26 de febrero, 2020.

 

 

 

 

Julio Bazán A.


Las FFAA y Carabineros de Chile están supeditados  a las autoridades civiles de la República, no pueden ser deliberantes, es decir, callar y obedecer.

Esta es la norma que los rige, y esta norma las cumple sin ninguna objeción.

Surge entonces una pregunta que parece que nadie se ha cuestionado; si las ordenes que se imponen tienen como consecuencia que las funciones que deben cumplir no se pueden realizar debido a que no se les permite utilizar los equipamientos que se requieren para darles cumplimiento, no a las órdenes, sino a las funciones propias de sus responsabilidades, enfrentándose a manifestantes violentos, a manifestantes delincuentes, armados con bombas incendiarias, con armas blancas o con armas de fuego, que se burlan, los agreden, les   rompen  los vehículos institucionales, llegándose al extremo que ya ni siquiera  pueden controlar las velocidades a las que se desplazan los automovilistas; en que corretear a los policías es casi una entretención de los mocetones del lumpen, ¿tiene alguien derecho a ordenarles que realicen sus funciones?

A estas situaciones que se viven diariamente en nuestras ciudades, a las quemas de los cuarteles y a  establecimientos militares,  que emanan del conjunto de cortapisas que las autoridades les imponen, me surge la pregunta: ¿están obligados al cumplimiento de ese esas órdenes? ¿Es ético que una autoridad civil obligue a los hombres de uniforme a ser carne de cañón, a ser víctimas de la desintegración social producida por políticos anarquistas o políticos insensibles frente a lo que ellos mismos han provocado.

Para lavar sus conciencias proponen generar nuevos protocolos, cambiar de nombre a las Fuerzas de Orden, es que nadie asume las responsabilidades que nuestras clases dirigentes tienen en este proceso anárquico que estamos viviendo.

Si la autoridad no es capaz, si tiene miedo, si está de acuerdo en que la democracia es lo que hemos descrito, nadie los liberará del juicio lapidario que la Historia les asignará. Tampoco las actuales generaciones, agotadas por el desgobierno uniforme.

Si los DDHH tienen esposados a nuestros gobernantes porque se impone la autoridad con fuerza y con pleno respaldo objetivo, no es ético ordenarles a cumplir sus funciones sin la seguridad de que tienen la capacidad, no solo de defenderse, sino  de imponerse. Siempre.

Fuente: https://www.facebook.com/julio.bazanalvarez.9

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