Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


“Si una sociedad libre no puede salvar a sus muchos pobres. Tampoco podrá salvar a sus pocos ricos"
John Kennedy


 

A pocos meses de haber asumido las FFAA la responsabilidad de dirigir los destinos del país, como consecuencia del devastador gobierno de la Unidad Popular que arruinó a Chile, aniquilando los pilares fundamentales de la convivencia, en los ámbitos social-económico, político, democráticos y morales, proceso que muchos de nosotros vivimos, se entregó a conocimiento público, en el año 1974, la Declaración de Principios del Gobierno de Chile.

La memoria histórica permite registrar antecedentes objetivos que han dado origen a concepciones ideológicas y valóricas, las cuales han dado forma a la estructura social de la nación y se han plasmado en normas legales o constitucionales.

Hoy, más que nunca, al observar el panorama que nos rodea y que indefectiblemente nos lleva a enfrentarnos a lo mismo que vivimos, se hace necesario revisar estos conceptos ya sea porque se han olvidado o nunca se aprendieron y es la razón de la confusión conceptual que existe en nuestro entorno político social.

Para enfrentar la crisis por la que atravesó Chile el año 73, se hizo necesaria una acción de reconstrucción nacional con políticas duras en medio de una crisis internacional que nos involucraba directamente.

Esa responsabilidad el país se la entregó a las Fuerzas Armadas y de Orden quienes, al estructurar y plantear la mencionada declaración de principios, trazaron la hoja de ruta que el proceso de reconstrucción tendría.

Se abordaron los cuatro frentes: económico-social, político, democrático y moral. Teniendo siempre presente el valor inquebrantable de la dignidad de la persona como Ser trascendente.

En las líneas social y económica se construyó las bases del desarrollo, tomando como idea matriz el capitalismo y desarrollando un esquema basado en el libre mercado, la libre iniciativa, la propiedad privada y la subsidiaridad del estado.

En materia política, se comienza a dar forma al marco legal que regirá la convivencia social apuntando a una profunda reforma del Estado; a la descentralización administrativa y a un mecanismo del ejercicio de la función pública, basado en la meritocracia, dando paso a una serie de normas que permitieron abordar el crítico estado del sistema de pensiones, el acceso a la salud, la diversificación de la educación pública y privada, la reestructuración de las empresas del estado, la regionalización del país, el fortalecimiento de las instituciones intermedias entre el individuo y el estado, entre otras muchas iniciativas llevadas a la práctica.

En el plano democrático, se reforzó una democracia protegida, creando el Consejo de Estado, reafirmando la importancia del Tribunal Constitucional, la independencia del Banco Central, y ratificando la soberanía popular con responsabilidades tanto en deberes y derechos claramente establecidos, donde un poder judicial independiente abogaría por el ejercicio del imperio de la ley justa e imparcial y un organismo colegiado, llamado Congreso Nacional, de voluntad popular, cumpliría  con el planteamiento de una democracia moderna, constituyendo el poder legislativo.  En esta reorganización de las facultades, el poder ejecutivo, en manos del Presidente de la República, tiene la potestad de enviar los proyectos de ley atingentes a su programa de gobierno, reservando como únicos aquellos que dicen relación con las finanzas públicas.

Los criterios de la democracia protegida impedían que mayorías circunstanciales, populismos o ideologías contrarias al bien nacional se impusieran por el solo imperio de su potestad legislativa. En la declaración de principios que les recuerdo -la única que ha existido en Chile para dar un claro lineamiento a nuestro país y transformarlo en una gran Nación- tenía también un pilar moral muy importante que se plasmaron en artículos muy relevantes de la Constitución Política de Chile de 1980 y que dicen relación con la naturaleza del hombre y su condición filosófica de Ser.  Desgraciadamente no se realzó su importancia y no hubo el mayor interés de amplios sectores por desarrollar estos aspectos profundos del ideario libre, avocándose irresponsablemente a la aplicación de otras líneas del desarrollo individual, creyendo que con ello la importancia de la persona individual y humana quedaba resguardada. ¡¡Hoy pagamos las consecuencias de esas acciones!!

En este punto es, precisamente, donde me voy a extender. Los partidarios de una sociedad libre tienen que clarificar sus conceptos para poder defenderlos.

Para ahondar en el tema, compartiré con Uds., reflexiones plasmadas en trabajos realizados por el Abogado, Doctorando en Derecho y Diplomado en Teología John Campos Benavides, quien con meridiana claridad expone los aspectos a los que me refiero, con relación a la dignidad del ser humano, sustentándose en algunos autores.

"El derecho a la vida siempre desde los inicios de la historia de la humanidad ha tenido una preocupación e interés por parte de la filosofía, de las doctrinas políticas, de los gobiernos, de los juristas, pero reconocemos también el aporte sustancial que el cristianismo ha puesto en esta empresa humana de entregar al hombre el lugar que le corresponde dentro de la creación. El aporte inteligente y distinto del mundo cristiano es dar a los derechos fundamentales una concepción transcendente y capaz de subsistir por sí misma. La fe en el hombre como motor y centro de la historia nos levanta a un concepto superior y sobrenatural, encontrándonos de esta forma con un hombre dotado de inteligencia y razón  que es capaz de ser un co-creador y reformar los destinos de la propia historia.

Tal como se señala: “El primer derecho de una persona humana es el derecho a vivir. Ella tiene otros bienes y algunos de ellos son más preciosos; pero aquél es fundamental, condición para todos los demás

“La vida física, por la que se inicia el itinerario humano en el mundo, no se agota en sí misma, ciertamente, todo el valor de la persona humana, ni representa el bien supremo del hombre llamado a la eternidad. Sin embargo, en cierto sentido constituye el valor fundamental, precisamente porque sobre la vida física se apoyan y se desarrollan todos los demás valores de la persona. La inviolabilidad del derecho a la vida del ser humano inocente desde el momento de la concepción hasta la muerte es un signo y una exigencia de la inviolabilidad misma de la persona, a la que el Creador ha concedido el don de la vida”. (Denzinger 2006).

Este es un tema relevante en todo ordenamiento jurídico y debe entenderse claramente. Respecto de la vida y la persona humana, como sujeto de derecho, cuya garantía buscan explicitar las Cartas Fundamentales, se puede señalar lo siguiente: Que la persona en el orden filosófico y jurídico es lo más importante para el derecho. En la persona humana está radicada no solo su dignidad, sino que ésta misma reclama y exige su protección y su garantía. La persona humana es esencialmente, dignidad en sí misma y su naturaleza exige reconocer esta propia dignidad. Según Boecio, “substancia individual de naturaleza racional”

Es decir, tal como lo señala Santo Tomás de Aquino, que cristianiza a Boecio, "la persona humana es una substancia individual de naturaleza racional inspirada en el concepto teológico de que el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios. Entendemos que esta substancia individual es la condición, o precondición ontológica real de la presencia de determinadas capacidades, del ejercicio actual de ciertas operaciones, de la manifestación exterior de precisos comportamientos".

El solo hecho de existir, hace que la vida indubitablemente nos muestre la especie humana; no se puede entender al hombre, al ser humano sin una conexión biológica. El hombre, a través de su propia inteligencia racional desarrolla etimológicamente el concepto de la esencia de su naturaleza. Lo racional, lo distingue del resto de la creación, su inteligencia le da una capacidad cognitiva de conocerse a sí mismo, de conocer a lo demás, de reconocer su propia naturaleza y dignidad. Por lo tanto, la razón exige garantizar la dignidad esencial de la propia naturaleza humana. La Constitución Política, la Carta Fundamental, recoge y desarrolla un concepto que busca explicitar lo que el hombre a través de su naturaleza exige. (Astaburuaga Ossa, 1999).

La vida y la persona humana están y deben ser el centro de todo concepto filosófico ontológico que inspira o que busca inspirar una Carta Fundamental. El Orden Constitucional requiere tener siempre como substancia o como raíz de la norma, que inspira al resto de los modelos, la dignidad natural de la persona humana"

El no comprender en profundidad el significado manifiesto en nuestra Constitución del 80, y haber superpuesto otras consideraciones en torno a la libertad y la dignidad de la persona, fue el error fundamental, piedra angular de la crisis que vivimos, ya que toda la teoría filosófica empleada desde antes de los años 90, y con fuerza, posterior a ello, para destruir estos principios, se ha basado en el postmodernismo, inspirado en pensadores neo marxistas, donde la visión  del hombre y su naturaleza está regida por la contradicción con el poder que lo afecta como tal y no como fueron las luchas sociales del pasado.

Aquí la derecha jugó un papel capital al desentenderse de estas consideraciones filosóficas y culturales por las cuales hoy nos vemos enfrentados a una lucha ideológica compleja de resolver, ya que la educación y los medios de comunicación son parte de la acción demoledora. Hoy los políticos nos obligan a caminar por la senda que conduce a la indignidad de la pobreza material y moral, imponiendo planteamientos e iniciativas con conceptos neo-marxistas que se ciernen en el presente y futuro de Chile. Promueven el multiculturalismo e impulsan una política pro migratoria, siguen una política anti-familia, quieren deshacerse del concepto de nación y estado nacional y consideran irrelevante las enseñanzas sociales basadas en las raíces cristianas. Cada vez, más políticos de todos los sectores representados en el parlamento se burlan de la fe pública y engañan a sus electores apoyando una nueva visión para Chile muy distinta a las convicciones por las cuales sus electores confiaron en ellos.

Se ha destruido la dignidad del SER y para ello se han erigido en los conductores de la nueva revolución constitucional, como los Nerones del nuevo "imperio" mientras arde Chile por su impudicia.

"Cuantas más restricciones existan y más artificiales sean los tabúes que hay en el mundo, más se empobrecerá la gente...Cuanta más prominencia se da a las leyes y regulaciones, más ladrones y bandidos habrá.
Lao Tsé

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