Cristián Labbé Galilea
Qué duda cabe que… día por día la política nos tiene cada vez más “curados de espanto”. La semana pasada fue el “cambio de hábito” de un simbólico alcalde que sorpresivamente se reconoció como socialdemócrata, ahora hemos quedado “epaté” al ver que un emblemático personaje del sector reaparece, en una cabaña de la Araucanía, “milagrosamente iluminado”, anunciándonos… las buenas nuevas.
Lo sorprendente del caso es que, a este nuevo augur, no lo fue a buscar nadie… situación tan distinta a lo que le ocurrió al emperador romano Cincinato (439 A.C.) quien, habiendo cambiado en su retiro “el poder por el arado”, lo fueron a buscar para que hiciera frente a una compleja coyuntura y desorientación republicana, principalmente por su rectitud y otras virtudes como sus capacidades estratégicas… pero principalmente por no tener ambiciones personales.
Por lo mismo y, por más optimista que se quiera ser, es difícil entender que -de la nada- a sólo 50 días de uno de los momentos más importantes de nuestra vida republicana, aparezca sorpresivamente una voz, entre surrealista y profética, anunciando que el camino es “aprobar” el plebiscito de octubre y que él, por su parte, será presidente de su partido y luego será constituyente, para después, con todas esas metas logradas, “volver al arado” en la Araucanía… ¡Sin comentarios!
¿Cómo alguien que cree saber de política y de historia, puede proponer abiertamente que la estrategia es “licuarse… invisibilizarse” votando “apruebo”, para evitar que la izquierda pueda aparecer como la única e indiscutible triunfadora?
¿En qué ingenua mente cabe la idea de que, al día siguiente de aprobado el camino de una nueva constitución, se reconocerá que una parte importante de quienes aprobaron el camino de una constituyente corresponde al sector que respalda el ordenamiento institucional actual?
¿No recuerda nuestro nuevo profeta que, cada vez que el sector de la sociedad libre se licua o se invisibiliza frente a la izquierda, termina desapareciendo? Baste recordar cuando en 1964 la Derecha se invisibilizó y apoyó a Eduardo Frei Montalva… ¿Qué pasó después? Al día siguiente Frei dijo que no cambiaría su programa “ni por un millón de votos…”. Resultados: se terminó en el gobierno socialista de la Unidad Popular… ¡lo demás es historia!
Se suma a lo anterior el que, dado el personaje en cuestión y dada la desorientación que hay en el sector, habrá un grupo que se sentirá atraído, incautamente, por la ilusión de aguarle la fiesta a la izquierda, y otro que se verá confundido porque no percibe que situaciones que suenan más o menos coherentes no siempre son buenas… por lo cual el daño es ¡irreparable!
Son muchos los argumentos que se pueden esgrimir para señalar lo desafortunada que resulta la irrupción de quien tenía un activo político admirable y lo inentendible de su “milagrosa” aparición en la contingencia… Sólo explicable, como advirtió un sagaz contertulio, porque… “el diablo… también hace milagros”.
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