José Tomás Hargous Fuentes
Así se titulaba un libro escrito por Valentina Verbal sobre la crisis identitaria de la derecha. Verbal, quien es una de las principales intelectuales de la derecha en la actualidad, ofrecía en 2017 su diagnóstico de “Por qué la derecha carece de relato y dónde debería encontrarlo”. Desempolvándolo de mi pequeña biblioteca me llamó la atención en qué medida el título y la bajada estaban plenamente vigentes más de siete años después. También, parcialmente, la propuesta de búsqueda de solución.
Advierto desde ya que no comparto su solución, pero sí valoro su intención de repensar la derecha desde la reflexión historiográfica. Si bien Verbal fue estudiante de Gonzalo Vial, no forma parte de su misma tradición ni historiográfica ni política, al adscribir Verbal al liberalismo progresista –especialmente en el tema familia–, y Vial ser profundamente crítico de cualquier liberalismo que no fuera puramente económico, optando por un conservadurismo de raigambre social cristiana que bebía de una rica tradición intelectual en Chile, a la cual humildemente adscribo.
Volviendo al tema que nos convoca, pienso que el título y la bajada son acertados. La derecha –o, más exactamente, la centroderecha– lleva mucho tiempo profundamente desorientada. Siguiendo con la analogía, me parece que Chile Vamos tiene su brújula descalibrada, y eso los hace tomar decisiones equivocadas, que no se entienden en un sector que hace varios años que dejó de ser minoritario, gracias a dirigentes, como José Antonio Kast, que tuvieron la valentía de correr el cerco en temas en los que nuestros principios y los vaivenes de la opinión pública corrían por carriles separados.
Constantemente pareciera que Chile Vamos piensa que el escenario sigue siendo el anterior a 2017, o el que vivimos durante la Convención Constitucional, donde nuestras ideas fueron minoritarias. Pero el Congreso desde 2022 tiene mayoría de derecha, el plebiscito de salida nos dio una de nuestras mayores votaciones en la historia, el Consejo Constitucional fue apabullantemente de derecha, el plebiscito de 2023 repitió uno de los mejores resultados de la derecha (1988) y hoy los tres candidatos con más opciones de alcanzar la Primera Magistratura de la Nación son de derecha o centroderecha.
Durante estos cuatro años, Chile Vamos no ha hecho mucho más que darle gustitos al Gobierno. No sólo rechazar casi todas las acusaciones constitucionales contra los ministros –no es exagerado decir que sólo aprobaron las que fueron presentadas por ellos–, sino que también el reabrir innecesariamente la puerta de los procesos constitucionales luego del apabullante triunfo del rechazo, y, más recientemente, regalaron en bandeja un triunfo legislativo al aprobar la que muy probablemente es la peor reforma de pensiones de los últimos treinta años.
Esa brújula descalibrada también les hace creer que una candidata que en su anterior momento de mayor popularidad obtuvo 2.111.830 votos en segunda vuelta, apenas unos trescientos mil votos más que José Antonio Kast en primera vuelta en 2021 (1.961.387), cuando había tres candidatos de derecha o centroderecha (Sebastián Sichel y Franco Parisi). José Antonio Kast, tan criticado por perder en el balotaje, había alcanzado una de las mayores votaciones de la derecha en su historia –equivalentes a las dos elecciones de Sebastián Piñera– y de las más altas en general. Esa experiencia –dos exitosas campañas presidenciales, un cuarto lugar como independiente en 2017 y rozar el triunfo en 2021– lo hace más competitivo que Matthei, a pesar de la derrota de la propuesta constitucional de 2023.
Evelyn Matthei no sólo es una mala candidata por su rendimiento en instancias electorales definitorias –lo que puede ser entendible considerando que al frente estaba Michelle Bachelet–, sino que no es una candidata apropiada de acuerdo con los principios de derecha, ni conservadora ni liberal. Fue una de las primeras parlamentarias en presentar un proyecto de ley de despenalización del aborto, cuando era minoritario en Chile; y hoy considera que es “un derecho de las mujeres”, por lo que no aceptaría limitar el aborto, ya sea eliminando alguna causal o acortando los plazos. También es partidaria del “matrimonio” homosexual y de la ideología de género; del aumento de impuestos y de no decretar estado de sitio en la Araucanía. No es descabellado afirmar que sus propuestas enumeradas en este párrafo alejan a Chile de la urgente recuperación económica y moral, mientras que la acercan a los postulados de Carolina Tohá. Justamente, ella misma le dijo a Cristián Warnken que sus ideas “eran más de izquierda”, y que lo que la hacía de derecha era proponer soluciones efectivas.
Por el contrario, José Antonio Kast ha dicho más de una vez que está dispuesto a derogar el aborto, si se consiguen las mayorías parlamentarias necesarias. También es un fiel promotor de la familia tradicional, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer con apertura a la procreación: no sólo su misma familia es prueba de ese compromiso, sino que ha estudiado las políticas profamilia y pronatalidad implementadas en Hungría para tratar de importarlas a Chile. Es partidario de achicar el Estado –no porque el Estado sea un problema, sino porque el problema es su obesidad y que se mete en lo que no le incumbe– y de implementar Estado de sitio en la Araucanía.
Si bien ambos son partidarios de controlar la migración y cerrar las fronteras, Matthei está replicando posturas que Kast defendió en sus campañas anteriores, y que ella no apoyaba cuando era alcaldesa. Justamente, ése es uno de los mayores problemas de su candidatura. Ha cambiado tanto su pensamiento y acción en casi cuatro décadas de vida política, que nada garantiza que lo que promete hoy en campaña lo impulsará desde el Palacio de La Moneda. Al contrario, uno de los atributos más valorados de Kast desde su primera aventura presidencial es su integridad y coherencia doctrinaria.
Los simpatizantes de los partidos de derecha tienen todo el derecho del mundo de optar por el candidato presidencial que estimen mejor preparado para enfrentar los desafíos del país. Hasta el momento tienen tres opciones competitivas. Sin embargo, no basta sólo puntear en las encuestas. Es necesario encantar y motivar a los ciudadanos a sumarse a un proyecto colectivo, fiel a los principios del sector, y con los equipos suficientes para emprender esta tarea. Me parece que quien hoy tiene más herramientas para enfrentar esta tarea es José Antonio Kast.
Fuente: https://viva-chile.cl/2025/04/la-derecha-perdida/
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