8 DE AGOSTO DE 2019
Para contar con mi amistad política, las personas deben cumplir un doble requisito: ser partidarias de Augusto Pinochet y detractoras de Sebastián Piñera.
Un grupo de Old Georgians, de una generación más joven que la mía, y que satisface el doble requisito, me convidó a almorzar al Sport Francais para fortalecer su fe.
Resultó muy grato para mí, porque me dejaron expandirme a mis anchas, cosa que me sucede raramente y me agrada sobremanera.
Cuando después del almuerzo salí y me encontraba abriendo el auto en el estacionamiento, se me aproximó decididamente un gigante de rostro colorado y pelo canoso. Yo estaba dispuesto a entregarle el vehículo, pero él entonces extendió una manaza y me dijo:
"¡Usted es el único leal en este país en que todos, pero todos, son traidores!"
Lo acompañaba un caddie moreno y autóctono, que sólo atinó a exclamar "¡Ah, cresta!", ante las expresiones de su cliente, no se sabe si por acuerdo o desacuerdo con ellas.
Ambos se alejaron sin más comentarios y a paso rápido hacia las canchas de golf.
Consideré que el gigante canoso había hecho una descripción bastante exacta del temple moral del Chile actual.
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