyectarnos. La iniquidad y el olvido del pasado, así como la tergiversación de la historia, producen un contexto desfigurado, ilícito e ilegítimo que, sumado a un “oscurantismo general”, constituyen el mayor peligro que acecha a nuestra sociedad.
El anuncio de que se cerraría el Penal Punta Peuco; el revivir la idea de que al Presidente Frei Montalva lo asesinó su propio amigo y médico -el doctor Silva-, así como todas las arremetidas comunicacionales que se han iniciado contra los militares, no son más que un pálido reflejo de la demencia que ha atacado al conglomerado gobernante y que amenaza peligrosamente la convivencia nacional.
Por último, concluirá conmigo mi cuerdo lector que las “últimas maniobras” de La Moneda dan cuenta del desequilibrio mental de quienes están en el gobierno y de la propia Presidente Bachelet, manifiesto en la percepción distorsionada que tienen de la realidad; en la pérdida del autocontrol y en la reiteración de comportamientos incoherentes…, “conductas propias solo de una “esquizofrenia política” tan grande que tal vez no nos dé tiempo ni siquiera para que… ¡Dios nos pille confesados!