Cristián Labbé Galilea
No existe oráculo, encuesta o analista, que asegure quién ganará las próximas elecciones, pero esta pitonisa pluma se permite aseverar en estas líneas que la situación electoral del país ha cambiado radicalmente: lo que hasta hace poco parecía imposible hoy es probable que ocurra, el favorito de ayer será derrotado por quien “no daban ni un peso”.
Varios factores respaldan lo anterior, en primer lugar, los contendores. En una esquina… el “novel candidato” (generosidad de mi parte) ungido por el Partido Comunista como la encarnación de una nueva era, como el “mascarón de proa” de una transformación radical y refundacional de nuestro país. En la otra esquina, el candidato de la libertad, el orden y el progreso, personificación palmaria de cordura y tranquilidad, dotado además de la resiliencia necesaria para recibir “golpes arteros” incluso de sectores afines.
Después de varios días de campaña, entrevistas, debates, memes… la situación electoral empieza a decantar. El candidato de la izquierda radical, al desnudar su ignorancia, su inmadurez, su oscurantismo y una enfermedad terminal, “creer que sabe… lo que no sabe”, se ha transformado en un bumerang político que está “enviando al tacho” las expectativas del sector progresista.
En cambio, y siguiendo el proverbio italiano “chi va piano, va sano e va lontano”, el candidato de la Sociedad Libre ha terminado sorprendiendo (y atrayendo) hasta los más incrédulos.
Otro factor determinante, si no el más importante, ha sido el que el país se cansó, se aburrió, se hastió, de vivir en un clima de violencia, intolerancia, ausencia de Estado, falta de autoridad, delincuencia, narcoterrorismo... El odio, la polarización, la impunidad y la falta de expectativas fueron minando la convivencia nacional al punto que, en los últimos días, ha crecido el entusiasmo y la movilización en favor de Kast, porque nadie quiere seguir viviendo donde no existe paz social.
La Izquierda tomó cuenta de lo anterior y sabe que es altamente probable que pierda las próximas elecciones… ¡Están sorprendidos y asustados! Se les nota en la cara, no tienen como ocultar su desazón y harán todo lo posible para que ello no ocurra.
¡Pero ya es tarde! En los últimos años la ciudadanía sólo ha visto destrucción y caos, inseguridad e inestabilidad. El ver la propiedad pública y privada devastada, las ciudades destruidas, la Araucanía en llamas, humillados los símbolos patrios y los ritos republicanos, profanados los lugares de culto y de valor histórico… les ha hecho tomar conciencia de la amenaza que se cierne sobre su futuro.
Hoy las expectativas electorales son halagüeñas, pero debemos espantar esos siniestros fantasmas que se nutren de los resultados del plebiscito y la Convención Constituyente, y neutralizar los presagios que auguran días negros para nuestro país, sea cual sea el resultado de la elección. Logrado lo anterior y redoblado el entusiasmo, convicción y compromiso de la feligresía, esta vidente pluma está en condiciones de profetizar a quienes aún creen en los fantasmas del pasado… que “el favorito”, será derrotado por JAK.
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