Cristián Labbé Galilea


¿Quién se ha librado de saborear ese gustillo amargo y esa molestia percibida cuando no se dice lo que se piensa? Nadie puede negar que, por diferentes razones -prudencia, cordura, recato, mal entendidas lealtades…-, más de alguna vez se ha visto impelido a callar cuando se quiere decir lo que en verdad se siente.

Al ser testigos del “circo político” que se ha montado en estos días, resulta imposible callar la turbia impresión que han dejado los señores políticos, tanto “moros como cristianos “. Tendrán mil razones … pero lo cierto es que el espectáculo ha sido desastroso: ¡Ganaron los que perdieron y perdieron los que ganaron!...

El plebiscito del 4S fue categórico: perdió el gobierno y la izquierda refundacional, ganaron quienes rechazaron traicionar 200 años de vida republicana. Sin embargo, las dirigencias políticas se dieron maña para desconocer esos resultados y… “volver a empezar”; después de soporíferas reuniones, a puerta cerrada, a espaldas del mandante (el pueblo llano), perpetraron un nuevo acuerdo y “muy acotado” itinerario, para que: “ahora sí” resulten los intentos refundacionales.

Recuerdo a mis ilustrados parroquianos que ‘plebiscito’ viene del latín “plebiscītum”, es decir “plebis” (pueblo llano) y ‘scītum’ (mandato); su traducción literal es ‘Mandato del pueblo”, precisamente ese mandato violado en estos días con un espurio acuerdo para reiniciar un largo y costoso camino hacia… lo que nadie quiere.

Imposible que esta pluma no recuerde a sus feligreses el plebiscito de 1988, donde también había sólo dos opciones, Sí y No, que definían si Augusto Pinochet seguía o no un nuevo período. El resultado fue 44,01 % por el «Sí» y 55,99 % por el «No», cifras bastante más estrechas que las del 4S, donde el Rechazo alcanzó al 62%.

En aquella memorable ocasión, ¡Se perdió y se perdió…! Pero se cumplió la palabra empeñada y se respetó la voluntad soberana del pueblo: en 1990 se entregó el poder, y antes (julio 1989), en un plebiscito consensuado entre el gobierno y todos los partidos políticos de la época, se ratificó y validó, con el 92%, la actual Constitución. De eso hoy nadie se acuerda…

Puede imaginar, mi “abatido” lector, qué habría pasado si, en esa oportunidad, alguien hubiera dicho: ¿y si hacemos un nuevo plebiscito y establecemos un nuevo itinerario? La oposición de entonces, hoy en el gobierno, habría incendiado el país… Las cosas han cambiado… todo se ha licuado: la palabra, los principios, los valores, la moral…

Es más legítimo, frente a esa evidencia, que el ciudadano común pregunte: ¿la educación cuándo?..., ¿la salud cuándo?..., ¿la seguridad cuándo?... ¿Cuándo los verdaderos problemas tendrán esa prioridad, firmeza y tenacidad para llegar a soluciones concretas?

Por último, para no quedar con ese gustillo agrio que se siente cuando no se dice lo que se piensa… esta vetusta pluma llama a sus jóvenes parroquianos a que no se dejen engañar, recordándoles que… sólo los necios engullen la mentira de un sorbo… ¡la verdad se bebe… gota a gota!

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