24 de febrero de 2020

 

 

 

Tomas Bradanovic


Acaba de aparecer un decreto firmado por el presidente Piñera y el ministro de defensa que reglamenta el uso de la fuerza militar en situaciones de excepción constitucional, lo que sugiere que en los días que vienen se podrían a activar estos mecanismos. Los estados de excepción son, de mayor a menor: Estado de Asamblea, Estado de Sitio, Estado de Emergencia y Estado de Catástrofe. El Estado de Asamblea solo se aplica en caso de guerra externa.

Han surgido críticas a este reglamento, cuyas 9 medidas se pueden leer aquí, diciendo que deja desprotegidos los recintos militares en caso del ataque de una muchedumbre sin armas de fuego, lo que impediría a los militares usar sus fusiles de asalto para repelerlos. Me parece que esa crítica en particular, es equivocadas y viene del desconocimiento de como opera la violencia urbana.

El uso de fusiles de asalto para repeler turbas de manifestantes ha demostrado ser ineficiente y hasta  contraproducente. Un caso muy interesante es lo que ocurrió en la Universidad de Kent (Ohio) en 1970, en un enfrentamiento de una masa de estudiantes contra la Guardia Nacional del Estado, armados con fusiles M-16, que terminó con 4 muertos. Las protestas habían comenzado antes con el incendio del edificio del ROCT de la Universidad por parte de saboteadores. Se produjeron disturbios violentos con este resultado de muerte. En lugar de calmar las cosas eso fortaleció al movimiento con la creación de mártires y al menos uno de ellos fue abatido por casualidad.

Los fusiles de asalto, como los usados por nuestras FFAA (Galil, FN y otros) son prácticamente inútiles para contener multitudes, su munición de 5.56 es pequeña ( similares en tamaño a las calibre 22) pero muy veloz y con gran energía, puede atravesar a una persona a más de 600 metros causando daño letal, pero a una sola persona

 

Su largo alcance y alta energía la hace muy peligrosa por el rebote, como ocurrió con Catrillanca. Usada contra multitudes puede matar gente inocente ubicada muy lejos o incluso a los mismos que se están defendiendo, las posibilidades de muerte por accidente con esas armas en combate urbano son muchas.

 

La escopeta en cambio es el arma antidisturbios por excelencia. Ni siquiera hay que apuntar con mucho cuidado, se puede disparar desde la cadera y arroja una nube de munición que se expande a medida que la distancia aumenta. Las escopetas son de corto alcance y los perdigones rara vez rebotan, es poco probable matar a alguien e un escopetazo, aunque se pueden causar daños serios, especialmente si caen en la cara.

 

Hay que entender que el objetivo antidisturbios es contener y disuadir, para eso es necesario causar trauma y dolor que contenga al atacante, los peores daños posibles, poco frecuentes, son alguna mutilación y muy raras veces la muerte. Esto hace muy bien una escopeta con la munición adecuada.

Lo de la munición es importante, porque usar balines de goma o plástico es un chiste que solo sirve para asustar palomas, ni siquiera duelen al pegar en la ropa, tal como las pistolas traumáticas o de CO2 lo más probable es que causen un moretón. Son como las municiones de ruido o salva, que no deberían ser usadas nunca en motines violentos, porque no infunden ningún efecto de contención, al contrario.

En un disturbio violento se necesita munición de plomo, aleación o polímero/plomo, normalmente el calibre 12 en distintas versiones es usado en antidisturbios pero hay municiones mayores como calibres 10 al 4 que pueden hacer mucho daño. Un cartucho de escopeta se puede llenar con cualquier cosa, desde perdigones, postones, tachuelas, hojas de gillete, hasta sal gruesa para espantar animales.

 

Los antidusturbios son enfrentamientos a muy corta distancia, normalmente contra molotov y piedras, que pueden ser efectiva hasta unos 10 metros y una escopeta con perdigón de plomo es efectiva hasta unos 40 a 80 metros con un óptimo en unos 20 metros. Eso hace a la escopeta -con la munición adecuada- el arma más eficiente para enfrentar disturbios. También es la mejor arma posible para defender la casa, mucho mejor que cualquier pistola o revólver

 

Un pelotón de policías o soldados, armados con escopetas, cargadas con perdigón de plomo calibre 12, puede despejar con facilidad casi cualquier revuelta callejera. Para las revueltas actuales que usan principalmente el fuego, piedras, milotov y las hondas, los gases lacrimógenos así como los carros lanza agua o gaseadores han mostrado ser ineficientes.Deberían eliminarse y ser reemplazados por policías con bastones y escopetas usadas a discreción. Un par de batidas violentas de la policía, con muchos heridos, fracturados y unos pocos amputados o muertos pueden terminar de una vez con los desórdenes. Si crece la violencia se van usando calibres mayores: 10, 8 y hasta 4 en caso de necesidad. Esa es la solución técnica y política a los actuales disturbios.

Qué es lo malo del Reglamento

El Reglamento del Uso de la Fuerza no deja desprotegidas a las FFAA ante un ataque, pero tiene el gran problema que solo dice cosas obvias, generales y deja todo lo importante sujeto a la interpretación subjetiva de superiores, fiscales y jueces. No dice exactamente que ocurre cuando hay muertes o mutilaciones por accidente, donde no ha existido premeditación ni otra intención que contener el asalto. Ni siquiera define las conductas precisas que ameritan responsabilidad, deja todo al arbitrio de superiores y jueces.


Y este es el punto crucial que debe ser solucionado, porque las señales que han dado el gobierno, los jueces y los propios mandos en algunas instituciones, son que cualquiera que mate o mutile a un manifestante o prófugo en un enfrentamiento armado es separado de inmediato de la institución y le cae todo el peso de la ley, llegando a extremos ridículos de tipificar "intento de homicidio" o "homicidio culposo". La estupidez de esta postura es evidente, porque anula completamente la eficacia de la represión y asegura la impunidad de los revoltosos.

El orden público no ha podido ser asegurado porque nuestro presidente y su gobierno son de naturaleza cobarde, ante los problemas buscan primero que todo arrancar de su responsabilidad endosándola a los más débiles. Cada vez que se han producido muertes y lesiones en eventos antidisturbios han actuado así.

Es cierto que muchos jueces de izquierda han sido cómplices de esto con sentencias absurdas contra policías basadas en un sesgo político, pero es el gobierno quien debería tener el coraje para enfrentar las malas prácticas del Poder Judicial y Fiscalía. Mientras Sebastian Piñera sea presidente no habrá orden público porque no tiene el coraje moral para cumplir con la más importante de sus obligaciones.

Como nos queda bastante tiempo con el pelele a cargo,  no hay otra alternativa que dejar a los monos destrocen, incendien, embadurnen y roben lo que quieran, seguirán impunes como en un parque de diversiones. Hasta el 2022, porque le están haciendo la mejor campaña posible a la verdadera derecha. Así como Bachelet mató a la social democracia, estos monos están matando a la izquierda. Déjenlos nomas, trabajan gratis para nosotros, los buenos.

Por eso, mientras llega el 2022, las Fuerzas Armadas deberían equiparse con escopetas y entrenarse en despliegues antidisturbios. Es una locura que salgan con fusiles de asalto y balas de salva, como lo hicieron en el último Estado de Emergencia. Eso es criminal y ningún mando decente debiera admitir ni autorizar esa clase de despliegue, ningún político gallina los puede obligar a suicidarse.

Hasta donde yo se, la Armada de Chile es la única rama que ya está haciendo esa indispensable preparación con los Infantes de Marina, desgraciadamente los altos mandos del Ejército y Fuerza Aérea se han mostrado lentos al respecto, pero cuanto antes empiecen a prepararse mejor, porque unir su suerte al actual presidente equivale a un suicidio. Al menos así lo veo yo, un buen ejemplo de ese suicidio es el general Rozas, que anda hace rato con un insoportable olor a gladiolos.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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