Cristián Labbé Galilea


Se acabaron las vacaciones… y aquellos “desconectados”, por sanidad mental, han sido puestos al día… abruptamente. Imposible soslayar lo que está pasando en el mundo y en la “copia feliz del Edén”.

La guerra, algo que nos parecía lejano, hoy golpea el corazón de occidente, y por “estos pagos” estamos a días de empezar a despejar los enigmas que encierra el nuevo gobierno.

De la Guerra mejor ni hablar, todo es aterrador y, su evolución... impredecible.

Inciertos, a otra escala por supuesto, son los días que nos esperan con el “Gobierno Boric”; si bien, las nominaciones de las principales autoridades nacionales y regionales dan cuenta que se trataría de personajes -en general- de buen currículo, preocupa el pasado activista de unos y la inexperiencia de otros…

Inquieta también que las expectativas de cambios son una “Espada de Damocles” que pende peligrosamente sobre la cabeza del gobierno, y persisten las dudas de cómo enfrentaran los principales problemas que afectan nuestra realidad: la seguridad, la Araucanía, la migración, el estado de derecho, la situación económica… y por supuesto la Convención Constituyente.

Para muchos, la suerte del proceso constituyente está indisolublemente ligada a la suerte del Gobierno de Boric. Tanto así que los propios convencionales han dicho abiertamente que esperan contar con un respaldo explícito y sustantivo del Presidente. Sin embargo, todo pareciera indicar que, como van las cosas, sería recomendable “darle un par de vueltas al tema”.

Es de toda lógica, si las proposiciones y los acuerdos del trabajo de la convención dan cuenta de una “euforia refundacional total” de nuestra institucionalidad, lo que más que una utopía… es a todas luces una locura.

Tan absurdas, extremas y radicales son las propuestas constitucionales, que cada vez aumentan los que votaron “Apruebo” y, convencidos que… ¡esto puede terminar mal!, están dispuestos a votar “Rechazo” en el plebiscito ratificatorio.

Así las cosas, la posibilidad que se rechace la propuesta de la constituyente es real, y eso lo intuye Boric y su equipo, lo que debiera sugerirles cautela a la hora de apoyar la propuesta de los convencionales.

Para el Presidente serán cuatro meses difíciles, y no va a querer ser parte de algo destinado al fracaso.

Por último, es lógico además suponer que Boric esté pensando en que aquello que se propone, a quien afecta principalmente es a él y a su gobierno. Es el Presidente quien pierde poder… en beneficio del Congreso, de regiones, colectivos y estamentos...

También es lógico que piense que fue elegido para gobernar dentro del marco en que lo hicieron sus antecesores…

“Por qué ahora me van a quitar el piso y a cambiar las reglas” transformándolo en una figura decorativa de un país fragmentado en regiones autónomas, territorios indígenas y múltiples otros colectivos.

Así las cosas, y de vuelta de vacaciones, esta optimista pluma piensa que los enigmas sobre el nuevo gobierno se mueven “entre la desazón y la esperanza…”.   Mi hábil lector concluirá cuál es la desazón y cual la esperanza.

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