Cristián Labbé Galilea
Que fácil nos distraemos políticamente. Somos incapaces de concentrarnos en los temas importantes y menos de visualizar los efectos que podrían tener los hechos que a diario suceden… ¡Hasta lo más nimio nos distrae! No hay nadie, ni nada, que nos produzca algo así como un “efecto Ritalin” y que nos haga mantener la atención en lo sustancial…
No existiendo tal “pócima o vacuna”, los políticos se aprovechan de la “patología” que afecta al ciudadano común -que llamaremos “Síndrome de Déficit Atencional Politico” (SDAP)®️-, para sacar de ella los máximos beneficios y, para lo cual, nada más recomendable que la ambigüedad valórica, más conocida como lo… “políticamente correcto”.
Allí está el por qué la política ha perdido toda credibilidad y prestigio, llegando al extremo de que, en materias de principios y valores, se diga con toda desfachatez que es recomendable… “licuarse y diluirse” en todo aquello que comprometa.
Siendo ese el diagnostico, el único “remedio” capaz de reanimar y aliviar la desesperanza de la comunidad es que esta sea “atendida” por líderes con ideas claras y posiciones definidas, que renuncien a seguir el sinuoso camino del: “Si bien es cierto… no es menos cierto…”.
Por otra parte, es necesario precisar que en “los desencantados” se pueden reconocer diferentes comportamientos: los tranquilos que postulan… “calma que no es todavía la hora, la teoría dice que ante una crisis aparecen los lideres…”, los irritados que alegan… “cómo miéchica es posible que aún no surja un líder de verdad” y los pesimistas que sostienen… “es demasiado tarde, si no ha aparecido, es porque ya no va a aparecer”.
Según “el vademécum de la realpolitik” la mejor medicina para esas actitudes es hacer entender al “paciente ciudadano” que se viven momentos claves para el futuro del país, y que es una irresponsabilidad vivir pensando que, en cualquier momento, “saltará la liebre” y aparecerá el líder que enfrentará la crisis. Piense mi sagaz contertulio que “ese esperado roedor” puede saltar de cualquier lado y en cualquier dirección.
Por lo mismo, se necesitan liderazgos que hablen claro y que actúen en consecuencia. No caben las ambigüedades, ni las derechas de centroizquierda, ni las izquierdas derechizadas, ni los progresismos de moda, ni los populismos oportunistas… Nada de eso.
Urge una buena dosis de “Ritalin politico” que nos haga concentrarnos en lo verdaderamente importante. Correrse a la izquierda, al centro izquierda, a la socialdemocracia, al progresismo, porque eso es “el sino de los tiempos”, es patológico….
Lo sano, lo correcto, es asumir que el concepto de “Sociedad Libre” es bastante más profundo y amplio de lo que piensan y defienden quienes -jactanciosamente- se dicen de “derecha”; estamos hablando… de la vida, del hombre y de su libertad -política, económica y social-, del orden y la seguridad, de la justicia justa y del Estado de derecho, de la propiedad privada y del emprendimiento como bases del progreso...
Esos son los valores y principios en los que debemos concentrarnos y para lo cual se necesitan liderazgos verdaderos.
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