25 de febrero, 2019

 
Alejandro Alarcón
Economista
 
 
 

Con habilidad, grupos políticos de izquierda, centros de estudios y ONG afines, han destacado las debilidades de las políticas económicas en Occidente, su nulo impacto en amplios segmentos de la sociedad, y reclaman un cambio. Los que creemos en la libertad tenemos que entrar al debate de las ideas que defendemos no solo con argumentos, sino también con números y proyecciones asociados a éstos, y convencer a la mayoría en qué escenario sus familias tendrán mayor bienestar.

En este espacio he escrito bastante sobre las bondades del liberalismo en la sociedad, tanto en el plano político como en el económico. La libertad de las personas para decidir cómo desarrollan su vida, sus decisiones para emprender, su apego a los principios democráticos, en definitiva, el estilo de vida de lo que se denomina Occidente. Recientemente destaqué los 15 países donde se vive mejor, de acuerdo a un estudio de la ONU, todos los cuales son desarrollados, tienen sistemas capitalistas, economías de libre mercado y una fuerte integración comercial y financiera con el resto del mundo.

Han llegado a mis manos varios estudios, bastante serios, donde los llamados millenials (no solo en Chile) están reviviendo las ideas socialistas. Después de la caída del muro de Berlín y la Unión Soviética, parecía que éstas ya no tenían cabida (incluso un intelectual norteamericano se atrevió a llamar a esto “el fin de la historia”) porque los sistemas económicos adscritos habían fracasado; los sobrevivientes eran un puñado de países que se mantenían bajo dictaduras, con pésimos resultados, pobreza y miseria. Pero no se engañen. El socialismo está de vuelta.

Estados Unidos, el país más grande del mundo en términos del PIB, enfrentará elecciones presidenciales el próximo año y entre los candidatos que se anuncian ya hay varios a los que les gustan mucho las ideas socialistas. Varios no lo dicen abiertamente, pero una de ellas se ha autodenominado “socialista- democrática”. Con habilidad, grupos políticos de izquierda, centros de estudios y ONG afines, han destacado las debilidades de las políticas económicas en Occidente, su nulo impacto en amplios segmentos de la sociedad, y reclaman un cambio. Incluso una diputada del Partido Comunista en Chile declaró recientemente que, frente a la disyuntiva del crecimiento, ella prefería que fuéramos todos pobres, porque así la sociedad se liberaba (?). Bueno, en realidad en las pocas sociedades comunistas que quedan en el mundo, casi todas son pobres, excepto los miembros del aparato comunista que gobierna.

Mientras los liberales del mundo y de Chile se olvidan de lo básico de estas ideas, de un sistema que ha llevado a la prosperidad a la mayoría de los habitantes desde hace 200 años sobre la base de la libertad, la izquierda se concentra en la equidad y en la protección del medio ambiente (el efecto ballena). Aunque uno podría simpatizar con evitar el cambio climático por razones obvias, no es tan obvio el principio de la equidad cuando no queda nada para repartir, solo pobreza y miseria. Ejemplos hay muchos, incluyendo el país que amamos y que es de todos.

Es bueno decir que no todos los millenials son anticapitalistas, ni anti libre mercado, pero muchos aún están lejos de tomar en serio la disciplina fiscal y la calidad de las políticas públicas para que mejore el bienestar de todos y especialmente de los más pobres en la sociedad. Los que creemos en la libertad tenemos que entrar al debate de las ideas que defendemos no solo con argumentos, sino también con números y proyecciones asociados a éstos, y convencer a la mayoría en qué escenario sus familias tendrán mayor bienestar.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/alejandro-alarcon-los-millenials-y-el-socialismo/

 

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