Cristián Labbé Galilea


Que el Presidente de la República apareciera a nivel mundial entre los personajes implicados en supuestos delitos económicos, producto de transacciones comerciales realizadas en las Islas Vírgenes, era lo que nos faltaba en nuestra ya convulsionada contingencia política.

Es tan asombroso lo que está pasando en el país, que hay quienes sospechan -con algún fundamento- que el gobierno estaría poseído por un maleficio concertado entre algunos “brujos políticos” y el mismísimo diablo; y si no… ¿Cómo explicarse tanto desvarío?

Si la política estaba endemoniada, los “Pandora Paper” vinieron a azuzar el infierno político en el que estamos.

Elecciones presidenciales y parlamentarias “a la vuelta de la esquina” con encuestas que suben y bajan candidatos; tensos forcejeos para aprobar o rechazar un cuarto retiro de los fondos previsionales; una Convención Constitucional que sigue “haciendo de las suyas” sin ningún contrapeso; un gobierno ausente que “no se la puede” con la inmigración ni con la Araucanía… En esta suerte de maldición… aparece, además, la amenaza de destituir al Presidente.

La actual situación se presenta muy compleja en al menos tres dimensiones, una de orden jurídico, otra de carácter ético y una política, esta última, de insospechadas consecuencias.

En lo jurídico hay mucho paño que cortar: las discusiones se han centrado en si existió o no el delito de “notable abandono de funciones”, si se comprometió el “honor y seguridad nacional” o si se “infringió la constitución y las leyes”. Hay también quienes sostienen que el caso está prescrito, que ya fue investigado y que se cerró sin acreditar ningún ilícito… Lo cierto es que las opiniones jurídicas sobran, por lo que es fácil suponer que el tema se mantendrá por un largo tiempo.

En lo ético, el tema es muy complejo porque cualquier persona puede tener cuentas en “paraísos tributarios” sin que ello sea un ilícito, pero en ningún caso un mandatario y menos el nuestro a quien se le conocen ciertas “mañas” en materias de negocios. Sobre el tema, la opinión pública tiene su veredicto… el Presidente ha faltado a la probidad y una vez más aparece involucrado en negocios de dudosa trasparencia.

En lo político el asunto es aún más grave: los “Panamá Paper” representan un “golpe de gracia” al sector de la Sociedad Libre (derecha y centro derecha) y constituyen “un regalo” para la izquierda, la que se está dando un festín con el caso procurando, a su vez, causarles el mayor daño posible a los candidatos Sichel y Kast, y no descartan la posibilidad de destituir al Primer Mandatario, antes que termine su mandato.

Así las cosas, como nunca en nuestra historia, estamos ad-portas que se concrete un “maleficio político” tan grave como serían la destitución del Presidente junto a una debacle electoral parlamentaria. Por lo mismo, “no podemos caer poseídos en el infierno al que nos quieren arrastrar los hechiceros de la política”.

Debemos exorcizar nuestra realidad y para ello, un sólo camino… “la cruz” que, con el lápiz, hay que hacer en noviembre.

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