Cristián Labbé Galilea


Esta semana estaba preparado para una variedad de temas: el eclipse, el 3° retiro del 10% (sí, otro más, el de la Jiles), el indulto a los “niños soñadores”, la vacuna COVID, el efecto Desborde… Sin embargo, la tertulia se concentró en uno solo, la ley de escaños “asegurados” para los pueblos originarios. Ninguno de los presentes, todos medianamente ilustrados e informados, entendía el sentido de la iniciativa y menos sus detalles.

Fueron más las dudas que las certezas... “¿Se acabó la idea de ´una persona, un voto´, ahora hay grupos con cupos garantizados?… ¿Ya no somos todos chilenos, no somos una sola nación, dejaremos de ser un estado unitario?”. Todos expresaron su asombro y perplejidad, especialmente un veterano político que advirtió: “Señores, estamos perdiendo nuestra identidad nacional, estamos deshaciendo lo que el tiempo y la historia con tanto esfuerzo han hermanado”…

Sin caer en divagaciones históricas, se recordó que la Revolución Francesa había logrado terminar con “la sociedad dividida por estamentos”, propia de la Edad Media, otorgándole a cada ciudadano la igualdad de derechos y deberes… 

Exactamente lo contrario de lo propuesto en esta iniciativa, que es volver a “la sociedad estamental”… Ahora son pueblos originarios y discapacitados, luego serán innumerables minorías quienes levanten sus “banderas identitarias”…

Varias veces se preguntó si los parlamentarios estarían conscientes que, por darse “un gustito”, están destruyendo la democracia representativa y retrotrayendo el tiempo político a la Edad Media.

Cuando se revisaron los detalles del proyecto el ambiente se puso aún más espeluznante: habrá 17 cupos para los pueblos originarios, y quienes más han afectado la paz social y la integridad nacional reciben, en premio, 7 cupos, esto dentro de los 155 fijados en el acuerdo de noviembre 15, 2019.

Mención especial merecieron en este intríngulis las otras etnias que, sin armar barullo, reciben cada una un cupo, (excepto los aimaras que reciben 2), lo que por cierto las hace aparecer sobre representadas… Anote mi ilustrado lector que los yaganes son en total 152 y tienen “un cupo” al igual que el distrito 10 u 8 de la región metropolitana que tienen una proporción de 140 mil votantes por escaño… ¡Loco por decir lo menos!

En los detalles, donde siempre el diablo mete la cola, surgieron muchas dudas: ¿Cómo se certifica ser pueblo originario?, ¿Qué distritos cederán los 17 cupos requeridos? .... ¿Cómo se cumplirá la obligación de paridad de género? ..., ¿Cómo cumplirán los partidos el tener 5% de discapacitados en sus nóminas? ..., ¿Cómo se repartirán el 13% del tiempo de la Franja televisiva?... ¿De dónde van a sacar candidatos, los que tienen que estar inscritos el 11 de enero?…

Como todos conocíamos el dicho "un camello es un caballo diseñado por una comisión”, concluimos que este caso es mucho más grave, porque lo que los parlamentarios quisieron diseñar fue un camello con varias jorobas, y terminaron con un proyecto que: no tiene pies ni cabeza, pero… tendrá muchas colas.

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