Remigio de Mileto


Se nos hacen muy conocidos los intentos de provocar tensiones por presidentes de países limítrofes. Hace pocos meses era Evo Morales, quien usaba cual "cortina de humo" las tensiones con nuestro país, para ocultar su ambigua gestión política interna.

Ahora es Alberto Fernández quien al vislumbrar el oscuro panorama económico que depara su gestión de gobierno en Argentina, acude al recurso de plantear temas e intromisiones que tensionan las relaciones de los gobiernos de ambos países.

Mediante esta técnica, Fernández dio inicio a intervenciones y dichos poco diplomáticos; comenzando con una subjetiva comparación del actuar y de las políticas de los gobiernos en relación la pandemia del Covid-19 entre Chile y Argentina,  y continuando días después, durante la reunión del Grupo de Puebla, hace una abierta intromisión en política interna al realizar comentarios y recetas de futuro con dirigentes de la izquierda chilena.

Frente a lo anterior debemos estar atentos, ya que la actual y futura situación económica y social del vecino país se va a ver muy deteriorada y es de esperar que el mandatario transandino recurra reiteradamente a esta estrategia inaceptable. Así, Fernández pareciera que tomará el abrupto camino del tensionamiento de nuestras relaciones, camino bastante complejo y peligroso.

En Argentina la Economía hace años viene en caída libre producto de nefastos gobiernos y de una creciente corrupción. Desde antes de que se desatara la crisis del coronavirus, la economía argentina venía deteriorándose constantemente. Ya desde el año 2011 no crecía, con fuertes desequilibrios tanto en sus cuentas fiscales, como en la estructura de precios, incluso actualmente se ha quedado sin créditos.

Con este panorama, y debido a las estrictas medidas y restricciones sanitarias impuestas por el gobierno de Alberto Fernández, el país transandino sufrirá consecuencias económicas y sociales que serán aún más difíciles que las de la mayoría de los países. El Covid19 desató una crisis que se está sintiendo en todo el mundo, ante lo cual y apresuradamente Alberto Fernández, cerró las fronteras y decretó una cuarentena total al territorio argentino. Desde el aspecto sanitario, es probable aunque no seguro, que Argentina pueda superar esta crisis con menos costo en vidas que otros países por este drástico aislamiento, pero las consecuencias económicas y sociales van a ser mucho más agudas que en la mayoría de los países, y pueden constituirse en un obstáculo muy serio para el presente/futuro de esa nación.

Dificultades económicas con motivo de la pandemia las estamos observando en todo el mundo, pero son menores en aquellos que tienen sistemas de seguros de desempleo, donde los pagos del seguro actúan como amortiguadores de la caída de los ingresos. En Argentina "no" existe un sistema de seguro de desempleo. Por consiguiente, no funciona este mecanismo amortiguador y el problema se agudiza.

Por otro lado, los gobiernos con políticas económicas serias como el nuestro y que se han preocupado de ahorrar pueden ayudar a las familias de ingresos más bajos o a trabajadores informales, otorgando subsidios adicionales a raíz de la emergencia, y lo pueden hacer en forma muy expedita, depositando en las cuentas de ahorro ya que prácticamente todos los trabajadores tienen algún tipo de tarjeta bancarias y además existen sistemas en que están registrados los datos de sus ingresos.

En Argentina en cambio, los trabajadores de bajos ingresos o con actividad informal "no" están bancarizados ni registrados en la seguridad social.

Algo similar, y en otro segmento, es la posibilidad de que los gobiernos y los bancos centrales apoyen financieramente a empresas tanto chicas como grandes. En los países con sistemas financieros de amplia cobertura y mercados de capitales eficientes, sólo se necesita que las autoridades asignen recursos para inyectar liquidez para mantener la solvencia.

Argentina en tanto, no cuenta con crédito, ni interno ni externo, y el Banco Central emite una moneda incapaz de mantener su valor, o sea el crédito está severamente limitado.

Por otro lado, en los países con buenos sistemas de transporte y comunicaciones, el comercio on-line con entrega a domicilio funciona eficientemente y los bienes pueden adquirirse a través de la web para recibirlos a domicilio, permitiendo en alguna medida que las restricciones a causa de las cuarentenas no dañen tan profundamente la actividad económica.

En Argentina estos sistemas "no" están desarrollados y los pocos que existen están paralizados por congestionamiento. Y los sindicatos y organizaciones sociales les han impuesto fuertes restricciones en su desarrollo y hoy están pagando las consecuencias.

En relación a la demanda, en Argentina la carencia de una moneda fuerte, imposibilita la utilización de los ahorros cuando éstos sufren caídas. Y los que han podido ahorrar, mantienen sus reservas en dólares los que al querer convertir a pesos deben acceder al mercado controlado pagando onerosos costos, o acceder al mercado negro con los riesgos que esto involucra. Esto no ocurre en los países con buenos sistemas monetarios y cambiarios, porque los ahorros se hacen en moneda local o acceden a mercados cambiarios libres.

Además en Argentina, tampoco el financiamiento bancario es fácil, ya que el costo del crédito en pesos es muy alto y muy limitado para los consumidores.

La inversión tanto pública como privada es casi nula y la inflación se encuentra en un nivel record de los últimos 30 años.

El gobierno argentino, aun cuando haga enormes esfuerzos, va a tener que realizar emisión monetaria por el Banco Central para atenuar los efectos de las drásticas medidas del aislamiento social.

Y aun cuando en el segundo semestre las restricciones tiendan a normalizarse en el transporte y en el funcionamiento de las empresas, el déficit fiscal trasandino, puede llegar a superar el 5% del PBI (sin contar intereses) y la impresión de moneda seguramente va a aumentar sobre el cien por ciento durante el año.

La deuda pública en dólares no podrá ser pagada, salvo que se renegocie con altos intereses. La deuda en pesos, sólo se logrará mantener, solo si es refinanciada a través de bonos ajustables por inflación. Por consiguiente, sólo la emisión monetaria quedará como mecanismo de financiamiento de los déficits fiscales, y de las situaciones de insolvencia del sector privado.

Ahora, en relación a las empresas privadas, “las que no hayan quebrado", quedarán descapitalizadas, sin capital de trabajo y con imposibilidad de autofinanciar inversiones.

El desempleo, probablemente supere el 25 % de la población económicamente activa.

Con todos estos desequilibrios acumulándose, la inflación y el desabastecimiento de los bienes de consumo agravarán la situación de los sectores más pobres y la insatisfacción social se manifestará de muchas maneras, lo cual es preocupante y debemos estar atentos a las creativas e imprevistas variaciones en el actuar intervencionista propio de líderes de izquierda, como el presidente transandino.

Es conocida la clara tendencia tanto estatista como intervencionista que caracterizan al presidente Fernández, en donde frecuentemente sus mensajes se basan en la búsqueda de chivos expiatorios para justificar sus crisis políticas y/o económicas. Entonces, no es raro ni descabellado pensar que su estilo se dirija al plano internacional y que utilice el tensionamiento de las relaciones con nuestro país como una "cortina de humo", para cubrir sus desaguisados internos e intentar cohesionar a su electorado.

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