6 DE AGOSTO DE 2019
Me han enviado un video de un acto del Partido Republicano (en formación) en que el diputado Ignacio Urrutia refiere una conversación que habría tenido conmigo y en la cual me expresaba su desacuerdo con mi crítica a que dicho partido no haya incluido en su Declaración de Principios referencia alguna al Gobierno Militar ni a la dictadura judicial de izquierda hoy imperante en los juicios contra ex uniformados.
Pero el diputado nunca ha mantenido tal conversación conmigo, por vívidamente que la haya descrito a su audiencia. Y, en todo caso, los argumentos que dice haberme dado en ese video están lejos de convencerme. Sigo creyendo que el distingo fundamental en la política chilena sigue siendo entre los partidarios del Sí y del No y que son los primeros los que tienen las reales soluciones a los grandes problemas nacionales, soluciones que se encontraron hasta 1990 aplicando el rigor de la ley a la delincuencia y consagrando mayores libertades para los ciudadanos en todos los ámbitos y en particular los de la salud y la educación. Había paz en la Araucanía y la justicia cumplía su papel, en términos que nadie habría concebido algo como lo que sucede hoy: que sostenidamente los tribunales dicten fallos contrarios a leyes expresas y vigentes (delito reiterado de prevaricación) con absoluta impunidad.
En el mismo video aparecía luego el diputado Rojo Edwards reforzando la argumentación de Urrutia en su imaginaria conversación conmigo, y diciendo que de lo que se trata en el momento actual es de ganar votos y eso debe orientar la acción del partido Republicano en formación. No puedo estar más en desacuerdo. De lo que se trata es de defender la verdad, la legalidad y las ideas en que uno cree. Si para ganar votos hay que adoptar las consignas comunistas y mentir diciendo que el régimen militar tuvo como política atropellar los derechos humanos, eso es inmoral y una mera repetición de una falsedad. El régimen militar tuvo que defenderse contra un terrorismo desatado, pertrechado y financiado desde los países socialistas. Si no se hubiera defendido, habría corrido el destino de Vietnam del Sur o de Irán, que perdieron sus democracias a manos de regímenes totalitarios que tuvieron "buena prensa" en occidente pero destruyeron las defensas contra el comunismo que protegieran la democracia que acá el Gobierno Militar consiguió legar a sus sucesores.
Si el Partido Republicano en formación considera rentable electoralmente ocultar su calidad de heredero del Sí de 1988, es el momento de llamarlo a considerar las evidencias objetivas. Que tenga en cuenta que el "nombre-insignia" del Gobierno Militar, Cristián Labbé, sin mayores medios ni publicidad ganó la primera mayoría nacional en la elección de Consejeros Regionales en 2017, con 70 mil sorprendentes votos, que fueron más que los de cualquier candidato a diputado, salvo Giorgio Jackson, y cualquier candidato a senador, salvo Francisco Chahuán.