Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Nada puede ser más necesario como conveniente en los países civilizados y cultos que erradicar definitivamente de su comunidad la violencia en cualquiera de sus formas: terrorismo, delincuencia, narcotráfico, fumas, cancelaciones, prevaricación, coerción, amedrentamiento, adoctrinamiento, corrupción, etc. etc.

Para que ello ocurra no sólo tiene que existir una cultura del bien y la verdad y en ello no sólo tienen algo que decir el derecho, la teología, la filosofía, sino sobre todo la Educación. Es ahí donde descansa el fundamento de la sana convivencia. Es ahí donde está el fundamento de los grandes valores del respeto, la tolerancia, el debate con alturas, la amistad cívica y el encuentro real con la comunidad. Las bases iniciales formativas las ha dado la familia organizada naturalmente.

Sin embargo la sociedad organizada parte medular del Estado - nación, no puede dejar solo a la educación la función de protección a través de la instrucción y el conocimiento. También se tiene que defender de los agentes del mal que siempre existirán, algunos de los cuales he enumerado más arriba a través de su ordenamiento jurídico.

Pero hay uno que ya tiene un siglo de existencia y que la implementación de su doctrina en los países que ha sojuzgado ha significado una cifra de muertos de sobre 100 millones de personas, donde no se ha proclamado jamás la consigna de los Derechos Humanos. Ante esta realidad, numerosos países civilizados han establecido constitucionalmente la proscripción del Partido Comunista, cuyas bases estructurales de su accionar están amarradas a la violencia en todas sus formas para lograr el objetivo ilusorio de un mundo sin clases, un mundo de iguales, el mundo paradisiaco del hombre nuevo.

Por eso en esta columna le respondo al distinguido columnista del Libero don Orlando Sáenz. Yo como chileno amante del orden y la libertad comparto con Ud. el juicio que debe hacerse sobre el Partido Comunista y me sumo con mi voto de asiduo lector de sus columnas, a la necesidad de proscribirlo de toda acción pública y perseguir sin tregua todas sus organizaciones de fachada, no solo para la tranquilidad presente, sino para garantizar a las generaciones futuras de un Chile libre de este flagelo terrible, al que definiera el Papa Pío XI afirmando en la parte medular la de encíclica Divinis Redemptoris: “El comunismo es intrínsecamente perverso y no se puede admitir que colaboren con él en ningún terreno los que quieren salvar de la ruina la civilización cristiana”

Por eso, es sorprendente que un grupo de legisladores adormecidos por el sueño ilusorio de un nuevo orden constitucional que satisfaga sus particulares ambiciones y a espaldas del pueblo que ya les dijo abrumadoramente que NO, invitaran a compartir su anhelo en una mesa común al Partido Comunista.

La razón es inexplicable, la busco en la falta de lectura, en querer ser buenista al punto de la torpeza, ignorancia o simplemente, como dijo la tristemente ex ministra del interior del actual gobierno, “se pegaron en la cabeza”, ya que nadie cuerdo entiende sentar a la mesa al enemigo “per se” de la democracia.

Así se pudren los políticos en Chile y lo demuestra su aprobación ciudadana de menos de 3%

¿Con que cara?... ¡increíble!

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