Osvaldo Rivera Riffo
Director Fundación Voz Nacional


"En estos tiempos un diplomático no es más que el jefe de camareros, que de cuando en vez se lo invita a sentarse"
Peter Alexander Ustinov


 

Ya se habrán informado del nuevo consejo asesor de ministerio de relaciones exteriores. Otro más en el gobierno. Consejo establecido en la nueva legislación que impuso Bachelet y que el actual Presidente en vez de vetar promueve e implementa .Sin duda que con un ministro de relaciones exteriores de otra categoría, los elegidos para esta comisión habrían sido todos al menos partidarios de un estado cercano a la libre determinación de los pueblos. Pero varios son devotos de la hegemonía de los órganos internacionales como rectores de nuestras decisiones internas.

De más está recordar que en esta ley participó activamente en representación de la "derecha“ el entonces senador Hernán Larraín acompañado por la asesora Sra. Beatriz Corbo y con su participación nace este nuevo engendro pluripartidista, haciendo fe de que las RREE son una cuestión de Estado y no una política del gobierno al que le corresponde administrar el país. Con este burdo criterio todas las chambonadas diplomáticas que se han realizado, serían aceptadas porque teóricamente habrían beneficiado al Estado.

¿Y que es el Estado?

Una comunidad social con una organización política común, un territorio y órganos de gobierno propios, y que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades.

Dice claramente "comunidad social’, es decir de todos nosotros, sin los cuales el Estado no existe.

Por tanto tragarse la cuchufleta de que el ministerio de RREE obedece sólo a razones de "Estado “es tergiversar  el concepto de democracia ya que cuando ella se ejerce para elegir los gobernantes y se da alternancia en el poder es justamente para mejorar y corregir lo que a los miembros del estado no les provoca ningún bien o beneficio.

Una vez más los políticos han jugado con ficciones políticas, algunos para ejercer y tener influencia en el poder, otros se agarran de esta circunstancias para cubrir su mediocridad o ignorancia y así vestirse con la ropa de varios de los nombres relevantes que han aceptado poner sus conocimientos al servicio de dichas comisiones. Pero en rigor, comenzar a gobernar con comisiones recuerda sin duda los soviet: asamblea comisión, cabildo, concilio.

¿Y que era un soviet?

Agrupaciones o asambleas de obreros, soldados y campesinos rusos que surgieron por primera vez durante la Revolución de 1905 en oposición al zarismo, constituyendo una fuerza fundamental durante la revolución de 1917, que logró derribarlo.

Hoy cambia su categoría y la hace multidisciplinaria, pero a su vez pluripartidista. Una forma moderna de compartir la responsabilidad y debilitar el principio de autoridad.

Lo mismo está ocurriendo en salud, con la diferencia que a un excelente ministro le han impuesto dos comisiones: la de salud propiamente tal y otra social de la cual mejor ni hablar.

Y digo excelente ministro porque ha dado más que suficientes muestras de capacidad, eficiencia y liderazgo. En cambio el de RR.EE. no da el ancho, apareciendo cada vez que puede con cara de asustado y por muy relamido que se muestre, todavía el Estado espera su condena enérgica a la intervención en los asuntos internos de Chile del Presidente Argentino, quien bajo el paragua del foro de Puebla, agrupación de fachada del marxismo latinoamericano, dio pautas a la oposición chilena de cómo organizarse para hacerse con el poder. Pero el secretario de estado optó por una débil declaración tratando de no molestar a los secuaces del mal.

Aplaudían socialistas, comunistas, frente amplistas, radicales y demócrata cristianos, los cuales sin poder encontrar su horizonte han salido en busca de consejos al exterior, encontrando oídos en el más recalcitrante de los populistas latinoamericanos y responsable junto a su pandilla, de la bancarrota argentina.

Bien cabe el conocido dicho: cuando el sabio reprueba malo, pero cuando el burro aplaude peor y parece ser que ante la falta de reacción del gobierno, éste y su ministro se sumó a los aplausos de los burros.

"Los diplomáticos son personas a las que no le gustan decir lo que piensan.
A los políticos no les gusta pensar lo que dicen"
Peter Alexander Ustinov

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