20 de mayo, 2020 

 

 

 

 

Francisco Orrego
Abogado


Aunque no es pecado ni menos un impedimento para ser legislador, debo ser humilde y reconocer que mi técnica legislativa es deficiente. Quizás una pasantía por la Asamblea bolivariana me podría ayudar.


Aclaro de entrada. Esta columna no se trata sobre mi ingreso a algún partido, movimiento o bando político. Sigo siendo siendo de la bancada independiente a mucha honra. Para quienes no estén informados, tiempo atrás emití mi primer bando bajo el actual Estado de Emergencia. Lo hice en el convencimiento de que era necesario en el mejor interés del país. Para ello me inspiré en los ejemplos de nuestros parlamentarios y alcaldes, que de manera frecuente se atribuyen facultades de las que carecen. Algunos amigos me preguntaron si había perdido mi vocación democrática. Junto con responderles con una linda sonrisa, les aclaré que su acatamiento era, en todo caso, voluntario. Confieso que quedaron más tranquilos.

Como decía Churchill, “una broma es algo muy serio”. Concuerdo con mi amigo Winston. Por ello, bajo ese marco de seriedad, evalué con mis asesores la conveniencia de emitir un nuevo bando, tal como lo hacen los legisladores responsables de este país. Llegamos a la conclusión de que era inoportuno, considerando que un ex presidente del Senado -con mansa personalidad- solicitó esperar el resultado del plebiscito de octubre y no hacer más reformas a la Constitución de 2005. Aunque mi bando contemplaba modificaciones urgentes que cumplían la excepción sugerida por el susodicho, decidí renunciar a mis facultades inexistentes. Pero ello no obsta a que pueda contarles las materias que pretendía regular de manera inconstitucional a modo de “señal política”.

Me proponía la creación de una comisión binacional chileno–argentina para tratar de unir a la izquierda progresista chilena, que estaría integrada por igual número de miembros. Sería requisito para integrarla no haber recibido platas truchas para campañas políticas. En caso que no quedaran candidatos suficientes, la comisión quedaría resuelta de pleno derecho. Su financiamiento había que desenterrarlo del otro lado de la cordillera, por lo que se otorgarían las facilidades aduaneras e impositivas para su transferencia. En caso que el desentierro de los recursos resultara infructuoso, se contemplaba solicitar el financiamiento de alguna constructora brasileña o de alguna ONG europea. Si al término de un ejercicio quedara algún excedente disponible, se destinaría a financiar las obras benéficas del Frente Amplio. En caso de déficit, la Comisión podría declararse siempre en default. De ello, se encargaría la parte argentina. Estos recursos estarían acogidos a reserva o secreto por exigirlo el interés nacional. Como puede verse, poco quedaba sujeto al libre albedrío, tal como le gusta a la izquierda. ¡Me quedé cuello con los aplausos y homenajes de la izquierda progresista!

Una segunda aspiración era declarar de interés nacional al PC y Frente Amplio y nacionalizar sus modestos fondos, los que serían destinados a complementar sus obras sociales mediante la compra de respiradores artificiales y otros insumos críticos para superar la pandemia del covid-19, siguiendo lo que disponen sus estatutos en caso de disolución. Su liquidación iba a quedar a cargo de una comisión de expertos presidida por un ex Presidente de la FECH o un ex rector de la Universidad Arcis o de la Universidad Popular de Recoleta. Para estos fines, la comisión quedaba facultada para liquidar su cartera de inversiones en ADR, GDR, bonos del Tesoro y otros instrumentos del mercado capitalista, mercantilista e imperialista. En contra de esta medida no procedería recurso alguno. Menos ante el Tribunal Constitucional porque no le reconocen competencia. Me parecía de toda justicia y consecuencia. ¡También me quedé cuello con los reconocimientos de la derecha!

Anhelaba, asimismo, poder reconocer la generosidad, sin límites, de los parlamentarios del Frente Amplio por sus jugosas y transparentes donaciones en beneficio de organizaciones sociales. Para ellos, Chile está primero, después el partido. En caso que las autoridades del Servel o del SII consideraran que esas donaciones eran ilegales o inmorales, me proponía declarar a dichos aportes como gastos necesarios para producir la renta, porque sin ellas ellos no podrían ganarse la vida. Para ello, pensaba dirigir un oficio aclaratorio a dichos parlamentarios para explicarles en qué consiste una renta, asumiendo que no tienen idea. Prejuicios míos no más. Por último, no podían faltar tampoco los homenajes correspondientes. Pensé en un desfile de honor frente a la Plaza Baquedano. Como no podía ser de otra manera, ¡me perdí los festejos y honores que me brindaría la bancada del 1%!

Como abogado de formación, no podía omitir algunas garantías a los afectados. Para reclamar de la inconstitucionalidad de estas medidas, mis asesores sugirieron conferirles la posibilidad de recurrir directamente a la FIFA, ya que el Tribunal Constitucional está en proceso de extinción o más bien de auto aniquilamiento. Acepté de inmediato. Mal que mal llevo el derecho internacional en mis genes. Para reconocerle competencia a la FIFA, se contemplaba modificar la Constitución Política de 2005, tal como se hizo con la Corte Penal Internacional. En cualquier caso, siempre iba a quedar abierta la posibilidad de entablar una acusación constitucional en mi contra, lo que me tenía muy entusiasmado. Sería la primera acusación merecida y justificada que conozca.

Creo que mi vocación democrática y mi independencia política ha quedado plenamente demostrada. Aunque no es pecado ni menos un impedimento para ser legislador, debo ser humilde y reconocer que mi técnica legislativa es deficiente. Quizás una pasantía por la Asamblea bolivariana me podría ayudar. Dado que Charles Chaplin consideraba que “a fin de cuentas, todo es un chiste», me impondré las urgencias que correspondan para mejorar, en la medida que no interfieran con mis meses distritales o sabáticos.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/francisco-orrego-mi-nuevo-bando/

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