Cristián Labbé Galilea
Después de cuatro años de inestabilidad y confusión política, pareciera que el país llega a un momento vital para su futuro, no solo institucional, sino en todas aquellas áreas que afectan directa o indirectamente la vida de sus ciudadanos: seguridad, economía, educación, salud, bienestar, etc., todas sin excepción, incluida la resentida convivencia cívica.
No habrá “una casa para todos”; muy por el contrario, cada sector político se declarará ganador, buscará hacerse fuerte en “su parcela” para mantener su cuota de poder, y seguiremos con la misma monserga. Una vez más, la sociedad política habrá demostrado incapacidad para representar las necesidades reales de nuestra gente que, como siempre, quedará a la intemperie.
La forma en que se ha desarrollado la campaña de las opciones del 17D, es una clara demostración de la polarización a que nos ha llevado un proceso que desde su origen fue espurio. Además, basta haber visto la franja… un festín de mentiras y ambigüedades, de interpretaciones torcidas, amén de las descalificaciones y acusaciones cruzadas de uno u otro bando…
La confusión ha sido mayor, nadie entiende nada; dentro del mismo sector político unos dicen una cosa y otros dicen otra, campean las anulaciones… “los Azules” se acusan destemplada y odiosamente unos a otros; lo propio ocurre entre “los Rojos”, unos dicen ser “Rojos – Rojos”” acusando a otros de ser “Rojos deslavados” …
Se agrava lo anterior, si consideramos a las encuestas y vaticinios indicando que los resultados serán estrechos, y que la diferencia entre ambas opciones será leve. Cuando eso suceda vendrán “las pasadas de cuenta”, caerán cabezas, se sincerarán diferencias y brotarán discrepancias… Habrá circo por un buen tiempo. Pero, como en toda contienda, habrá vencedores y vencidos…
La gran derrotada será la sociedad política. A ella, el ciudadano de a pie le habrá demostrado su hastío y desazón. Por lo tanto, ningún sector podrá sentirse ganador, ningún conglomerado político podrá ocultar su falta de convocatoria, su inoperancia y distanciamiento con la realidad del ciudadano común.
No se desaliente, mi optimista contertulio, porque ¡sí hay un gran vencedor…!: “La Sociedad de la Libertad”. Una vez más, la ciudadanía habrá comprobado que los 50 años de estabilidad política, progreso económico, bienestar social y paz cívica… es decir, el modelo institucional y político que generó el “Milagro chileno” se encuentra “sustantivamente” en ambas alternativas.
Que ningún sector político, entonces, se haga con la victoria, porque el país, el ciudadano de a pie… “Moyita”, aprendió que los grandes desafíos se arreglan con libertad, crecimiento, gestión y buenas políticas públicas… no con politiquería ni demagogia.
Por último, esta optimista pluma comparte con sus parroquianos la convicción que, después de cuatro años de oscurantismo, hay que darle un giro copernicano a nuestro rumbo político, y para ello es indispensable que surja, después de este infortunio, una persona que muestre un liderazgo real, valiente y claro. Nada se pierde con tener esperanzas, porque… “la esperanza es un buen desayuno después de una mala noche”.
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