Cristián Labbé Galilea


Opinar y dar cátedra sin conocimiento es el colmo de la pedantería y de la bobada. Lamentablemente esta costumbre se está repitiendo mucho en nuestra realidad política, produciendo un daño irreparable en nuestra convivencia. Tal es el caso de quienes las han emprendido contra la Justicia Militar.

Los que así proceden… repiten incautamente, como loros insulsos, los argumentos de quienes sí saben lo que buscan: debilitar a las Fuerzas Armadas. Es cierto que la bobería humana pareciera no tener límites, pero sorprende que legisladores, académicos de derecho, Centros de Pensamientos etc., quienes debieran tener claros los fundamentos de la existencia de este tipo de justicia especializada… guarden riguroso silencio.

A pesar de no ser letrada esta pluma, recuerda a sus parroquianos que los tribunales especiales, en merito a su singularidad, a su eficiencia y a una justicia justa, son una realidad en todas partes del mundo. En nuestro país, por ejemplo, existen tribunales tributarios, aduaneros, laborales, de familia, etc.… entre ellos los tribunales militares, los que han existido históricamente.

Nadie duda que los miembros de las Fuerzas Armadas al profesionalizarse y jurar ante Dios y la Bandera obedecer las órdenes de sus superiores para defender con su vida la paz y la tranquilidad de la Patria, dejan de ser civiles y asumen una diferencia insoslayable frente al Derecho…

Baste señalar que los militares no tienen derecho a huelga, a protesta, a horario de trabajo, ni a estabilidad de residencia; viven arriesgando sus vidas en tierra, aire y mar, además de enfrentar la agresividad interna o externa. Por lo mismo, el orden institucional ha contemplado para ellos, entre otros, un sistema de previsión, de salud y de justicia, diferentes a los de un civil común y corriente.

Es irrefutable entonces que la Justicia Militar debe existir como jurisdicción especializada, destinada a resolver asuntos penales que tengan que ver con las funciones que cumplen las Fuerzas Armadas, tal como operan los otros tribunales especializados mencionados.

En pocas palabras y sin rodeos, como acostumbra esta pluma, la razón esencial para la existencia de la Justicia Militar es, en primer lugar, que los jueces civiles no dominan la doctrina ni la experiencia para llevar causas donde hay involucrados miembros de las Fuerzas Armadas, y; en segundo lugar, quizá la razón más importante, es que en el último tiempo la justicia ordinaria ha estado extremadamente ideologizada y sesgada.

Tan ideologizados están nuestros tribunales que para los militares no existen las normas del debido proceso, ni la “cosa juzgada”, las amnistías, ni los beneficios carcelarios a los que puede aspirar cualquier persona privada de libertad… amén que los militares son los únicos ciudadanos de este país juzgados por un sistema que fue derogado por injusto e inquisidor.

En suma, todo justo parroquiano debiera rechazar categóricamente las intenciones de quienes quieren, a través de intervenir la Justicia Militar, socavar el rol de las Fuerzas Armadas en el ordenamiento institucional. Que nadie se mueva a engaño, los tiempos no están para… ¡comulgar con ruedas de carretas!

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