Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


 “El lenguaje de la verdad debe ser, sin duda alguna, simple y sin artificios”
Séneca


¡¡La Izquierda intenta imponer un modelo de sociedad en la cual los chilenos no queremos vivir!!

Todo comenzó, calculado fríamente en el año 2010, cuando la Universidad Diego Portales, dirigida por el rector Carlos Peña, emite un documento emanado del Observatorio de Derechos Humanos de dicha casa de estudios superiores en el cual se hace un diagnóstico de la situación hasta esa fecha de la violación a los DDHH durante el gobierno de las FFAA, y toda las consideraciones y medidas tomadas sobre el particular desde el retorno a la democracia.

Remitido al entonces ministro del Interior, reconoce los avances en materia de perpetuar la memoria histórica de dicho periodo, como la restauración del museo de la memoria luego del terremoto, la reapertura de los informes Rettig y Valech y la puesta en marcha del Instituto de Derechos Humanos, instando al gobierno a cumplir cabalmente con los preceptos internacionales sobre la materia.

Situación que el entonces gobierno de Sebastián Piñera y su ministro del Interior y posterior de Defensa, Rodrigo Hinzpeter, van cumpliendo sistemáticamente. Aumentan de poco más de 300 casos de militares injustamente procesados a más de 1300 procesos entre el año 2010 y el término del primer mandato de Piñera, todos impulsados por abogados del ministerio del interior, incumpliendo así la palabra empeñada en el Circulo Español, cuando el entonces candidato solicitó los votos del personal de las FFAA en retiro. Adicional a lo anterior, cierran el Penal Cordillera, dando cumplimiento cabalmente a lo expresado en dicho informe, y cargando sobre su conciencia, el suicidio del General Odlanier Mena.

Esta política de apoyo a la memoria histórica ha sido reiterada por Hinzpeter en diciembre del 2018 en una columna del diario La Tercera, actuando, una vez más, como artífice funcional a los intereses del Partido Comunista en su idea de materializar el negacionismo, cuando días previos a esa publicación se había aprobado la idea de legislar sobre esta iniciativa. En dicha oportunidad escribió:

"Estoy totalmente de acuerdo con la penalización del negacionismo", argumentando, entre otras cosas, que limita la libertad de expresión.

“Básicamente, creo que los países deben tener memoria. No soy de aquellos que creen que recordar horrores es revictimizar a la sociedad. Creo que recordar permite no olvidar generación tras generación y constituye un antídoto contra la repetición o reiteración", Y concluye, "entonces el negacionismo (que supone negar verdades formalmente establecidas por entidades estatales o internacionales, no cualquier idea que sostenga un cierto grupo) erosiona la memoria, dificulta recordar, y a la larga, puede alentar la repetición de los hechosAdicionalmente, el negacionismo supone una forma de burla o menosprecio hacia el dolor de quienes sufrieron aquellas verdades formalmente establecidas".

Pero hay que ahondar un poco más en este grave asunto que debe preocupar a toda la sociedad chilena si queremos vivir en una comunidad respetable y respetada. No solo es un atentado a la libertad de expresión, sino que además al libre derecho de informarse y a la libertad de cátedra.

Todos los antecedentes que han sido aportados para configurar las comisiones Rettig y Valech han sido duramente criticados por su falta de rigurosidad, tergiversación de la verdad y antojadizos intereses de carácter pecuniarios. La sola circunstancia que 100 mil casos de exonerados sean falsos, como lo ha reconocido públicamente Raúl Celpa, presidente de dicha agrupación, pone en evidencia la campaña de odiosa venganza promovida por el Partido Comunista y por los parlamentarios que no dudaron en otorgar certificados falsos que acreditaban la condición de perseguido político, logrando con ello que anualmente se paguen 400 millones de dólares en indemnizaciones de por vida y heredables hasta la cuarta generación.

A toda esta intriga de venganza y odio se ha prestado Himzpeter, amparando con sus dichos el actuar de los comunistas. La permanencia de los dos grandes óleos de Salvador Allende en su gabinete de audiencias, en el ministerio del interior, da cuenta de su compromiso con la izquierda.

Pero hagamos historia, el apellido del exministro es de origen judío y muchos de ellos, han sido muy serviles al comunismo. La historia recoge la ayuda de todo tipo, que un grupo de judíos empresarios radicados en Zúrich le prestaron a Lenin en su exilio en Suiza, financiando, incluso, el diario revolucionario llamado Izkra (en ruso=chispa), que clandestinamente ayudaban a internar y repartir en la rusia Zarista. Y no podía ser de otra manera, el abuelo materno del líder soviético era judío como lo demuestran los antecedentes expuestos hace algunos años en una exposición sobre el creador de la URSS.  Una carta enviada al dictador Stalin por la hermana mayor de Lenin, Anna Oulianova en 1932, le insta a reconocer el origen judío de su hermano "ya que tenía en alta consideración a los judíos" y así, limpiar su imagen de antisemita que promueve y sigue Stalin y su régimen. Stalin respondió obligándola a guardar silencio.

Años más tarde el antisemitismo en la Unión Soviética, dirigido por Stalin alcanzó nuevos niveles, después de 1948, durante la campaña contra el "cosmopolita sin raíces",  numerosos poetas y escritores en yiddish, pintores y escultores, fueron asesinados o arrestados. La campaña culminó con el llamado "complot de los médicos", en el que supuestamente un grupo de médicos, (algunos de los cuales eran judíos), habría conspirado para asesinar a Stalin. En su rivalidad con Trostki, de origen judío, ejecutó a toda la dirigencia política comunista de la misma raza.

De la desclasificación de documentos de la KGB se llegó a saber que el comunismo exterminó miles de judíos, ucranianos, gitanos, letoneces, polacos, amén de todas las purgas en los sectores agrícolas y religiosos de las distintas regiones de Rusia, cálculo que hoy se eleva a más de 60 millones de muertos.

A pesar de lo anterior, los comunistas chilenos son los más ortodoxos seguidores del ideario soviético. No olvidar que fue el primer partido comunista del mundo en adherir a la III Internacional Socialista en enero de 1922 y a cuyo más sanguinario dictador, Josef Stalin, Neruda le dedicara una Oda en 1953, izando la bandera chilena a media asta en Isla Negra, llorando por la muerte del genocida.

A pesar de todo esto el PC chileno se levanta como adalid de la moral pública y rasga vestiduras por lo que a ellos les ha ocurrido, cuando en su intento de imponer la dictadura del proletariado en Chile la civilidad y los órganos superiores del estado obligaron a las FFAA y de Orden a cumplir con su mandato constitucional de garantes de la institucionalidad, poniendo fin a la aventura comunista.

Esto ha sido imperdonable para el comunismo y para los globalistas. Los primeros actúan sin mirar el reguero de sangre con el que han bañado su historia; los segundos, porque no soportan la pérdida de influencia de sus designios en un pueblo con fuerte raigambre nacional. Hoy ambos trabajan unidos para someter a Chile, destruyendo las bases de la institucionalidad y deconstruyendo profundamente nuestro legado histórico cristiano- occidental.

Lo incomprensible es que un judío no condene al comunismo y, todo lo contrario, aplauda su actuar.

Pero hay otras consideraciones importantes a tener presente que son de largo análisis, lo que hoy sólo resumiré para ir comprendiendo esta nueva acción del izquierdismo contra nuestra de  identidad nacional, valores y creencias. ....

Luego de la Segunda Guerra Mundial nace el negacionismo contra cualquier análisis histórico del llamado holocausto alemán. Hay dos casos de negacionismo  que causaron conmoción mundial, el del historiador británico y el de un ingeniero norteamericano, especialista en construcción de instalaciones de ejecución penitenciaria que dieron pie a la izquierda liberal posmoderna para utilizarla como arma en el proceso de deconstrucción, organizando distintas modalidades de mentiras, tergiversaciones y falsedades en el análisis histórico en sus diversos niveles, de tal forma que, el clima intelectual, representado por el posmodernismo con sus principios irracionalistas, escépticos y relativistas faciliten la difusión de imposturas y socaven nuestra capacidad crítica para hacerle frente.

Se hacen fuerte términos tales como posmodernismo, posverdad, historia virtual, contrafactuales, pseudohistoria, mitos históricos, revisionismo histórico y negacionismo.

En este proceso la izquierda chilena ha adoptado por la misma estrategia y, negar toda posibilidad de revisionismo ante la verdad implantada por la corrección política. Se victimizan frente a los acontecimientos ocurridos en septiembre de 1973 y generan una fuerte propaganda para “superar los horrores del pasado”, no trepidan en jugar con las emociones   y nace como consecuencia de ello el Instituto de los Derechos Humanos, que sigue fielmente los dictados de las Naciones Unidas. Se pretende imponer el castigo al negacionismo y prohibir hablar de la historia de los últimos 50 años; pero, sin embargo, se podrá seguir hablando de Stalin, Castro y el Che Guevara, grandes genocidas de la historia que representan lo que son y han sido siempre los comunistas.

“No basta decir solamente la verdad, más conveniente mostrar la causa de la falsedad”
Aristoteles

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