Cristián Labbé Galilea


Un parroquiano que voló al viejo mundo el día de las elecciones, me confesó la sorpresa que le causó el aplauso cerrado de los pasajeros cuando el Capitán informó por los parlantes que Boric había ganado las elecciones. Le aclaré que la situación no tenía nada de extraña… ¡Eso es Chile!, los chilenos somos super patriotas cuando estamos fuera del país.

Además, hay que considerar que, después de cada elección, viene una “luna de miel política”, algo así como un “periodo de gracia” en el cual opositores y partidarios dan cierto “crédito politico” al ganador y la prensa no ahorra loas sobre sus virtudes y cualidades, especialmente si es de izquierda.

Por lo mismo, poca mención se hace a las acciones violentistas del Presidente Electo como dirigente estudiantil, a sus quebrantamientos al orden, a sus amenazas a Carabineros y FF.AA, al actual Presidente e incluso a la Concertación, o a sus votaciones rupturistas como parlamentario. Hoy todo es “dulzura”: se trata de un joven idealista, de un poeta “mistralino” (por su admiración a la Mistral), de un moderado político que ha experimentado un cambio radical, desde el antes al ahora.

Sin pretender ser aguafiestas, y después de ver las últimas actuaciones del juvenil Mandatario Electo, esta pluma incrédula resolvió aplicarle al susodicho el “Test del Pato”, concepto que popularizó el Cardenal Americano Richard Cushing al referirse a Fidel Castro en 1964, diciendo… “Si parece pato, nada como pato, y grazna como pato, probablemente sea un pato”.

Derivado de esa “zoológica investigación”, y al comprobar que va pasando el tiempo y se van acercando los momentos de la verdad, empieza a aparecer la preocupación: si no estaremos frente a una actuación del tipo de las de Fidel, Chávez o Allende, para luego darnos cuenta que se trataba de una quimera… de “ilusiones perdidas”.

Buscando la objetividad, esta pluma se pregunta si estamos frente a un “caso señero” -un joven visionario o un novel estadista-, y no frente a una parvada de “cabros chicos” que, en su inexperiencia, creen que la política y la acción de gobernar son como jugar “Play Station” … o cambiarse el “look” de un corte “mohicano” a una barba cuidada.

Lamentablemente las cosas no son tan sencillas, y lo que se echa de menos en las nuevas autoridades es su “Cosmovisión”, esa imagen general sobre: la persona, su existencia; la sociedad y su desarrollo; la libertad y el bienestar; el orden, los deberes, los derechos y la justicia justa; en el fondo si comprenden la sociedad como “un todo”, que reconoce percepciones, conceptuaciones y valoraciones diferentes pero que conviven civilizadamente.

Palmariamente se está viviendo el tradicional periodo de gracia, esa corta luna de miel política, pero resulta increíble que políticos, analistas, investigadores, historiadores, gurús de las comunicaciones, académicos, dirigentes gremiales, e intelectuales… no adviertan que, así como van las cosas “los chicos” de La Moneda Chica nos pueden llevar a una crisis… “muy grande”.

.