19 noviembre 2020 

 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


El Siglo XXI -especialmente en los últimos años- se ha caracterizado por la crisis causada por la desconfianza en las instituciones, claro que siempre ha existido desconfianza en las empresas, los gobiernos, la policía, los políticos, los jueces, los medios de comunicación y muchas otras instituciones, pero en los últimos años han habido esfuerzos concertados y bien financiados para agudizar estas desconfianzas, y han dado sus frutos.

Lo curioso es que estos esfuerzos por hacer que la gente desconfíe de las instituciones han tenido un efecto que se ha extendido mucho más allá de lo que intentaban originalmente. Hoy la desconfianza se ha extendido a algunas áreas inesperadas, como por ejemplo la ciencia.

Aunque no nos demos cuenta, la gran mayoría de nuestro pensamiento y decisiones las tomamos simplemente por fe en ciertos consensos. Casi nadie bien educado duda de la Teoría Atómica, pese a que son contados con los dedos de la mano los que tienen elementos de juicio suficientes para creer que los átomos existen ¿por qué creemos entonces? Solo por fe en un consenso expresado por "personas reputables".

Pero si lo pensamos con cuidado, esa fe se sostiene sobre bases muy débiles, porque la mayoría de nosotros no tenemos la base de conocimientos necesaria para saber si esas cosas son verdaderas o creíbles. Por ejemplo, hace años yo leí el libro "Dos nuevas ciencias" de Galileo y me quedé aturdido con las maravillas de su razonamiento, donde explicaba cosas que nos parecen obvias, como por qué una casa no se desploma bajo su propio peso, explicaciones sobre el movimiento y cosas por el estilo que aceptamos como naturales, pero que tienen una explicación extremadamente complicada.

El problema es que sin fe no puede existir ese conocimiento, porque nuestra capacidad para conocer y entender es muy limitada, entonces necesitamos la experiencia acumulada por otros pero también necesitamos saber a quién vamos a creerle y  quién no.

La ciencia parecía tener un sistema basado en la reputación a prueba de balas, que funcionó razonablemente bien durante siglos. La ciencia parte de la base en que no se puede establecer ninguna "verdad", aunque no fue así -explícitamente- desde el principio, cuando se creía que los teoremas lógicamente demostrados, por ejemplo, tenían valor de verdad, pero con el tiempo se fue haciendo claro que la "verdad" no es algo que esté al alcance del método científico ni de la razón. 

Por eso todo lo que propone la ciencia son afirmaciones provisorias, que siempre pueden ser desmentidas y eso es lo que ha hecho posible lo que conocemos como el "avance científico". Esta idea hoy se la atribuyen a  Popper, pero es tan vieja como la historia, siempre ha habido alguien que desconfía de las verdades establecidas y busca una explicación mejor. En la época de Euclides ya se sabía que aunque una conjetura diese miles de millones de veces un mismo resultado, eso no la hacía "verdadera", las verdades pueden ser -todas- aparentes.

El dilema es que si desconfiamos de todo no podemos conocer nada, la solución de la ciencia de dar "la mejor explicación disponible hasta el día de hoy" admitiendo siempre que puede estar equivocada ha funcionado bastante bien durante siglos. Pero la actual crisis de confianza ahora se está extendiendo incluso hasta a esas verdades provisorias en el campo científico.

Esto ocurre especialmente ahora, porque la política y la ciencia están empezando a mezclarse mucho más de lo que resulta conveniente. Así como en Alemania Nazi hubo una ciencia nazi o en la Unión Soviética una ciencia Socialista, destinada a apoyar los objetivos políticos del régimen, hoy, con el manejo político que se está haciendo de la epidemia de Covid-19, ha surgido una ciencia que en lugar de buscar las mejores explicaciones para tratar con problemas reales, está al servicio de intereses políticos y económicos, para ayudar a la manipulación de la opinión de las masas.

Están jugando con algo muy serio, porque si consiguen destruir la reputación de la ciencia y al menos en biología y medicina lo están logrando. Corremos el riesgo de quedarnos sin consensos y tal vez tendremos que volver a una era pre científica. 

Los fraudes académicos en las publicaciones científicas, la cantidad de gente fanática y tonta con magister y de doctorado -que son cada vez más por una educación superior masificada- el deterioro sostenido del mérito académico y sobre todo la influencia del dinero y la política en la ciencia, han venido erosionando su credibilidad. He conocido por décadas y tengo amigos que son académicos universitarios y científicos. En mi opinión, hay tantos imbéciles en la academia como entre la gente común y corriente, no creo que haya gran diferencia ¿Por qué voy a confiar ciegamente en ellos?

La poca credibilidad está golpeando especialmente a la medicina por estos días. Antes nadie ponía en duda la palabra de un doctor, pero hoy vemos que hay doctores que trabajan para un partido político, para un gobierno, para un movimiento, para un consorcio farmaceutico o simplemente usan su autoridad -o lo que queda de ella- para convencer a ignorantes para sus preferencias políticas. por eso dejamos de creerles. El doctor nos dice que nos vacunemos y eso basta para que decidamos no vacunarnos: eso es lo que ha hecho la política al consenso científico.

En la academia y en los medios, los consensos se tratan de imponer por la fuerza. Si algún médico opina contra el mainstream es censurado o acusado de negacionista, terraplanista o lo que sea, no importa los argumentos que muestre, la intolerancia es increíble. Cuando comento sobre la inutilidad de las cuarentenas un amigo me comenta "Tengo información de USA de la Universidad de Washington UDub en Seattle que dice todo lo contrario... quizás hay que revisar las fuentes". Ese argumento, que años atrás me hubiese convencido o al menos hecho dudar, hoy para mi no vale nada.

Porque Neil Ferguson, del Imperial College de Londres pronosticó que en Estados Unidos habría que hospitalizar a más de un millón de enfermos de Covid-19 en pocos meses y medio millón en Inglaterra. Ni siquiera pidió disculpas por el error superior al 90%  y que yo sepa sigue trabajando donde mismo, después del enorme daño que hizo poniendo su nombre y el de su institución al servicio de un objetivo político.

Hoy se quejan porque la gente no se quiere vacunar ¿de qué diablos se quejan si ellos mismos han desprestigiado a la biología y la medicina? Yo antes me burlaba de los anti vacunas, y hoy no me vacunaría ni muerto. Si quieren vacunarme tendrán que alcanzarme primero. La diferencia es que antes tenía una confianza en la ciencia de la que hoy no tengo ni sombra. 

La ciencia hoy está prostituida y lo que digan los "sabios" de la universidad tal o cual hay que tomarlo no con un granito, sino que con un saco de sal. Bachellet dijo una vez que la bata blanca "en este país es grito y plata". Bueno, ya no, ahora sabemos que hay de todo, incluso impostoras que se disfrazan y se hacen pasar por médicos.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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