16 octubre, 2020 

 

 

 

 

 

Patricio Navia
Sociólogo, cientista político, académico UDP


El desafío para el Rechazo es encontrar un mensaje que logre ser responsablemente más atractivo que la promesa incumplible que promueve el Apruebo.


Una de las razones por las que la campaña del Rechazo ha tenido tantos problemas para ganar adeptos ha sido la ausencia de un relato alternativo a la sociedad de derechos que promete la campaña del Apruebo. Mientras éste promete que la nueva Constitución resultará en mejores pensiones para todos y en el fin de los abusos, la campaña del Rechazo no ha logrado articular un ideal del país que aspira a construir. Lamentablemente, el Rechazo no entiende que el mejor relato disponible es el de la sociedad de las oportunidades.

En la campaña para el plebiscito sobre el proceso constituyente, las dos opciones han demostrado una incomprensible incapacidad para tener una sola voz. Tanto la campaña del Apruebo como la del Rechazo han optado por usar su tiempo de forma fragmentada y desordenada. Pero el Apruebo tiene una ventaja clara sobre el Rechazo. Las distintas voces del Apruebo se ordenan un poco en torno al mensaje global de una sociedad de derechos. Los defensores del Apruebo prometen que la nueva Constitución producirá una larga lista de derechos garantizados para todos. Desde las pensiones hasta la salud y la educación, desde la dignidad hasta la igualdad, todas las aspiraciones y sueños de los chilenos pueden traducirse en algún derecho que quedará plasmado en la nueva Constitución.

Es cierto que la historia de experimentos constitucionales en América Latina ha demostrado que las promesas de derechos garantizados no se cumplen en países con economías estancadas y sin capacidad de crecer. La inclusión social y la protección de derechos solo puede existir en contextos de economías sólidas y vigorosas. Si la convención constitucional, como muchos tememos, se dedica a construir un árbol de navidad de derechos garantizados, los próximos gobiernos tendrán problemas enormes para satisfacer las expectativas. Como los miembros de la convención constitucional se dedicarán a firmar cheques, los próximos gobiernos deberán buscar formas de encontrar fondos para cubrir esos cheques. La incertidumbre económica que generará el proceso dificultará el crecimiento y la tentación a aumentar los impuestos hará más difícil que el país genere suficientes recursos para financiar la sociedad de derechos que hoy prometen con tanto entusiasmo los partidarios del Apruebo.


La derecha tiene una gran oportunidad para rearticularse y ordenarse en torno a un mensaje ganador y más promisorio que el cheque sin fondos que promete el Apruebo con su sociedad de derechos garantizados.


El desafío para el Rechazo es encontrar un mensaje que logre ser responsablemente más atractivo que la promesa incumplible de una sociedad de derechos que promueve el Apruebo. Hasta ahora, el sector indiscutiblemente ha fallado en su intento.

La experiencia internacional enseña que la derecha es más exitosa cuando articula de forma creíble y simple el mensaje de la sociedad de oportunidades. Basado en un balance adecuado entre el rol del Estado y el de la iniciativa privada, cuando el capitalismo se construye sobre la promoción de igualdad de oportunidades y de competencia entre proveedores para potenciar las opciones de los consumidores, la gente normalmente lo prefiere a las alternativas. En América Latina, la alternativa siempre es un Estado que termina ahogando la iniciativa privada y sometiendo a las personas a las penurias de una economía centralmente planificada. Por eso, ante las opciones de un capitalismo que entregue oportunidades para todos y un ogro estatal filantrópico que, queriendo hacer el bien, mantiene a las grandes mayorías en la pobreza, la gente siempre escoge el capitalismo.

Es verdad que, para ser creíble, la derecha debe practicar lo que predica. Cuando la gente asocia el capitalismo al capitalismo de amigotes que protege a los poderosos y privilegia el amiguismo, nepotismo y elitismo, hay poco interés en defender el modelo. Tanto en su primer gobierno como en este, el Presidente Piñera cayó en el nepotismo, amiguismo y elitismo en la formación de sus equipos de gobierno. Como una foto vale más que mil palabras, resulta difícil para la derecha hoy defender la sociedad de oportunidades cuando en sus dos gobiernos desperdició la oportunidad de promover esos valores en las políticas públicas que implementó.

Ahora bien, como el gobierno de Piñera y su proyecto histórico llegarán a su fin con el plebiscito del 25 de octubre —independientemente del resultado—, la derecha tiene por delante una gran oportunidad para rearticularse y ordenarse en torno a un mensaje ganador y más promisorio que el cheque sin fondos que promete el Apruebo con su sociedad de derechos garantizados. Porque Chile puede encontrar un balance adecuado entre el Estado y el mercado, la derecha chilena debiera comenzar a defender en su discurso y en su práctica el modelo de una sociedad de oportunidades. Cuando la gente tiene que escoger entre un Estado ineficiente y paternalista que quiere decidir por ellos y uno que genera suficientes oportunidades para que todos puedan forjar el futuro que deseen, la gente siempre prefiere esto último.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/patricio-navia-sociedad-de-oportunidades-o-sociedad-de-derechos/

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