María Fabiola Riesco S.
Profesora de Matemática y Física PUC
Magister y MBA en Gestión Educacional U. Mayor
Magister en Filosofía Aplicada U. de Los Andes
Para que ocurra el aprendizaje, es conveniente indagar en las obras del destacado neurocientífico, una de las mayores autoridades mundiales en la neurociencia del aprendizaje, Stanislas Dehaene, autor de: “Aprender a leer”, “El cerebro matemático”, “La conciencia del cerebro”, “Cómo aprendemos”. En estas obras , formula los pilares fundamentales del aprendizaje, como la atención, el compromiso activo, la toma de conciencia del error y la consolidación que se da a través de una esforzada práctica. Se añade el sueño, hábito saludable en general y momento en el que el cerebro refuerza y repasa en forma inconsciente lo aprendido durante el día.
Parece entonces fundamental para cualquier proceso de aprendizaje de calidad, que se da principalmente en el entorno de la familia, las salas cunas, los jardines y las escuelas, realizar el máximo de los esfuerzos para que aquellos pilares se den en toda situación de aprendizaje y, especialmente, en el sistema escolar desde la primera infancia, ya que su fin último es el aprendizaje en todas las dimensiones humanas.
No cabe duda, que ante el desastre educacional que vivimos, estos pilares tienen mucha dificultad para instalarse, pero es prioritario reinstalarlos. Desde lo práctico inmediato, los niños y sus familias deben tener la certeza de que su lugar de estudio es seguro, tranquilo, limpio, que tiene los profesionales idóneos para cada edad y por cada asignatura, sumado al material didáctico y de trabajo mínimo necesario. Se debe tener la confianza de que el trabajo diario estará orientado por entero a enseñar lo necesario a cada niño o niña a cargo, en un ambiente pedagógicamente adecuado. Sin estas condiciones no hay aprendizaje posible, o será muy precario y hasta riesgoso.
El mismo autor, hace hincapié en que estas condiciones de aprendizaje se comienzan a configurar desde la primera infancia y en el entorno familiar. Un niño que nace en un ambiente tranquilo, emocionalmente sano, que se duerme noche a noche con la lectura de un cuento por parte de alguno de sus padres o cuidador en forma sistemática, que sale a pasear a un parque, que juega, le hablan con cariño y en un lenguaje correcto en su idioma materno acerca de muchas cosas, ya tiene, por el estímulo cotidiano registrado en su cerebro, un amplio vocabulario que lo dispone a una mayor apertura y motivación hacia el aprendizaje. Los modelos afectivos generan un compromiso emocional con y por lo que se aprende. Esto aumenta, si los padres tienen un mayor nivel cultural, o lo promueven y saben de la importancia de las formas y contenidos de la interacción con sus niños en el día a día. Se despierta el asombro por descubrir, experimentar y aprender.
Todos los niños, de acuerdo con la investigación científica, salvo aquellos que por excepción tengan problemas de aprendizaje dados por alguna anomalía neuronal, nacen con las mismas características neuronales y pueden por tanto desarrollar su capacidad de acceder a todos los saberes si el entorno se conjuga y prepara adecuadamente según estos pilares. Es decir, la ecuación de aprendizaje debe involucrar en forma activa a la familia, además del sistema educativo y de salud desde la primera infancia.
Respecto del aprendizaje de la lectura, en particular, el cerebro lector es el resultado de un gran esfuerzo cognitivo que no se desarrolla de forma espontánea como lo es el lenguaje hablado. No es natural porque es un aprendizaje que requiere de modelos humanos lectores expertos que además saben cómo se transfiere. Hoy, gracias al desarrollo de la neurociencia, la psicología cognitiva, la experiencia pedagógica, se sabe con certeza que este proceso no es eficaz bajo cualquier forma metodológica. De hecho, dada la investigación a la fecha, según nos informa Dehaene, los métodos efectivos son todos aquellos que trabajan la relación fonema-grafema, letra a letra, porque permiten expandir el descifrado de palabras a otras desconocidas sin límites, para luego acceder a un sistema de significado y comprensión progresiva profunda. El proceso de descifrado es complejo y gracias a una adecuada metodología y una práctica diaria rigurosa, debe alcanzar ciertas velocidades de automatización de la lectura que permitan liberar energías cerebrales, para dar paso al mundo de la comprensión. Para los niños que, por razones neurológicas tienen mucha dificultad para acceder a la lectura, pueden quedar reservados otros métodos como el global, que es efectivo pero más limitado en la expansión de vocabulario.
El descifrado de palabras es una maravillosa super especialización que se crea y desarrolla en el cerebro, proceso develado hoy en sus detalles neuronales gracias a la tecnología asociada a las imágenes cerebrales. Gracias a estos preciosos avances, sabemos que el cerebro de un lector cambia fisiológicamente y es diferente al de una persona analfabeta que no ha pasado por este aprendizaje. Lo que quizás antiguamente se intuía, hoy es una certeza en al menos algunos procesos cognitivos como lo es la lectura. Es decir, el cerebro es efectivamente plástico y los aprendizajes lo cambian. Por otra parte, sabemos que un niño lector tiene abiertas las puertas hacia todos los otros tipos de saberes y el disfrute por aprender en todo ámbito.
Todo sistema escolar que se precie de querer alcanzar calidad, tiene el deber de preocuparse de que todos los niños accedan de manera oportuna y eficaz al proceso de lectoescritura, que se prepara desde la primera infancia. El conocimiento acumulado que existe acerca de este proceso ya no permite más excusas. Es hora de que el Estado se haga cargo de promover y asegurar este bien y derecho fundamental de nuestra infancia, niñez y juventud. El aprendizaje y la lectoescritura en particular, son un bien trascendente, un bien en sí mismo, y el vehículo por excelencia para comprender el mundo y realizarse en cualquier ámbito de la vida.
El Estado es el responsable de crear y promover las condiciones necesarias para que se den los pilares necesarios del aprendizaje y se apliquen los diseños pedagógicos adecuados para aprender a leer, escribir y todo otro saber. Ya María Montessori, adelantada a su tiempo, nos hablaba desde su filosofía de una pedagogía científica, realista y a la vez , humana y trascendente. Una educación de calidad implica adquirir conocimientos y valores profundos, siendo la lectoescritura por excelencia “el medio” para adquirirlos. La educación tiene como uno de sus fines últimos el poder transmitir y preservar los grandes legados universales de la Humanidad de generación en generación, como nos ilumina la famosa filósofa Hannah Arendt, y los niños son esas valiosas generaciones.
Los colegios vulnerables que han logrado un buen nivel de lectura lo han hecho a través de una dedicación uno a uno a cada estudiante, reconociendo las carencias de los hogares, asegurando este bien en un proceso que puede ser disímil en tiempos, pero absolutamente posible. Se asegura el proceso capacitando en forma permanente a los docentes en las metodologías adecuadas para dar garantía de éste, con un monitoreo continuo de avance, niño a niño. Es decir, se toma la lectura uno a uno a los estudiantes y se toman acciones pedagógicas remediales inmediatas cuando es necesario. Si un niño no aprende se le deriva a sus equipos de integración, para indagar acerca de las causas de las dificultades que impiden el aprendizaje y que pueden ser muy diversas. Una parte de estas problemáticas se abordan en el mismo colegio, y otras requieren de especialización más compleja como de psiquiatría, neurología y otros. Los colegios requieren en todo este proceso una colaboración de los padres, primeros responsables de la educación de sus hijos, que se logra con información de avance de los niños, capacitación en hábitos y rutinas que promueven el aprendizaje en casa, con una comunicación asertiva y oportuna.
Dadas las cifras y bajos resultados de las pruebas Simce, de deserción, e inestable asistencia escolar, podemos inferir que la política educativa no ha sido lo suficientemente efectiva para asegurar la calidad esperada en los últimos años. Es imperativo que se tenga una voluntad política transversal, entrada en el aprendizaje, que supere los gobiernos de turno e ideologismos, que hacen daño y desenfocan la tarea educativa -que es ardua-, para que se otorguen todos los recursos e incentivos necesarios a la tarea de enseñar todo bien, y enseñar prioritariamente a leer con experticia, en forma temprana, fomentando el placer de la lectura y su valor humano, mejorando la calidad de educación en todos los ámbitos de saberes intelectuales y prácticos, y lograr realmente las oportunidades para una mejor vida de nuestros niños y jóvenes. El cerebro infantil y juvenil requiere de aprendizajes, es lo que esperan y necesitan.
En todo lugar, enseñar y aprender debe ser una tarea seria, lo que es difícil. Requiere de profesores íntegros, continuamente preparados en sus asignatura y didáctica, respetados, tranquilos y comprometidos con su labor. Es la única manera real de avanzar. Todos los colegios deben ser igualmente buenos y en el nivel más adecuado posible. Si los niños no aprenden en el tiempo y nivel esperado, que a veces son muchos, deben indagarse las causas, ofreciendo en forma oportuna el apoyo especializado de diagnóstico y tratamientos a aquellos colegios y niños con mayores dificultades. Es tarea de la Agencia de Calidad de la Educación indagar, revisar y apoyar a las instituciones en situaciones complejas, que son de muy diversa naturaleza.
Es urgente, darle seriedad y prioridad a este problema que tiene soluciones. Se sabe cómo hacerlo en contextos escolares complejos, tanto fuera como en nuestro país. También se conoce hoy acerca de las causas e impedimentos para aprender a leer, y aprender en general, como de los tratamientos a veces costosos pero necesarios para niños con muchas dificultades. Si el Estado provee y gestiona los apoyos de especialización y tratamientos necesarios en forma temprana, muchos más niños tendrán realmente un mejor desempeño escolar, desarrollo y experiencia escolar positiva. Los niños que experimentan un aprendizaje se sienten más felices, estimados e integrados a sus comunidades educativas. Los profesores y profesionales de la educación lo sabemos. Superar este problema es la preocupación por el uno a uno. Lo anterior incluye la posibilidad de que se creen proyectos especializados de alta calidad para cubrir las necesidades de un grupo de niños y jóvenes para los cuales el sistema regular no responde a sus necesidades o lo sobrepasan, afligiendo a familias, colegios y niños. Solo así, viendo objetiva y científicamente la realidad, el aprendizaje, focalizándose en la realización efectiva de la mayoría de los niños, se podrá posibilitar el desarrollo del potencial real de los niños con sus diferencias. Solo así habrá una buena convivencia e integración efectiva de todos los estudiantes en su entorno de modo pacífico, lo que otorga a la sociedad las capacidades de adaptación a los grandes desafíos de desarrollo futuro y de crecimiento económico y bienestar de todo el país. No se pueden perder los talentos que tenemos..
El futuro democrático, de desarrollo y de mayor bienestar real y permanente de todo el país depende de la realización del potencial de cada niño y joven con cara y nombre, que se inicia en las casas, jardines y luego formalmente con el aprendizaje de la lectoescritura.
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