Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


Desde hace largo tiempo una esperanza esfumada de Chile cayó en el deterioro moral y político.

Hagamos historia, recién iniciada la política partidista a principios de los 90 los pocos jóvenes diputados y los dos senadores que lograron en la elección de 1989 destacaron por su férrea defensa de los principios y valores  que permitieron poner al país dentro del cauce institucional con la puesta en vigor de la más moderna constitución política de la República. De hecho, uno de sus senadores electos fue de los artífices de la Carta Magna, la más moderna entre muchas otras de América latina y Europa. Destaca entre otros  el recurso de protección como un bien  jurídico consagrado en la norma.

Pero por cierto los principios rectores consagrados para defender la persona, el valor de la vida, la familia, la propiedad, el estado de derecho son sin duda los grandes pilares de nuestra cultura, identidad y sentido de Nación. Eso que definimos como el Alma nacional arraigada en nuestras más caras tradiciones, nuestras conquistas, nuestra herencia guerrera y la defensa de la soberanía, elemento esencial para conservar la identidad.

Así este partido de jóvenes que levantaron las banderas en Chacarilla y que en el congreso pleno en 1991 defendieron oponiéndose con fuerza a  la ley de indultos a los terroristas, preámbulo de lo que sería Chile en los años posteriores y que hoy vivimos con fuerza descontrolada, fueron paulatinamente olvidando dichos valores.  En esa férrea defensa del orden, selló su destino y su vida el líder y fundador del partido, el senador Jaime Guzmán.

Jaime fue un adversario temido por la izquierda, nunca tranzó sus principios, menos sus valores. Esos que inculcaba todas las semanas en comidas en su casa a su núcleo de amigos más cercanos, algunos de los cuales son políticos hasta el día de hoy.

Muerto el líder comienza la descomposición de su obra y la ambición por el poder se hace carne, la corrupción de valores y principios atraviesa todos los niveles y la esperanza de un “nuevo estilo de hacer política” -frase por lo demás absurda ya que se basaba en la asepsia de los órganos intermedios de la sociedad que por su despreocupación e ignorancia fueron corroídas por el posmodernismo- se esfuma, se va como el agua entre los dedos.

Con el propósito de ser grandes e influyentes, dejaron  ingresar a todo tipo de oportunistas de la política que hicieron de ella una profesión, creyendo con ello que era la nueva sangre renovadora.

Muchos de ellos tomaron posiciones relevantes en todo el aparato político del Estado dando origen la “política de los acuerdos” pero renunciando a cuánto valor y principio los caracterizaba como partido político y cuando eso aún era más incómodo simplemente llamaban a dedo a un ampliado nacional y cambiaban los estatutos y principios borrando lo que para su nuevo “estilo” les fuera inconveniente.

Trágicamente negociaron con la izquierda, incluso salvaron un Presidente de la República, con el falso dilema de salvar la democracia. Pero la izquierda sabe ser agradecida: orquestó la peor campaña de desprestigio moral para la dirigencia de ese partido a través de falsas acusaciones de corrupción moral que años después fueron demostradas como tales. Pero el daño se había consumado. La política de la mentira permanente, arma irrenunciable del izquierdismo y sin duda de su artífice material el partido comunista

Más tarde olvidaron el contubernio de desprestigio y siguieron prestándole ropa a la izquierda con el bacheletismo-aliancismo, en acuerdos que atentaban directamente en contra de la estabilidad institucional. Nuevamente recibieron un generoso pago: metieron preso por corrupción en el financiamiento de los partidos políticos a los principales dirigentes, incluso un ex senador ha sido el chivo expiatorio para congraciarse con la izquierda.

Así y todo, fueron abrazando todos los elementos característicos de las teorías disruptivas del posmodernismo, por complacencia, oportunismo ambición o ignorancia y apoyaron la teoría de género, izaron la bandera de la diversidad y hubo uno que fue vocero y que sólo le faltó levantar el puño izquierdo.

Hoy dirige el partido, un don nadie, de estrechos vínculos con el frente amplio y particularmente con Boric a quien le ha tendido un puente de plata articulando un plan B para evitar el poderoso efecto del triunfo del Rechazo, y ha buscado una imagen, encontrándola en Marcela Cubillos quien ha declarado a la actual constitución “muerta”.

Bajo este slogan fraudulento y comunicacionalmente perverso, sigue Macaya en su siniestro plan de desestabilizar Chile y refundar la República en concordancia con lo que su amigo Boric desea.

Impresentable y políticamente indeseable.

Todos sabemos que hoy estamos regidos por la actual constitución, la misma que permite el constructo de un mamarracho constitucional que se plebiscitará el 4 de septiembre y la misma que permite que Macaya ocupe un sitial en el senado de la República.

La UDI hace rato que se vendió al mercado político con la misma lógica que impera en el liberalismo, hoy su amo y señor, el rol utilitario de todo lo que sirva para controlar el poder, incluido en ello a la persona transformada en individuo sin alma y por tanto sin trascendencia. Solo un objeto material, vacío y desechable.

No fue esa la herencia de su fundador, quien hoy de seguro se da vueltas en su tumba avergonzado de quienes ahora utilizan su legado.

Los tiempos cambian señor Macaya, pero la herencia de la cultura occidental está incólume en los hombres de bien, aprenda de ellos. Por ahora usted y el senador Edwards, representante del llamado partido “Republicano” o lo que queda de él, hacen un pandán memorable por el cúmulo de estupideces que los caracteriza, ambos aliados en contra de occidente y la cultura milenaria que nos hizo comprender que el valor más arraigado que tenemos es saber distinguir la verdad, el bien y la belleza. Trilogía que no puede comprender la perversidad de políticos como ustedes. Lea a Aristóteles, a San Agustín y si le sobra tiempo, a Santo Tomás… quien sabe si encuentra la virtud y se convierte al bien. Recomendación demasiado alta para RN y Evopoli. Y si no quiere recorrer 2.500 años de filosofía, concéntrese en Roger Scruton y aprenda de filosofía política, es reciente, falleció hace tres años

Pero como creo que ello será difícil mejor acuérdese que tiene hijos, para que mañana no se avergüencen de Ud. cuando la historia cuente cómo se suicidó la UDI, si es que el Estado, a cargo de ellos, les permite conocer la verdad de los hechos.

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