Cristián Labbé Galilea
Conociendo las negativas experiencias vividas por las sociedades que han caído en “las fauces” del izquierdismo internacional, habitualmente disfrazado de progresismo social, uno tendería a pensar que situaciones similares difícilmente se repetirían en países donde aún sobrevive la democracia (por frágil que sea). Lamentablemente la realidad da cuenta de lo contrario, confirmando que… “el diablo también hace milagros”.
La situación nuestra es de “Ripley”: después de haber sido una democracia ejemplar, una economía sólida, con un crecimiento y un progreso social indesmentible, después de haber erradicado la pobreza, de haber ampliado la cobertura en educación y salud, etc., etc., hoy estamos al borde de incluirnos en la larga lista de sociedades que… “le creyeron al diablo”.
El camino por el cual hemos sido arrastrados hasta esta encrucijada tiene muchos vericuetos y múltiples responsables; unos han pecado por acción y otros por omisión, pero aquí nos tienen, en una de las situaciones más complejas de nuestra historia política e institucional. Lo único que queda… es mirar hacia adelante y reaccionar.
Quedan dos semanas para desarticular la maquina montada en contra de la subsistencia de nuestra libertad republicana. Algunos incautos dirán que es exagerado pensar así, porque si gana Boric obvio que vendrán cambios, pero en ningún caso rupturistas, “en los últimos días ha moderado su discurso” (sic).
¿Qué persona sensata le puede creer a Mefistófeles encarnado en ese “patético e inmaduro personaje”, que no tiene más credenciales políticas que la agitación, la violencia y el extremismo…? ¿Le creen porque convenció a políticos, analistas y periodistas que se ha moderado y porque ha sumado a su “diabólica corte” a personajes como Lagos, Frei, Bachelet y unos cuantos intelectuales de izquierda...?
Hoy no caben los pesimismos. Hay muchas posibilidades de ganar la Presidencia, pero no hay tiempo para pensar en sofisticadas maniobras argumentativas o intrincadas iniciativas económicas: la estrategia nuestra -los parroquianos- debe ser objetiva, simple y práctica, esencialmente… emocional.
No nos equivoquemos ni un minuto, ¡Boric no da! El país no querrá elegir a un presidente como Boric, sume a quien sume. Encapsulado por el PC, la Convención Constitucional, más todos los señores del izquierdismo internacional, Boric “no podrá decir… ni pío”. Nos iremos de tumbo en tumbo… hasta que la situación colapse y ahí… “que nos pillen confesados”.
“Hagámosle la cruza al diablo, que no se la lleve ´pelá´…” Él sabe que las ideas, las obras y la solidaridad siempre han estado del lado de quienes creen en la libertad, el orden, la seguridad, el progreso y el bienestar social.
Por años fuimos los sueños y la esperanza de muchas familias vulnerables; sin darnos cuenta nos descuidamos, “el diablo metió la cola” y fuimos perdiendo feligresía… Pero ha llegado el momento. ¡Es ahora o nunca! Debemos enfrentar el desafío, con una mirada franca, honesta y transparente, con las manos abiertas con generosidad y humildad, poniendo nuestros corazones a disposición del futuro… “que Dios nos oiga y que el diablo se haga el cucho”.
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